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Cultural

Oscar Wilde: el genio que desafió a su época y pagó un precio devastador

La vida de Oscar Wilde, incomprendida en la época victoriana, sigue brillando 125 años después. Su obra permanece viva y su dolor empieza a entenderse.

Oscar Wilde: el genio que desafió a su época y pagó un precio devastador

Oscar Wilde, el autor de "El ruiseñor y la rosa". // Imagen generada con Inteligencia Artificial

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“La única forma de librarse de la tentación es caer en ella”, escribió el personaje más polémico de la época victoriana. Aunque “polémico” quizá no sea la palabra adecuada para describirlo, prefiero pensar que hubo un desperfecto en eso que llamamos “la matrix” y que Oscar Wilde, el autor de El ruiseñor y la rosa, terminó existiendo en una época que no estaba hecha para él.

Oscar Wilde, el autor de "El ruiseñor y la rosa". // Imagen generada con Inteligencia Artificial
Oscar Wilde, el autor de "El ruiseñor y la rosa". // Imagen generada con Inteligencia Artificial

El 30 de noviembre de 1900 llegó a su fin, de manera prematura, la vida de uno de los escritores más recordados del siglo XIX. Murió a causa de una meningitis (una inflamación de las membranas que rodean el cerebro, provocada por un virus, bacteria u hongo), aunque durante mucho tiempo se creyó erróneamente que había muerto de sífilis, rumor que sus detractores se encargaron de difundir.

Hoy, 125 años después de su muerte, vale la pena recordar el arte que lo mantiene vigente incluso después de partir. En verdad, Oscar Wilde murió no solo por la enfermedad, sino también por los castigos que le impuso una sociedad conservadora.

La desgarradora historia del ruiseñor que se sacrifica por un amor ajeno que nunca se consuma no es menos dolorosa que la de su propio autor. Un hombre talentoso, revolucionario y seguro de sí mismo, que tuvo el mundo a sus pies gracias a sus grandes obras, pero terminó sus días solo, pobre y rechazado por una sociedad que jamás le tendió la mano.

Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir”,

 Oscar Wilde

La obra de Oscar Wilde

“Cualquiera puede hacer historia, pero sólo un gran hombre puede escribirla”, relató Oscar Wilde.

La obra de Wilde se caracteriza por su ingenio afilado, su mirada crítica a la sociedad victoriana y un dominio excepcional del lenguaje. En sus piezas teatrales, como ‘La importancia de llamarse Ernesto’ o ‘El abanico de Lady Windermere’, expone con humor y elegancia la hipocresía social, los prejuicios morales y las tensiones entre apariencia y esencia.

Wilde utiliza el diálogo rápido y brillante para desnudar las contradicciones de una sociedad rígida, mientras invita al lector a cuestionar sus propias convenciones.

En su faceta narrativa, especialmente con ‘El retrato de Dorian Gray’, el autor explora temas más oscuros como la decadencia, la obsesión por la belleza y la corrupción del alma. Este libro, más tarde, sería una de las pruebas usadas en su contra para condenarlo por pregonar el “hedonismo” (rama filosófica en la que se prioriza la búsqueda del placer) y el “sodomismo” (haciendo referencia a la homosexualidad mencionada en la Biblia).

Sumado a eso, considero que sus cuentos y ensayos completan una obra diversa que combina sensibilidad artística y agudeza intelectual, por ello, más de un siglo después sigue tan vigente.

El amor fallido de Oscar Wilde

Oscar Wilde llegó a la cima con sus obras, el mundo lo idolatraba. Tenía lujos, nombre y una fortuna a sus pies. Los cuentos ‘El ruiseñor y la rosa’, ‘El Fantasma de Canterville’, ‘El Principe feliz’ y el resto de su obra cautivaron no solo a Londres, sino que rompieron barreras e internacionalizaron al autor.

“En este mundo solo hay dos tragedias: una, no conseguir lo que se necesita; otra, conseguirlo. Esta última es la verdadera tragedia”,

 Oscar Wilde

Estando en la cima, la vida de Oscar Wilde se desmoronó a pedazos con la sutileza del arte que escribía. La vida amorosa del autor estuvo marcada por contrastes profundos. Durante años, mantuvo un matrimonio respetable con Constance Lloyd, con quien tuvo dos hijos y una dinámica familiar considerada ejemplar en el Londres victoriano.

Aunque su matrimonio comenzó con afecto real y admiración mutua, Wilde empezó a sentirse cada vez más distanciado emocionalmente, impulsado por inquietudes internas que no podía expresar abiertamente en una sociedad tan rígida.

Ese quiebre coincidió con la llegada a su vida de Lord Alfred Douglas, “Bosie”, un joven aristócrata de temperamento impetuoso y belleza intensa que, según diversos registros, cautivó por completo al escritor. Su relación, apasionada y turbulenta, transformó la existencia de Wilde, que se dejó envolver por un amor que le ofrecía inspiración, riesgo y un espacio emocional que no encontraba en su vida familiar.

Este vínculo se desarrollaba en un contexto donde la homosexualidad era un delito severo, lo que convertía cada encuentro en un desafío a la moral y en un riesgo que más temprano que tarde cobró factura a Wilde.

Oscar Wilde, autor de "El Retrato de Dorian Gray",. // 123RF
Oscar Wilde, autor de "El Retrato de Dorian Gray",. // 123RF

El conflicto escaló cuando el Marqués de Queensberry, padre de Bosie, comenzó a perseguir públicamente a Wilde, decidido a destruirlo. La tensión llegó a su punto culminante cuando el Marqués dejó en el club de Wilde una tarjeta con la infame dedicatoria: “Para Oscar Wilde, el ostentoso sodomita”. Ese gesto, provocador y calculado, no solo puso en peligro la reputación del escritor, sino que desencadenó una cadena de decisiones que sellarían su destino.

Wilde, animado por Bosie y herido en su orgullo, decidió demandar por difamación al Marqués, sin prever que el juicio se volvería en su contra. Durante el proceso, su vida privada fue expuesta con crudeza, revelando detalles que las leyes de la época castigaban con dureza. El resultado fue una condena a dos años de trabajos forzados, la ruina económica y la fractura definitiva de su carrera. Así, su vida amorosa, que comenzó como un impulso de autenticidad y pasión, terminó marcada por persecuciones, escándalos y un sufrimiento que acompañaría a Wilde hasta sus últimos días.

Se dice que Wilde fue abandonado por su gran amor, debido a que mientras estaba privado de la libertad se le negó escribir obras y optó por escribir cartas de amor, cartas que fueron transformándose en dolor, un dolor como el de los protagonistas rechazados de sus obras.

El mismo autor lo ilustró de esta manera: “Cuando uno está enamorado, empieza siempre por engañarse a sí mismo para terminar engañando a los demás. Eso es lo que el mundo llama un amor romántico”.

Indiscutiblemente, Oscar Wilde experimentó en su propia piel la desesperación, el rechazo y los límites extremos que tantas veces les impuso a los personajes de sus historias. Fue una leyenda de la palabra escrita, un hombre que alguna vez afirmó en uno de sus cuentos que “la amabilidad es un lenguaje que todos pueden entender”. Qué ironía profunda encierra esa frase cuando observamos la brutal ausencia de amabilidad en las multitudes que se empeñaron en destruir su vida y su obra, solo porque pensaba, sentía y amaba de una manera que su época no estaba dispuesta a comprender. Wilde fue, al final, un espíritu luminoso atrapado en un tiempo que no supo merecerlo.

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