Hay cosas que solo se revelan al calor del fuego; no ese que cocina una pechuga, ni del que hierve una salsa. Es el fuego que arde dentro de los corazones, ese calor interno que despiertan los recuerdos, las pérdidas, los amores que están y los que ya no están, las raíces, los miedos y los sueños. El que esta décima temporada de MasterChef Celebrity Colombia ha encendido, pero, el que no todos quieren ver.
Este año, el reconocido reality de RCN celebra una década al aire. Diez años de recetas, tensión, delantales de colores y sorpresas. Pero sobre todo de emociones: porque aunque la crítica se ha centrado en los dramas de las celebridades, lo cierto es que lo emocional siempre ha sido parte del ADN de MasterChef, que más allá de ser un programa de cocina, es eso, un reality.
Claudia Bahamón sigue siendo el alma cálida del set, acompañando con empatía cada caída y celebrando cada triunfo. Jorge Rausch y Nicolás de Zubiría siguen evaluando con rigurosidad técnica, y este año se suma Belén Alonso, una chef argentina que ha traído un nuevo tono al programa. Lea: “¿Y si no qué?“: pelea entre Michelle Rouillard y Valeria Aguilar en MasterChef
En esta edición, la cocina también renovó su imagen para celebrar el aniversario: nuevo diseño, más espacio y más luz. Pero el cambio no fue sólo estético: se han estrenado nuevas dinámicas, como “Cocinando con los chefs”, haciendo de esta temporada una en la que, más que nunca, la gastronomía se ha entrelazado con lo humano.

¿MasterChef Celebrity Se volvió puro drama?
Desde su estreno el 18 de junio, MasterChef Celebrity 2025 ha recibido más críticas que aplausos. Muchos espectadores lo acusan de haberse convertido en un show de lágrimas, de estar lleno de drama, de haber perdido el foco. Dicen que se “cambiaron los sartenes por los kleenex” y que, más allá de la cocción, lo que se evalúan son corazones rotos.
En redes abundan los memes: ‘¿MasterChef o La casa de los famosos 3?’, ‘Lloran más que en una novela turca’ y ‘Ya no gana el que mejor cocina, sino el que más llora’, son algunos de los comentarios que se leen.
Pero, ¿cuál es el foco real de MasterChef Celebrity? ¿Ver a una celebridad cocinar el plato de alta cocina más perfecto o ver qué lo movió por dentro para hacerlo?
Yesenia Valencia, actriz y productora, renunció en el primer reto de eliminación porque -como dijo-, “esto no me hace feliz”. Michelle Rouillard y Valeria Aguilar protagonizaron una fuerte discusión en plena preparación. Luly Bossa cocina entre lágrimas recordando cada vez que puede la batalla que su hijo perdió contra la distrofia muscular y Diego ‘Pichingo’ Gómez habla de cómo la cocina se convirtió en su refugio tras una infancia dolorosa. Cada uno lleva sus cicatrices al fogón. No para dar lástima, sino porque antes que celebridades, son humanos y es precisamente eso, lo que condimentará sus platos de verdad.
La emoción, lejos de ser un adorno, es parte del proceso. Cocinar es revivir. Es memoria. Es, como dice Salomón Hoyos, joven chef cartagenero de 21 años: “El pilar de la gastronomía. Porque en cada hogar y comedor; hay recetas, hay historia, hay tradición y eso marca a las personas”.

Saborear historias
Salomón estudió gastronomía en la Escuela Mariano Moreno, luego de haberse formado empíricamente junto a su abuela, de raíces libanesas, y con el libro Cartagena de Indias en la olla siempre en la mano.
Su tesis fue un menú de 10 tiempos llamado ‘Savia’ (líquido que circula por el interior de las plantas y que les proporciona nutrientes), que contaba la historia de la vida desde el nacimiento hasta la muerte. Un menú emocional, íntimo y lleno de símbolos sin vergüenza alguna.
“Hubo un par de lágrimas derramadas, fue un impacto sentimental muy grande y eso era lo que queríamos. Porque cuando cocinas con el alma, puedes mover algo en el otro. Quedamos tan satisfechos como puede estar un chef: ofrecimos comida excelente, un servicio impecable y una experiencia inolvidable”, expresó.
Para él, la cocina no se trata solo de técnica. Se trata de intención, de propósito, de narrativa: “Cocinar es contar. Es decir: esto soy. Esto viví. Esto me marcó. Y lo pongo aquí, en este plato”. Salomón defiende la sensibilidad como un ingrediente fundamental. No de debilidad, sino de autenticidad. Lea: Valentina Taguado en su paso por MasterChef Celebrity: “Reír para no llorar”
“Es estar entre el amor y el odio, hay una línea delgada, un solo paso; hay días en los que uno está enamorado de lo que hace, pero hay otros en los que estoy aburrido, y no me siento bien y todo eso se ve reflejado en la preparación que haga. Y así, también afecta el peso de las historias, tradiciones y emociones que cargas en ti. A veces hay un punto en el que uno debe saturarse, pausar, buscar un poco de inspiración, creatividad y volver a retomar para dar lo mejor”.
Las lágrimas no son enemigas del rigor. Esta temporada también ha tenido retos complejos, devoluciones duras, platos desastrosos y exigencias técnicas que han dejado a más de uno sin aliento, pero la gastronomía no desaparece: simplemente comparte espacio con el corazón.

Como dice Salomón: “La perfección, la creatividad y la conexión no deben pesar ninguna más que la otra, en un buen plato deben ir más bien entrelazadas. Puedes tener mucha emoción por un ingrediente, pero si no tienes la técnica para usarlo, difícilmente lo vas a expresar bien. La técnica es la herramienta, pero lo que hace que un plato trascienda es lo que dice, no solo cómo se ve”.
Eso es lo que quizás esta temporada de MasterChef está mostrando. No es menos cocina. Sino más cocina de verdad. Porque la cocina de verdad no es solo gastronomía, es biografía, es psicología, es historia; cosas que resultan incómodas o dolorosas de enfrentar para algunos. Lea: René Higuita es eliminado de Masterchef Celebrity: así reaccionan televidentes
Aunque esta temporada no sea la más alta en rating y haya recibido un sinfín de críticas, lo cierto es que abre un nuevo debate sobre lo que significa realmente cocinar. No se trata de restar importancia al nivel gastronómico, sino de reconocer que la cocina también es un arte y una forma de narrarse a uno mismo, de sublimar el dolor, de conectar con los demás desde un lugar profundo y un acto de amor, porque al corazón, también se llega a través de la barriga.