Cartagena lamenta hoy la muerte de Marina Torres Marín, una de las cocineras más queridas, respetadas y representativas de la gastronomía popular de la ciudad. Torres, considerada una portadora invaluable de la tradición culinaria del Caribe, dedicó más de tres décadas a preservar los sabores locales desde sus fogones y a convertirse en un símbolo viviente del frito cartagenero.
Durante su trayectoria, Marina fue reconocida por preparar algunos de los fritos más emblemáticos de Cartagena, en especial sus arepas de huevo, carimañolas y buñuelos de fríjol, productos que elaboraba con una rigurosa disciplina culinaria y un afecto que se sentía en cada bocado. Su trabajo la llevó a ser galardonada en múltiples festivales gastronómicos, entre ellos el del marisco, el del chicharrón, el del pastel y el de los dulces, siempre obteniendo los primeros lugares.
Su consagración llegó en 2011, cuando recibió el título “Ganadora de ganadoras” en el tradicional Festival del Frito durante las Fiestas de la Candelaria, tras destacarse en cinco modalidades distintas, un reconocimiento que la consolidó como una leyenda de la cocina local.
Desde El Gen Caribe, colectivo cultural que la consideraba una amiga cercana, expresaron un mensaje de despedida y agradecimiento: “Una gestora incansable, portadora de tradición y sabor, que dejó huella en cada olla, en cada mesa y en cada corazón cartagenero. Gracias, Marina, por lo que le regalaste a la ciudad. Tu legado queda servido para siempre”.
Marina Torres: un legado culinario que trasciende su partida
La muerte de Marina Torres deja un vacío profundo en la cultura gastronómica de Cartagena, pero también consolida un legado que seguirá vivo en la memoria y en las cocinas de la ciudad. Su aporte fue más allá del reconocimiento público y representó la persistencia de una tradición que resiste al paso del tiempo y que se sostiene gracias a mujeres como ella, guardianas del sabor y de la historia culinaria del Caribe.
Su influencia se percibe en los festivales en los que participó, en los aprendices que formó y en los miles de comensales que encontraron en sus fogones un sabor auténtico e irrepetible.
Las causas de su muerte aún no se han revelado; sin embargo, el impacto de su trabajo convierte su nombre en un referente indispensable para entender la identidad culinaria cartagenera. Hoy, Cartagena despide no solo a una cocinera, sino a una constructora de tradición.