Lo que empezó como un momento romántico frente a miles de personas en un estadio terminó convirtiéndose en una historia de traición, poder y linaje. Kristin Cabot, mujer que se presumía fuera la ejecutiva de recursos humanos de la empresa tecnológica Astronomer, fue captada en la kiss cam de un concierto de Coldplay en el estadio Gillette, en Massachusetts, besándose con el CEO de la compañía, Andy Byron.
Aunque días después se confirmó que Kristin no es la ejecutiva de recursos humanos de la empresa, lo cierto es que si está casada también. El clip de la infidelidad, que rápidamente se hizo viral, generó millones de reacciones y vistas en redes sociales, y desató uno de los escándalos corporativos más comentados del año.
Pero la historia dio un giro aún más mediático cuando se descubrió que Kristin Cabot no solo está casada, sino que no es con cualquier persona, es con Andrew Cabot, un empresario y heredero directo de una de las familias más antiguas y poderosas de Boston: los Cabot. Lea: Suspenden a CEO de Astronomer y aclaran que la mujer no es empleada
Tras la viralización del video, múltiples publicaciones en línea comenzaron a indagar en la vida personal de Kristin y en su perfil de LinkedIn —ahora eliminado— mostraba que había sido parte del consejo asesor de Privateer Rum, la empresa de destilación de ron artesanal propiedad de su esposo. A eso se suman registros públicos que indican que la pareja compró una residencia en la costa de New Hampshire por 2,2 millones de dólares a inicios de este año.
Aunque no se conoce la fecha exacta del matrimonio, se cree que la unión ocurrió entre 2022 y 2023, después de que Kristin se divorciara oficialmente ese mismo año. Andrew, por su parte, también habría tenido un matrimonio anterior. Todo indica que esta sería la segunda vez que ambos llegan al altar.
¿Quién es Andrew Cabot, millonario esposo de Kristin Cabot?
Andrew Cabot no solo es dueño de Privateer Rum, una marca de ron premium reconocida por su producción artesanal sin aditivos, sino que también es el sexto heredero de una familia que ha influido profundamente en la historia económica, social y política de Boston durante más de diez generaciones.
Su antepasado homónimo, Andrew Cabot (siglo XVIII), fue un comerciante de ron y “privateer” (corsario autorizado) durante la Revolución Americana. Esa tradición marítima marcó el inicio de una fortuna que se expandió en los siglos siguientes con negocios en el comercio de carbón, caucho, bienes raíces y banca.
Un dato llamativo: en 1972, The New York Times estimó que la fortuna de los Cabot alcanzaba los 200 millones de dólares, lo que equivaldría hoy a más de 15.000 millones de dólares en 2025. Y eso, sin contar las propiedades, inversiones privadas y donaciones filantrópicas que siguieron sumándose con los años.
El apellido Cabot forma parte del exclusivo grupo conocido como los Boston Brahmin, la aristocracia anglosajona que definió la élite intelectual y económica de Nueva Inglaterra. Uno de los versos más populares que resume el poder de este linaje reza:
“Y este es el viejo y buen Boston,el hogar del fríjol y del bacalao, donde los Lowell solo hablan con los Cabot,y los Cabot solo hablan con Dios.”
Ese poema, que circula desde el siglo XIX, simboliza cómo la familia ha estado durante siglos en la cima de la jerarquía social, casi intocable.
El historiador y miembro de la familia, Francis Cabot, llegó a describir con ironía los intereses de su linaje:
“A lo largo de los años, han estado interesados en dos cosas: una es casarse con mujeres ricas y la otra es cantar en grupo”.
La fortuna de los Cabot no está exenta de sombras. Los registros históricos muestran que parte de su riqueza inicial provino del comercio de esclavos, opio y ron, actividades legales en su tiempo pero moralmente cuestionables hoy.
También fueron inversionistas tempranos en industrias como la del caucho, donde se beneficiaron del desarrollo del carbon black, un compuesto fundamental para la producción de neumáticos.
Pese a ello, los Cabot también son conocidos por su generosidad filantrópica. Han donado millones a instituciones como Harvard, MIT, el Boston Symphony Orchestra, el Museum of Fine Arts y la Perkins School for the Blind.
Actualmente, Andrew dirige Privateer Rum, una destilería ubicada en Ipswich, Massachusetts, que combina técnicas tradicionales con innovación moderna. El lema de la empresa es simple: “Sin aditivos, sin trucos”. En una entrevista con Harvard Magazine, Andrew explicó su misión:
“Quiero crear un producto que sea tan honesto como posible. Algo que honre la historia, pero que también marque su propio camino.” Lea: Empresario infiel en concierto de Coldplay no pidió perdón, empresa lo desmintió
Privateer Rum ha sido elogiado por expertos del sector y se ha posicionado como una marca de lujo que respeta los procesos artesanales. Irónicamente, en su perfil público, Andrew se presenta como un hombre reservado, amante de la historia y la navegación, muy alejado del tipo de escándalo que hoy pone su apellido nuevamente en la mira pública.