El mundo del ska y de la música independiente argentina está de luto tras la muerte de Araceli Julio, reconocida cantante, compositora y voz principal de la banda Satélite Kingston, quien falleció a los 39 años tras una dura batalla de salud.
Su partida, ocurrida el miércoles 9 de julio en el Hospital Central de San Isidro, sacudió al ambiente artístico y cultural por la profundidad de su legado musical y la crudeza de la lucha que enfrentó en los últimos meses.
Araceli era mucho más que una vocalista. Era una figura central en Satélite Kingston, grupo pionero del ska argentino formado a mediados de los años noventa, conocido por su fusión de ritmos jamaiquinos, letras conscientes y energía en vivo.
Su voz potente y cálida, sumada a su sensibilidad como compositora, ayudó a consolidar el sonido del grupo, que encontró un lugar propio en la escena musical independiente.
En sus letras se hablaba de amor, de barrios, de luchas sociales y también de esperanza. Su capacidad para conectar con el público convirtió a Araceli en una de las artistas más queridas del género. Quienes la conocieron destacan no solo su talento, sino también su dulzura, entrega y compromiso. Tras conocerse la noticia de su muerte, las redes sociales se inundaron de mensajes de despedida por parte de colegas, seguidores y organizaciones sociales. Lea: Cantante vallenato hallado muerto en su casa dejó mensaje premonitorio, esto dijo
La propia banda la despidió con un emotivo mensaje en Instagram:
“La vamos a extrañar como quizás hasta hoy no sabíamos que se podía extrañar a alguien en esta vida. Solo nos reconforta la noción de que tendremos siempre muy presentes la compañía dulce de su recuerdo y también los registros de su voz, su sonrisa, sus canciones”.
¿De qué murió la cantante argentina Araceli Julio?
La historia de Araceli también visibilizó otra cara de la crisis sanitaria en Argentina.
A principios de este año, la cantante contó públicamente que padecía cáncer y denunció que había dejado de recibir un medicamento oncológico esencial debido a recortes presupuestarios en la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), un organismo dependiente del Ministerio de Salud. Esto interrumpió un tratamiento clave para su supervivencia.
La falta de respuesta institucional la obligó a acudir a la Justicia. Con apoyo de fans, colegas y organizaciones, presentó un amparo y consiguió una orden judicial que exigía al Estado restablecer de inmediato el suministro. Sin embargo, el Ministerio de Salud apeló el fallo, lo que retrasó aún más la entrega del fármaco, en un momento crítico para su salud.
Mientras tanto, se organizó una campaña solidaria para costear asesoría legal y acceder a la medicación por vías alternativas. Artistas, agrupaciones feministas como Ni Una Menos, MuMaLá y Actrices Argentinas, así como cientos de seguidores, se sumaron a difundir su caso, que encendió las alarmas sobre el acceso desigual al tratamiento oncológico en Argentina.
“Lo que me está pasando a mí le pasa a muchísimas personas. No podemos permitir que nos nieguen el derecho a la salud”, dijo Araceli en uno de sus últimos posteos públicos.

¿Quién era Araceli Julio?
Araceli Julio no solo dejó una marca imborrable en la música. También fue una mujer comprometida con las causas sociales. Participó en actividades culturales comunitarias, defendió los derechos de las mujeres, de las disidencias sexuales y de los sectores más vulnerables. Su voz se alzó dentro y fuera del escenario.
Entre los temas más recordados de Satélite Kingston con su participación están “El galpón”, “Calle angosta”, “Al paso” y “Faro del sur”, todos con su sello personal: letras honestas, melodías que oscilaban entre la nostalgia y la resistencia, y un mensaje esperanzador aún en medio de las crisis. Lea: ¿Cuánto dinero le quitarán a Charlie Zaa por presunto testaferrato?
Hoy la música argentina despide a una artista inmensa, cuya vida y obra seguirán resonando en los parlantes, las calles y los corazones. La muerte de Araceli Julio no solo deja una ausencia, sino también un mensaje poderoso: que el arte puede ser trinchera, que la voz puede ser protesta y que la memoria, en muchos casos, también es una forma de justicia.