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Selva, la película colombiana que retrata la vida cuando la rutina te devora

Dos jóvenes cineastas colombianos exploran la búsqueda de sentido en medio de la rutina. Selva, su ópera prima, brilla en festivales internacionales.

Selva, la película colombiana que retrata la vida cuando la rutina te devora

Selva va más allá de ser una película, es una invitación a dejar de vivir en piloto automático. // Cortesía

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En medio del ruido de las ciudades, del zumbido incesante de los teléfonos y de las voces que repiten guiones en un call center, un joven sueña con escapar. No solo de su trabajo, sino de la rutina que lo asfixia y no le permite vivir.

Esteban Hoyos García y Juan Miguel Gelacio, directores de Selva. // Cortesía
Esteban Hoyos García y Juan Miguel Gelacio, directores de Selva. // Cortesía

Así nació Selva, la película escrita y dirigida por Esteban Hoyos García y Juan Miguel Gelacio, dos jóvenes recién egresados que, en plena pandemia, decidieron lanzarse a filmar su propio manifiesto sobre la libertad, la juventud y los sueños que se resisten a morir.

“Empezamos a escribirla en 2020”, recuerda Gelacio. “Estábamos recién graduados, en medio de la incertidumbre laboral, y el call center siempre aparecía como esa amenaza silenciosa: si nada más sale, toca call center. Nos pareció un símbolo perfecto de lo que está viviendo una generación entera”, dice.

La generación de la que habla está bien representada en su producción. Jóvenes atrapados en rutinas sin derechos a la libertad. Aunque no buscaban despreciar a los call centers, para nadie es un secreto que este trabajo puede ser terriblemente agotador.

Selva cuenta la historia de un joven que trabaja en un call center y decide romper con la monotonía para reencontrarse con su deseo más puro: vivir. Pero más allá del argumento, la película es una radiografía emocional de miles de personas atrapadas en la rutina, resignadas a trabajos que no las llenan, y que sienten cómo los sueños se diluyen entre llamadas, metas y horarios.

Razón tenía Confucio al decir “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. El filosofo chino no imaginaba la magnitud de su pensamiento, que dos mil años después seguiría siendo una verdad innegable.

Las grabaciones se llevaron a cabo pese a todo obstáculo. // Cortesía
Las grabaciones se llevaron a cabo pese a todo obstáculo. // Cortesía

Ante dicha idea, Gelacio opina: “Sí, queríamos hacer una reflexión sobre la alienación que generan estos trabajos y, en general, la forma en que el mundo moderno nos obliga a renunciar a lo que amamos por sobrevivir”, explica el codirector.

“Aunque no todos trabajen en un call center, muchos viven en su propio call center interno: arquitectos, artistas, diseñadores, que sienten que su vida está en pausa”, expresa. Sus palabras llenas de poder resuenan en la realidad de un sin número de personas que han perdido sus sueños en el incierto camino de la vida.

La película nació en un momento de miedo colectivo: la pandemia había detenido el mundo y, con él, la industria cinematográfica colombiana. Pero Gelacio y Hoyos, junto a su equipo, se negaron a esperar. “Decidimos que íbamos a hacer cine a toda costa. Sin importar si había fondos o no, íbamos a contar esta historia”, recuerdan. Así, entre jornadas laborales y madrugadas de rodaje, el equipo fue tejiendo una película que se volvió testimonio de su propia lucha por la libertad creativa.

Selva, película colombiana que habla de vivir en automático

¿De dónde nace la necesidad de contar esta historia?

- De lo que estábamos viviendo. La pandemia nos mostró lo frágiles que somos y lo rápido que la vida se convierte en una rutina. El protagonista de Selva vive eso: una vida en automático. Pero también es un reflejo nuestro, de todos los que alguna vez hemos sentido que la rutina nos devora.

¿Podría decirse que la historia tiene algo autobiográfico?

- Sí, totalmente. Yo nunca trabajé en atención al cliente, pero sí en un call center de ventas. Esa experiencia fue suficiente para entender lo que significa estar ahí: repitiendo frases que no son tuyas, perdiendo valiosas horas atrapado entre metas que no elegiste. De alguna forma, Selva es un manifiesto sobre no rendirse en medio de la camisa de fuerza que interpone la vida.

Cuando el actor José Restrepo -conocido por sus participaciones en producciones de Netflix y Amazon- llegó al casting, Gelacio creyó que rechazaría el proyecto por considerarlo demasiado arriesgado. Ocurrió lo contrario. “Le encantó. Nos dijo que el guion lo había tocado profundamente. Creo que eso pasó con todos los que se unieron: se vieron reflejados”, cuenta Gelacio.

En el universo visual y sonoro de Selva, el rap ocupa un lugar central. Para Gelacio, este género no es solo música, sino una manera de expresar resistencia. “El rap nos representa. Habla desde la calle, desde la rabia, desde la búsqueda de identidad. Queríamos que la película tuviera ese universo sonoro”.

Poster de la película Selva. // Cortesía
Poster de la película Selva. // Cortesía

Visualmente, la película recurre a una narrativa fragmentada, una serie de “viñetas” que funcionan como pequeños cortometrajes interconectados. “No queríamos seguir las reglas del cine tradicional. Pensamos la película como un mosaico de momentos, como si cada escena fuera una respiración”, explica.

Lo que empezó como un proyecto entre amigos terminó recorriendo el mundo. Selva fue seleccionada para el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, un logro que pocos cineastas colombianos debutantes pueden presumir. Su estreno nacional también ha pasado por el Festival de Sao Paulo y el Festival de Cine de Cartagena de Indias.

Selva no es solo una película sobre un joven que renuncia a su trabajo. Es una invitación a mirar hacia adentro, a preguntarse cuántas veces dejamos de vivir sin darnos cuenta.

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