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Farándula

La actriz Natalia Betancurt honra su presente mirando al pasado con gratitud

La actriz colombiana mira su historia: una vida entre la actuación, la música, la maternidad y el arte como gran razón de agradecimiento.

La actriz Natalia Betancurt honra su presente mirando al pasado con gratitud

La actriz Natalia Betancurt honra su presente mirando al pasado con gratitud. //Foto: cortesía.

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Hay personas que transitan la vida como quien sube una montaña: con paciencia, respirando profundo y mirando atrás para valorar el camino recorrido; así es Natalia Betancurt. Una mujer colombiana que lleva ya más de tres décadas en el arte y que hoy, después de tantas vueltas, elige mirar su historia no con nostalgia, sino con gratitud.

“Profesionalmente estoy actuando hace 30 años”, cuenta con orgullo, el mismo que la ha acompañado desde sus primeros pasos en la televisión colombiana. Empezó cantando, pero fue la actuación la que la abrazó temprano, cuando apenas tenía 14 años y ya hacía parte del icónico elenco de ‘Dejémonos de vainas’. Allí, entre libretos, sets y maratónicas jornadas de grabación, aprendió algo más que el oficio: aprendió el carácter.

“Fueron mis propios compañeros los maestros que me enseñaron todo”, recuerda con cariño y se refiere a gigantes como Erika Krum, Carlos de la Fuente, Paula Peña o Maruja Mayuso, pioneros de nuestra televisión que la formaron sin saberlo mientras compartían escena. Lea: Siam: una historia de amor, música y resistencia

Natalia ha participado en icónicas novelas colombianas como 'La guerra de rosas' y 'el cartel de los sapos'. //Foto: cortesía.
Natalia ha participado en icónicas novelas colombianas como 'La guerra de rosas' y 'el cartel de los sapos'. //Foto: cortesía.

“Era una niña jugando a ser adulta”, dice ahora, mirando hacia atrás con dulzura. “Jugando al maquillaje, a los tacones, a ser mamá… perdí muchas cosas como mi libertad y la privacidad, fue un reto enfrentarme a eso”.

Su estrellato fue rápido. A los 18 años protagonizó ‘La guerra de las rosas’, un éxito rotundo dentro y fuera del país, lo que vino fue una carrera sólida: ‘María Madrugada’, ‘El cartel de los sapos’, ‘La bruja’, ‘Débora, la mujer que desnudó a Colombia’, ‘Nicky Jam: El ganador’, ‘La vida después del reality’, entre otros.

En cada proyecto, Natalia ha dejado una parte de sí. Y aunque a veces el ritmo fue exhaustivo, eligió siempre tomarse el trabajo con amor: “Fue duro, fue complicado, pero me formó, me dio ese carácter como actriz y ese valor de la formación”.

Como Natalia no sólo actuaba, sino que otra de sus grandes pasiones seguía siendo el canto, en ‘María Madrugada’ interpretó el tema principal de la novela ‘Un beso en la oscuridad’. Lo que no sabía es que eso más adelante la llevaría a grabar un disco con el productor Estéfano, con quien se casaría y la llevaría a vivir una etapa de 14 años de vida en Miami, lejos de los reflectores y las pantallas.

Entre pañales y libretos

Esta etapa fue completamente diferente para Natalia, lejos de las cámaras y dedicada a la familia: “Le agradezco a la vida haber podido honrar mis ciclos y vivirlos a cabalidad”, dice. “Me pude entregar a la profesión, pero también a la maternidad y a ser esposa”.

Su hijo Ariel nació poco tiempo después, en un parto de agua, en casa. Y esta pausa le permitió ser una mamá presente, amamantó hasta los 3 años. Se detuvo, hizo una pausa en el arte para dedicarse a la crianza, pero cuando volvió, fue como si el escenario la hubiera estado esperando siempre. “Fue como un abrir y cerrar de ojos… dejé las cosas en caliente y cuando volví estaban aún más caliente”, dice entre risas. “No fue empezar de cero, fue volver con toda la experiencia ya adquirida”.

Su regreso fue con ‘El cartel de los sapos’, donde interpretó a Juliana, una mujer leal y valiente, que -como ella- no negocia sus convicciones. “A mí Juliana me infundió muchísima fuerza. Me lo gocé, simplemente por hacer las cosas con amor y con entrega absoluta”. Lea: “Yo no quería actuar”: Carolina Gómez revela cómo llegó a la actuación

Después de años viviendo en Miami, Natalia regresó definitivamente a Colombia en octubre del año pasado. Y llegó con la maleta llena de proyectos, de ideas y de buena energía.

“La vida se renueva todos los días”, dice. Ahora hace castings, canta, pinta, escribe canciones. Y, como siempre, busca el equilibrio entre el arte y el amor por su hijo. “Aunque mi hijo nació en Estados Unidos, siempre trato de inculcarle nuestras raíces antioqueñas. A través de la música, la comida, las costumbres”.

Una película con propósito

El próximo 26 de junio se estrena su nueva película: ‘Un padre muy madre’, una comedia grabada en La Guajira que ella misma describe como luminosa, sensible y poderosa. Su personaje, Lili, es una “cachaca” que decide dejarlo todo para ayudar a madres solteras en procesos prenatales, pero con la peculiaridad de que en la historia también se encuentra con el personaje del reconocido actor costeño Edgar Vittorino, a quien tendrá que entrenar para ser papá.

De esa experiencia nació un proyecto social: llevar agua, clases de inglés y oportunidades a comunidades vulnerables de La Guajira. “De nada sirve señalar. La solución viene de nosotros mismos”, afirma. A través de su arte, Natalia quiere aportar. Compuso una canción llamada ‘Todo está bien’, producida por Freddy Camelo, y planea una exposición de pintura para recaudar fondos.

Natalia Betancurt y Édgar Vittorino en el set de 'Un padre muy madre'. //Foto: cortesía.
Natalia Betancurt y Édgar Vittorino en el set de 'Un padre muy madre'. //Foto: cortesía.

Natalia habla de todo con una serenidad contagiosa. Su vida no ha sido lineal, pero sí profundamente auténtica. Ha hecho de la gratitud su escudo y de la vocación, su bandera. “Un corazón alegre es un buen remedio, un triste espíritu seca los huesos”, cita a la Biblia con convicción y ese parece ser su lema. Lea: Iván Villazón: “El vallenato ha perdido sus verdaderos valores”

Hoy, Natalia Betancurt -actriz, cantante, madre y activista- camina la vida con los pies en la tierra pero con el alma despierta. No compite. No acelera. No finge. Simplemente sigue, paso a paso, como quien sube una montaña sabiendo que lo más bello no siempre está en la cima, sino en el camino andado: “Estoy en este proyecto y esta empresa que soy yo misma, Natalia Betancourt, con muchísimo amor para la gente y alegría a través de este don que Dios nos ha dado del arte”.

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