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Farándula

Valerie, la primera cartagenera con síndrome de Down en el Reinado Juvenil

La historia de la representante de La Esperanza en el Reinado Juvenil de Cartagena, contada por una madre que no se rinde.

Valerie, la primera cartagenera con síndrome de Down en el Reinado Juvenil

Entrevista a Valeria De Ávila, niña con síndrome de Down que participa en Reinado Juvenil representando a la Esperanza. // Foto: Julio Castaño - El Universal

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El amor inconmensurable de una madre, unido a la fuerza de su hija con síndrome de Down, está marcando un hito en la ciudad amurallada con una luz de inclusión, al representar en pasarelas al barrio La Esperanza.

Valerie de Ávila, representante del barrio La Esperanza  en el Reinado Juvenil de Cartagena. // Foto: Julio Castaño - El Universal
Valerie de Ávila, representante del barrio La Esperanza en el Reinado Juvenil de Cartagena. // Foto: Julio Castaño - El Universal

Con un enterizo verde que resalta su figura, Valerie de Ávila visita el periódico junto a su madre. Ambas, sonrientes, transmiten la voz callada de la resiliencia. Tatiana Pérez, su madre, toma la palabra y comienza a tocar fibras con su relato, haciendo que las preguntas resulten innecesarias y que, con solo un par de oídos, la historia se revele por sí sola.

Con 18 años, Valerie lucha por su sueño en medio de un mundo que no esta acostumbrado a lo distinto. Una condición genética de nacimiento llamada síndrome de Down no le permite vivir de la misma forma que otras adolescentes de su edad, la hipotonía, síntoma muscular común en esta condición, causa que se cansé con rapidez; además, su habla también se ve limitada por su diagnóstico. Pese a ello, ha demostrado un sin número de veces que es capaz de lograr lo que se proponga.

Llegó al mundo siendo la tercera de tres hermanos, su condición sorprendió a sus padres, pero los hizo sujetarse a una promesa: “Hacerla feliz”.

Desde pequeña, Valerie descubrió lo que quería. Aunque muchos pensaran que era un juego de niños, ella supo demostrar que iba más allá: era su vocación. Estudiaba en la Fundación Aluna cuando se anunció la visita de unas reinas al lugar. Valerie le pidió a su madre que la llevara con una banda y una corona para recibirlas. “Ella me lo pidió y yo así la llevé; le expliqué a la profesora y me dijo que no había problema. Desde ese momento, Valerie supo que quería ser modelo, que deseaba ser reina”, relata Tatiana.

Valerie de Ávila cuando estaba chiquita. // Cortesía
Valerie de Ávila cuando estaba chiquita. // Cortesía

El deseo de una madre por cumplir el sueño de su hija la llevo a tocar muchas puertas mientras su niña crecía, pero era difícil. “Lastimosamente cuando ven a una niña con una condición así, ven un obstáculo, no piensan que podrían ayudarla sino que enseguida te dicen ‘no, aquí no estamos preparados para esto’”.

Y cuando encontraban un lugar tenían que cargar con el peso de saber que “solo iba a comer y dormir” porque no le daban la atención que requería: “Sé que no iba a aprender al ritmo de los otros niños, pero yo les pedía muchísimo a las profesoras que por favor le dedicaran un poquito de tiempo a mi hija que ella también podía”, pero al parecer era en vano.

Para una madre, sentir el rechazo de institución tras institución es un dolor imposible de describir. Pero, como dicen por ahí, “madre solo hay una”. Tatiana nunca se rindió: insistió una y otra vez para inscribir a su hija en una gran academia. Tras varios intentos, le propusieron probar con cuatro clases y evaluar cómo las asumía Valerie.

Ella es extraordinaria. Aprendo cada día de ella"

 Tatiana Pérez, madre de Valerie

Valerie de Ávila, una guerrera incansable de Cartagena

Esta reina nunca ha dejado de insistir por sus sueños, aun cuando ha tenido que afrontar malos ratos. En el rostro de su madre se refleja la impotencia ante una injusticia cuando revela uno de los episodios más duros en la trayectoria de su hija. Con la excusa de querer implementar la inclusión en un certamen, invitan a Valerie a participar.

Con gran emoción madre e hija ponen todo su esfuerzo en hacer una gran presentación en esta pasarela; sin embargo, no todo fue color de rosa: “Todo era una cortina de humo, Valerie hacía todo lo que hacían los demás, pero ella no era una competidora oficial”

Episodios como esos no son nuevos, por lo que cabe recordar que la verdadera inclusión no se vale solo de una imagen, sino de un gran compromiso. Hacemos una pausa en ese momento para fotografiar a la prometedora modelo, parece ser otra persona desfilando ante la cámara mientras sonríe. Su madre me lo confirma: “Ella es extraordinaria. Por su condición se cansa muy rápido, pero hace todo a la par de los demás y luego me busca y me dice que está cansada. Tú la ves ahí tranquilita, pero cuando se sube a un escenario es otra persona, como ella misma me dice ‘ella se mete en su papel’”.

Valerie de Ávila, representante del barrio La Esperanza  en el Reinado Juvenil de Cartagena. // Foto: Julio Castaño - El Universal
Valerie de Ávila, representante del barrio La Esperanza en el Reinado Juvenil de Cartagena. // Foto: Julio Castaño - El Universal

“A veces he querido parar todo, decirle que descansemos, pero es su sueño, ella es feliz haciendo lo que le gusta y yo siempre estaré ahí para impulsarla”, confiesa Tatiana. Gracias a esa dedicación, hoy, Valerie es la representante oficial del barrio La Esperanza ante el Reinado Juvenil de Cartagena, mostrando que los sueños sí se cumplen cuando luchas sin importar la condición.

Aunque no ha sido fácil, los miedos y la discriminación han estado presentes, Valerie sigue rompiendo barreras. “Yo entro en desespero porque, como mamá, pienso que no se vaya a caer, que esos zapatos le maltraten o que esté cansada. Pero he aprendido a dejarla superarse”, cuenta Tatiana.

Tatiana confiesa que, a veces, se cansa y siente que no puede continuar. Sin embargo, aclara que nunca ha obligado ni obligará a su hija a nada: solo busca hacerla feliz, cumpliendo sus sueños y ayudándola a crecer personal y profesionalmente. “Yo me pongo a pensar, como mamá, que no voy a estar todo el tiempo y que ella necesita ser alguien productiva para su vida”, reflexiona.

Los sueños no se detienen, la representante de La Esperanza quiere desafiar su diagnóstico y lograr graduarse de bachiller, quiere seguir desfilando y sueña con ser reina de Independencia y montarse en una colorida carroza. Su madre, siempre dispuesta, encarna la grandeza indescriptible del amor maternal.

“Cada día aprendo tantas cosas de ella. Yo le digo que ya es una ganadora, una vencedora por haber llegado tan lejos”, afirma Tatiana con orgullo.

La charla podría haber continuado por horas, entre sonrisas y lágrimas de emoción. Detrás de la reina hay innumerables anécdotas de lucha y convicción. Nos despedimos con el compromiso de que su historia inspire y transforme corazones, como un relato que retrata la resiliencia de Valerie.

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