Tras ‘Joyas del Barrio’, como un viaje sonoro por la Cali en la que creció y se enamoró de la música, Junior Zamora arranca una nueva ruta, entre los sonidos de ida y vuelta en ciudades como su natal Cali y la capital del mundo, Nueva York.
De allí nace ‘Un verano en Caliyork’, una EP que trasciende la geografía para explorar la identidad cultural forjada en la migración y la repetición de patrones emocionales a través de los ojos de su ya conocido alter ego Jay.
El proyecto se construye a partir de una fusión conceptual que dialoga entre la energía vibrante de Cali y el espíritu cosmopolita de Nueva York, reflejando cómo las ciudades se construyen a partir de las personas que las habitan.
Tras un año de intenso trabajo de internacionalización de su música, presenta esta nueva, preparado para consolidar su carrera musical durante 2026.
- ¿Cómo es este nuevo viaje sonoro llamado ‘Un verano en Caliyork?
Venimos de ‘Joyas del Barrio’, que es un disco en el cual estaba intentando llevar a mi audiencia al barrio, entender el barrio, sentir el barrio y todo lo demás. Lo que me emociona en estos proyectos es la posibilidad de irlos anclado, irlos ligando, ver de qué encuentras esa posibilidad de entender al ‘Jay del Barrio’ y luego ponerlo en otro sitio que no sea el barrio para ver cómo interactúa, para ver de qué habla, cómo reflexiona, para ver qué tiene por decir.
- A un poco más de un año de su lanzamiento, ¿cómo sintió que ‘Joyas del Barrio’ conectó con el público que lo empezaba a conocer?
Creo que, al final, lo que tenía hoy del barrio era un gran espectro sonoro. Por eso, aunque la primera parte puede sentirse más persecutiva, como una detención del caos y de la locura, luego aparecen canciones que buscan conectar con el público: desde el bolero y el hip-hop hasta la dedicatoria, con temas más cercanos, honestos y sensibles.
Siento que eso fue como el gancho con el cual pude conectar con temas que no necesariamente la gente conoce, con temas que ni siquiera aseguran haber vivido, pero que encuentra cierta sinceridad, y cuando se encuentra un proyecto sincero, de alguna manera u otra manera se va a decir: “Uy, esta vuelta tiene con qué”.
Eso pasó con ‘Joyas del Barrio’, pero ahora, ‘Con un verano en Caliyork’, estamos intentando ir por otro lugar, por todo lo contrario. Queríamos que la música conectara de una, que no tuvieran que escuchar todo el disco, que no tuviesen que entender todo el contexto, sino que con una canción directamente dijeran: “Sí, entiendo de qué va este asunto”.
- ¿Cómo ha sido ese viaje para llegar a este ‘Verano de Caliyork’?
Tiene muchas diferencias, pero lo que hice fue quizás anclarme más a las similitudes, el caos de la Gran Manzana, el caos de Cali con toda su multiculturalidad, la identidad de Cali que se construye a través de las personas que hacen parte de esta migración del Valle de Cauca, muy Pacífico. Toda esa identidad que se construye desde la mezcla entre lo hispanoparlante y lo anglosajón.
Cuando hice ‘Joyas del Barrio’, creamos la canción ‘Cafecito’, pero que se quedó por fuera del disco al final, pero para ‘Un verano en Caliyork’, me reencontré con ella como punto de partida de la nueva música. Alrededor de esa canción se construyó el sonido del nuevo EP, que es un viaje por distintas sensaciones, como el enamoramiento, la atracción y el baile.
- ¿Qué tanto suele ocurrir que queden canciones sin usar a la hora de hacer un disco?
A veces tienes para un trabajo entre 15 y 30 canciones, por lo que te quedas con muchas canciones esperando un momento que quizás nunca llegue, pero es un proceso creativo distinto, no es como hacer camisas, y tienes que ser constante en esa creación, porque entre más canciones hagas, más posibilidades de tener las piezas adecuadas para su proyecto musical.
- ¿Hay canciones suyas que siente que no son para que usted las interprete?
Completamente. Hay canciones que dices, “No, esta canción no me pertenece”. Siento que cada canción te lo va diciendo. Empiezas a decir: “Esta canción se le escucharía increíble a tal persona”. Creo que también es lo hermoso del ejercicio de componer, que en medio de eso te encuentras con frases, ideas y universos que tú dices, “No, esto le pertenece a tal artista”.
- Con la velocidad que lleva la industria de la música, usted llevaba bastante tiempo sin presentar nueva música…
Hace ocho meses no sacaba música porque me dediqué mucho a la internacionalización de mi música. El año empezó en enero en Miami, recorrí Estados Unidos, pasé por España, México, Perú, regresando a Colombia muchas veces, con muchos proyectos, por lo que me demoré en entender que estaba moviéndome mucho.
Estaba en un movimiento del proyecto hermoso, pero no nos daba tiempo de subir nueva música en las plataformas. Y si bien uno nunca para de hacerla, otra cosa es ya proyectarse, armar algo para que pueda salir.
Fue posicionar mi proyecto en otros ámbitos, en la moda, en las giras, en que este rostro lo empiecen a conocer en estos países que te mencioné. Sentía que iba a ser un año muy internacional, y en efecto lo fue, por lo que era importante terminar el año con nueva música.
Me emociona mucho porque me prepara para lo que yo espero hacer en el 2026 y es el siguiente disco, así que vamos a ir caminando por ahí. O sea, aquí ya estás viendo el panorama de lo que de lo que sigue después de un verano en Caliyork. Constantemente uno hace un disco y ya está en dos discos después.
Es maravilloso recorrer distintas partes del mundo, ciudades muy diferentes entre sí, y encontrarme con que hay conexión directa con sus propias realidades.
- Tras tanto trabajo, giras y viajes, ¿qué le ha enseñado Jay?
Creo que la importancia de no dar por sentado cosas como el amor y las relaciones personales. Es un gran aprendizaje.