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Carta a Santa: un deseo urgente para 2026 y un repaso por el dolor del 2025

Una carta navideña escrita desde el cansancio y la esperanza que pide un deseo a Santa mientras repasa los hechos que marcaron el 2025.

Carta a Santa: un deseo urgente para 2026 y un repaso por el dolor del 2025

Entre misiles y villancicos: la carta que una adulta envía a Santa. // Imagen generada con IA

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Querido Santa,

Te escribo desde un mundo que a veces parece olvidar que aún es capaz de cambiar.

Sé que tu buzón debe estar lleno de cartas de niños y niñas, pero hoy te escribe una adulta que quiere contarte cómo ha sido todo desde la última vez que viniste, para que, cuando regreses en Nochebuena con tu trineo, no te sorprendas ante un panorama mundial que ya no es tan cálido como en Navidades pasadas.

Carta a Santa: si aún escuchas, el mundo te necesita para 2026. // 123RF
Carta a Santa: si aún escuchas, el mundo te necesita para 2026. // 123RF

Quiero creer que las noches frías pueden curarse con un poco de luz. Por eso —y también por mi edad— no vengo a pedir juguetes, sino un deseo que a muchos podría parecer “sentimental”.

Me pregunto, Santa: ¿no has oído el ruido de tantos estallidos?

¿Cómo haces para no caerte cuando el cielo, en lugar de estrellas, está lleno de fuego?

Este año empezó con titulares que parecían no darnos respiro: 20 de enero, Donald Trump regresó a la Casa Blanca con promesas que aterraban a varias naciones y días antes, del 17 al 19 de enero, Medio Oriente vivió otra secuencia de tensión militar.

En febrero, Estados Unidos impuso aranceles sobre bienes de México, Canadá y China, desatando nuevas guerras comerciales. El mundo, Santa, arrancó el 2025 acelerado, inquieto y vulnerable.

Las personas ya no tenían luces en sus fachadas, y yo me preguntaba: ¿por qué Navidad no duró un poco más?

Y después llegó abril. Sé que te enteraste, porque los niños lo cuentan todo, el 21 de abril, murió el Papa Francisco. Un símbolo que acompañó a millones durante años se apagó dando espacio a conspiraciones e incertidumbre.

Rápidamente llegó el 8 de mayo y la iglesia católica eligió a un nuevo pontífice, recordándonos que incluso en el duelo, la humanidad busca continuidad.

Pero mientras algunos buscaban fe, otros buscaban tierra firme.

Así el 9 de mayo, India y Pakistán retomaron un conflicto que todos pensaron que había cesado y comenzaron a enfrentarse con ataques y defensa aérea. Las víctimas, como siempre, no tuvieron tiempo de aclarar de qué lado estaban. Y seguramente, si pudieras preguntarles su deseo de Navidad sería tan sincero que inundaríamos en la lagrimas su continente ante la confesión.

Ese mismo mes, entre tendencias tecnológicas y música que intentaba distraernos, la IA se convirtió en protagonista. Ya no era solo asistente, ahora es motor, industria, cultura, decisión y sobre todo, un nuevo reto (podrían haber niños que la usaron para escribir tu carta).

Santa, soy una adulta, pero la saturación por las malas noticias me hizo pensar en ti... ¿Cuándo vendrá a cumplirle deseos a los niños? Estaba cansada de verlos sufrir.

Por eso te escribo.

No para que lo arregles, sería injusto cargar sobre tu saco rojo el fracaso de tantos hombres que han jugado a ser dioses.

Te escribo para que estés precavido, te cuides y te esfuerces en que los niños y niñas tengan la mejor Navidad.

Navidad en un planeta herido: carta abierta a Santa Claus

Como ves, fue un año difícil, el 13 de junio, Irán lanzó cientos de drones y misiles contra Israel. Trump lo llamó “La guerra de los 12 días”. Y todos vimos cómo una chispa se tomaba el cielo y acababa con millones de vidas en cuestión de segundos. Todos lo vimos, pero nadie podía hacer nada.

Carta a Santa: si aún escuchas, el mundo te necesita para 2026. // 123RF
Carta a Santa: si aún escuchas, el mundo te necesita para 2026. // 123RF

Mientras tanto, Gaza seguía contando ausencias. Ni siquiera voy a darte detalles para no acongojarte, pero al pensar en los niños de Israel y Palestina no puedo dejar de pedirte que encuentres la manera de hacerlos sonreír. Muchos de sus amigos han muerto de hambre, por explosiones o porque el destino les jugó una mala pasada al permitirles nacer allí, en medio de una guerra que parece no tener final.

Santa, ¿cómo llegarás a un lugar donde hasta esperar pan puede ser un riesgo mortal?

Y como si el dolor no bastara, el planeta también habló.

Julio y agosto trajeron incendios en Australia y Canadá, sequías brutales en Sudamérica, inundaciones en Asia y África. Todo ocurrió como si la tierra también estuviera cansada de sostenernos.

En septiembre, aumentaron los muertos en Oriente Medio, Rusia y Ucrania no cesaron de pelear e Israel atacó Doha, en Qatar, contra dirigentes de Hamás. Las tensiones crecieron y la coordinación regional se rompió un poco más.

Llegó Halloween, llegó noviembre y ahora, llegó Navidad.

Y aun así, Santa… aun así…

El mundo no se rinde.

Los países siguen en guerra, los niños siguen sufriendo y el planeta sigue luchando por sobrevivir.

Para que no te asustes, Santa, me gustaría aclarar que en medio del caos hay manos que reparten comida, hay personas que rescatan animales entre escombros, hay médicos que curan sin preguntar nombres, hay vidas que se han arriesgado por llevar alimento al necesitado, hay vecinos que protegen a desconocidos, jóvenes que quieren usar IA para salvar vidas, y niños que, incluso entre ruinas, aún cantan villancicos y te escriben cartas con esperanza de que el cielo se ilumine solo con estrellas esta navidad.

Por eso mi petición es otra. No son juguetes ni lujos pues ¿Qué haría yo con eso en un planeta que parece ir en cuenta regresiva?

Sé que lo sabes, Santa, sé que conoces mi deseo.

Quizá sea un poco de lucidez para no deshumanizarnos.

Quizá sea valentía para no normalizar el horror.

Quizá sea memoria para no repetirlo.

O ¿Será un corazón menos distraído?.

Y si te queda un instante, pasa también por mi casa.

No voy a pedir nada para mí. Lo sabes, te daré galletas, leche y te rogaré por un abrazo.

Solo toca la puerta.

Para saber que vale la pena seguir creyendo.

Con cansancio. Con esperanza. Con un poco de magia prestada.

Y con un deseo final, ese que sabes tu y quienes leen esta carta, aun cuando no logró decirlo con palabras.

Deseo que este año, Santa, el mundo entero pida mi mismo deseo.

Uno pequeño. Uno que parece imposible. Uno que espero que puedas cumplir.

Con miedo y muchas ansias,

Yo.

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