Pablo Alborán trajo la primavera a Ibagué. Los días anteriores al concierto del malagueño en la capital del Tolima, los ocobos florecieron con tanto fulgor que la ciudad entera quedó sobre un tapiz de pétalos rosados. Este árbol insignia, que ha esparcido su semilla por toda la ciudad, dio la bienvenida a visitantes de todo el mundo que durante cuatro días disfrutaron la sexta edición del Ibagué Festival.
Ibagué, conocida como la Capital musical de Colombia posee el Conservatorio del Tolima, el único instituto en el país en el que existe una carrera de Construcción y Reparación de Instrumentos de Cuerda Frotada y el tercero en Latinoamérica. Su musicalidad está en el aire, en la atmósfera que envuelve a la ciudad de misticismo. Los restaurantes y bares están llenos de artistas que buscan ganarse la vida diaria, sorteando la buena suerte y el talento que en Ibagué corre como moneda corriente. El propio Pablo Alborán no ocultó su sorpresa al encontrarse en las calles con un violinista virtuoso. “No puedo deciros, madre mía, cómo tocaba ese violín”, dijo. Lea también: La desgarradora historia detrás de ‘Saturno’ de Pablo Alborán

Pablo Alborán llegó a Ibagué invitado por su mentor y productor Julio Reyes Copello, quien a su vez fue el director artístico de esta edición. Ambos comenzaron a trabajar juntos en el 2017, cuando Alborán tocó sus puertas con ‘Prometo’, uno de sus álbumes más exitosos hasta la fecha y que le dio a su carrera un impulso estelar. Julio a menudo halaga en Pablo su don de compositor, “Cuando Pablo viene y me presenta ‘Saturno’ yo dije ‘Dios mío, esto es un poema’, dijo durante la conversación que sostuvieron durante el concierto.
Pablo, a pesar de su éxito, es un hombre que a simple vista parece sencillo. Es risueño, juguetón y con un agradable sentido del humor. Su físico también le favorece; tiene el cabello bastante claro, los ojos oscuros y una sonrisa que se le dibuja con facilidad entre los labios.
Así fue el primer concierto sinfónico de Pablo Alborán
En más de quince años de carrera artística Pablo nunca se había presentado con una orquesta sinfónica, lo hizo por primera vez en el Teatro Tolima, acompañado por 62 músicos del Conservatorio del Tolima. Pasadas las siete de la noche Pablo y Julio tomaron posesión del escenario, sentados lado a lado como dos amigos de toda la vida que se encuentran tras varios años. Ambos fueron hilando el camino musical del artista, atravesado por las influencias musicales de su familia: el jazz, bossanova, la música clásica, la francesa y que a su vez responde a los lugares del mundo que habitaron antes: “Mi madre es de una colonia de Marruecos, mi padre de Málaga... de pequeño escuchaba mucho las canciones francesas que cargan mucho dramatismo y también oía música en portugués”. Su gusto por la música árabe se refleja en los cuartos de tono que interpreta en medio de algunas notas; lo hace no solo para enriquecer la armonía musical sino para darle más profundidad a la interpretación, para embellecerla más. Lea también: Ibagué Festival 2025: el evento musical que enamoró a Pablo Alborán
Ya entrada la noche, las luces bajaron su intensidad para recibir a Pablo, acompañado por Sergio Andrés Sánchez, director de la Orquesta Sinfónica, quien condujo el encuentro con su batuta. Las luces de un tenue amarillo gotearon su espalda, dejando su medio rostro a la sombra como una medialuna. Los violinistas se unieron cobijados por un halo de luz dorada. A ese universo entramos con ‘Saturno’, por primera vez con arreglos sinfónicos. La canción que de por sí sola es preciosa, adquirió un carácter íntimo con el acompañamiento de violines y violas, fundiendo el sonido brillante de los instrumentos con la voz del español. Pablo le dio a Saturno un carácter místico, el lugar al que van a parar nuestros deseos y en el que existimos en otras versiones que aquí no pudimos ser, allí somos correspondidos en el amor y la vida no nos agrieta tanto. A ese Saturno entramos con pase directo esa noche, el mismo Saturno que Pablo crea con su voz, un universo en el que la belleza restaura, uniendo nuestras partes más rotas.
Antonio Medellín: el artífice del concierto sinfónico
El artífice silencioso del concierto sinfónico fue un bogotano de 26 años, de nombre Antonio Medellín. Antonio había trabajado con Julio Reyes y Pablo Alborán durante la pandemia, cuando Reyes le pidió trabajar en los arreglos de una canción que el artista lanzó en el confinamiento. Años más tarde, Reyes volvió a buscarlo con un encargo especial: el arreglo sinfónico de seis canciones para el primer concierto del artista en este formato.

Durante dos semanas, el músico egresado de la Universidad Javeriana se sumergió de lleno en las canciones de Alborán. La idea era transformarlas de una balada pop a una melodía mucho más lenta. “Eliminé los patrones rítmicos y creé intimidad con los instrumentos de cuerda, como los violines, eso le dio a las canciones un sentido más profundo”, cuenta en diálogo con Facetas. Cuando se encontró con Alborán para presentarle los arreglos, este esperó un par de segundos a que los músicos interpretaran y se adhirió sin ningún destiempo a la melodía. “Él estaba muy contento, le gustó mucho”.
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Una luz tibia le iluminó el rostro mientras deslizaba la punta de los dedos por las teclas del piano. Se incrustó en el placer y, luego, sobrevino el silencio de la saciedad.