La vida no ofrece recetas. A veces ni siquiera da los ingredientes. A veces toca cocinar con lo que hay, incluso si lo que hay es dolor, incertidumbre o cansancio. Hay personas que, en medio de ese caos, encuentran la manera de sacar algo hermoso, como un buen plato que se inventa en el último minuto. Raúl Ocampo es una de esas personas.
Actor, soñador, resiliente, sensible; Raúl está hoy en las pantallas de Colombia como uno de los protagonistas de MasterChef Celebrity 2025, pero su historia viene de mucho antes y es mucho más profunda.
Su aparición en el reality de cocina ha sido un pretexto para volver a mirarse y para que el país lo mire también con otros ojos, no solo como el galán carismático de sonrisa tímida, sino como un hombre que ha sabido transformar el dolor en propósito, la pérdida en aprendizaje, la ansiedad en ternura, y los silencios en palabras.

Cuando la vida le exigió volver a empezar a Raúl Ocampo
Raúl nació en Santa Marta, en 1991. Aunque comenzó estudiando Administración de Empresas, su intuición lo llevó por otro camino: el arte, la actuación y la emoción del escenario. Su rostro se fue haciendo conocido en la televisión colombiana gracias a producciones como: Enfermeras, Rigo, Ana de nadie, Café con aroma de mujer y Narcos, entre muchas otras.
En teatro también ha sido parte de montajes exitosos como: ‘La cena de los idiotas’, ‘El señor Villegas’ y ‘Liga de campeones’. Pero el personaje que más lo marcó fue quizás el más íntimo: él mismo.
Otro capítulo importante de su historia fue cuando la vida le dio un amor profundo pero fugaz con Alejandra Villafañe, actriz, exreina y su compañera del alma. Juntos vivieron un cuento de amor luminoso, hasta que la oscuridad del cáncer apareció con brutalidad. Lea: Raúl Ocampo: “Se los juro por Dios que voy a volver a enamorarme”
Alejandra enfrentó una doble batalla contra el cáncer de seno y ovario y Raúl estuvo allí, cada día, cada noche, en los hospitales, en los miedos; la acompañó, la sostuvo, la amó. Se rapó la cabeza con ella cuando su cabello comenzó a caer. La miró con compasión y con amor. Finalmente cuando ella partió, en octubre de 2023, Raúl se retiró del ruido del mundo y se quedó a solas con su duelo.
“Uno no está listo para eso. Pero el amor verdadero no se va con la muerte”, dijo en una anterior entrevista. Escribió un libro, sanó, lloró y luego volvió. No igual, pero sí con una fuerza distinta; con una madurez que se nota en su mirada, que se escucha en su voz y que se siente en cada decisión que toma, sobre todo, en la cocina de MasterChef.
“Yo pensé que esto era venir a cocinar, a pasarla bueno. Pero no, no se debe olvidar que esto es un reality”, contó entre risas en diálogo con El Universal. “Esto es convivencia, ansiedad, estrategia, cansancio. Hay días que no dormimos, son jornadas de grabación de doce horas o más. Pero también hay encuentros que te cambian”.
Los amigos son como terapia para Raúl Ocampo
Uno de esos encuentros fue con Valentina Taguado. Con ella y con Valeria Aguilar formó un lazo que trascendió las cámaras. “Creo que cualquier persona que tenga el increíble placer de cruzarse a Valentina es un afortunado. Luego estamos los más, los que logramos estar cerquita a su corazón y hacer una amistad. Ahí estoy yo”, dice Raúl. “Vale tiene una de las terapias más lindas del mundo, y es reír para no llorar. Yo me identifico con eso”.
Y Valentina también habla de él con un afecto sin disfraces: “Yo solo de pensar en que iba a llegar y verle la ‘jeta’ a Raúl, y que alguna bobada iba a decir para hacerme reír, eso me hacía feliz. Es muy lindo, de verdad. Si estaba estresada, volteaba a buscarlo a él o a Valeria y se me pasaba”.

Raúl no es de grandes declaraciones, pero sus frases quedan retumbando. En especial una que parece condensar su filosofía de vida: “Para los problemas, las soluciones”.
Lo aprendió en el set, pero también en la vida. “No se puede estar en MasterChef, ni ir por la vida diciendo ‘eso me queda grande, no puedo’. Siempre toca salir a resolver, aunque uno no se sienta bien o piense que ya que no se puede hacer nada, no. La vida sigue y con ganas de salir adelante y buena actitud, todo se logra”, dice. Esa es una enseñanza que lleva tatuada, más allá del delantal. Lea: MasterChef Celebrity: ¿coqueteo entre Valentina Taguado y Raúl Ocampo?
En el programa ha enfrentado retos impensables. Desde preparar un mojojoy (gusano amazónico), hasta batallar con su propia ansiedad en medio de una dinámica donde 22 personas compiten, conviven, se enfrentan y se exponen. Es ese sentido del humor suyo, tranquilo pero agudo, el que ha sido su mayor herramienta de supervivencia.

También, su empatía, su capacidad de leer el ambiente, de elegir con quién sí y con quién no, le han servido de estrategia: “Es muy importante saber con quién tienes química, con quién puedes hablar. Eso influye en cómo afrontas las cosas en el programa y en la vida también”, reflexiona.
Raúl no solo quiere avanzar en la competencia. Quiere avanzar en ese viaje llamado vida y su paso por MasterChef es parte de ese recorrido. Un viaje donde no hay guión, donde no hay atajos, pero sí aprendizajes. Donde la cocina ha sido una excusa para seguir sanando, creando, compartiendo.
Hoy, millones lo ven desde sus casas. Lo admiran, lo escuchan, lo sienten cercano. Porque más allá de la fama o la pantalla, Raúl conecta con algo esencial: la honestidad emocional.
Él es más que solo un actor, un concursante, o solo una cara bonita, es un hombre que ha vivido lo más dulce y lo más amargo. Que ha perdido y ha vuelto a empezar. Que no teme mostrar sus vulnerabilidades porque sabe que allí también hay belleza. Lea: Valentina Taguado en su paso por MasterChef Celebrity: “Reír para no llorar”
Raúl Ocampo cocina como vive: con el corazón en la mano, con humildad, con entrega. Y con la certeza de que, aunque la vida no siempre dé las respuestas, mientras siga viviendo, él las podrá encontrar.