Me asombra aún, después de su partida, la capacidad intuitiva de Eliseo Herrera para comprender que el lenguaje es un juguete, y ese fue el tratado que supo darle a la palabra. No se preocupó, al igual que el filósofo alemán Ludwig Wittgenstein, por el significado de las palabras, sino en el uso creativo de las mismas. Él, Eliseo Herrera, hizo lo que el filósofo del lenguaje promovió en su “Tractatus Logico-Philosophicus” como una forma de explorar el lenguaje.
Con su voz melódica, nos llevó por un mundo de fantasía y creatividad, donde “El lirón” y “La gaviota” volaban alto, mientras “La burrita” y “La oveja” pastaban en el prado.
En sus canciones, “El pollito” y “Gallinacito” cacareaban, mientras “La cascabel” sonaba con ritmo y “El cigarrón colorado” zumbaba con alegría. También nos presentó a “La zorra” astuta y “El coroncoro” majestuoso.
Pero no solo los animales poblaron su universo musical. También nos mostró la riqueza de la flora colombiana, con “La cañandonga” y “La mafafa” danzando al viento, mientras “La enredadera” se entrelazaba con “El totumo” y “La bonga” florecía en el jardín. En sus canciones, “Flores rojas” brotaban en el campo, y “El palito de clemon” y “El tabaco” nos llevaban a un mundo de aromas y sabores. También nos presentó “El mamey” dulce y “La palma de coco” alta y majestuosa.
Con su estilo único, Eliseo Herrera nos hizo gozar de la naturaleza y la vida, con canciones como “El monte”, “La yerbita” y “El tamarindo” que nos transportaban a un mundo de fantasía y creatividad. Y en “La manzana” y “El plátano pintón”, nos mostró la riqueza de la tierra colombiana.
Este 14 de junio se cumple un siglo del nacimiento de don Eliseo Herrera Junco, recordado como un maestro de la palabra y la música. En Torices nació este ser excepcional, como consta en una formidable crónica de algunos años atrás, publicada en El Universal de Cartagena, del periodista Alfredo Pernett, hijo de La Loma del Diamante.
El día que nació Eliseo Herrera
El 14 de junio nació un ser humano irrepetible, en quien la naturaleza y las manos alfareras del mejor artesano del mundo tocaron entretenidamente a un niño que, con el trote del tiempo, se convirtió en hombre para enaltecer el canto del sufrido pueblo colombiano.
A usted, maestro Eliseo Herrera Junco, el pueblo de nuestra América, a quien pusiste a gozar, te agradece eternamente.
*Aprecio la ayuda de mi amigo Julio César Escorcia Vizcaíno, condiscípulo del Liceo Bolívar, Promoción 1974, quien gracias a sus archivos valiosos de su colección musical pudimos conocer la obra musical del maestro Eliseo Herrera Junco.