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Beéle, Andrés Calamaro y Diomedes Díaz: ¿se puede separar la obra del artista?

La discusión sigue abierta: ¿se debe separar la obra del artista? Un análisis del eterno dilema con opiniones de distintas voces consultadas.

Beéle, Andrés Calamaro y Diomedes Díaz: ¿se puede separar la obra del artista?

Beéle, Andrés Calamaro y Diomedes Díaz: ¿se puede separar la obra del artista? //Fotos: archivo.

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En el altar volátil de la fama, donde cada vez emergen más ídolos bajo la luz de reflectores y pantallas, una inquietud tan vieja como el arte mismo surge, pero que hoy en día las redes sociales han encendido con una nueva furia: ¿podemos -o debemos- separar la obra del artista?

Las figuras públicas ya no son solo intérpretes o creadores: son espejos de valores, blancos de críticas y, según el lente con que se les mire, víctimas o verdugos.

Hoy, más que nunca, este debate se reaviva con nombres propios. El cantante barranquillero Brandon de Jesús López, mejor conocido como Beéle, aclamado por su voz suave y sus bailes caribeños, ha sido señalado por su exesposa y madre de sus hijos, Camila ‘Cara’ Rodríguez, quien lo acusa de malos tratos, infidelidades y abandono durante su relación.

Por su parte, Beéle ha manifestado que las cosas no son como parecen. Ha seguido creando música y hoy figura entre los artistas más escuchados del mundo. La discusión en línea sobre este caso ha sido una de las más intensas y contradictorias del último año: mientras muchos claman por su cancelación, otros simplemente desean seguir disfrutando de su música sin sentirse culpables.

Por otro lado, tenemos a Andrés Calamaro. El reconocido artista argentino está en el ojo del huracán por su apasionada defensa de la tauromaquia, una postura que ha dejado un sabor amargo entre muchos de sus seguidores, especialmente en España y Latinoamérica, donde el debate sobre los derechos de los animales sigue en aumento.

A esto se suman sus actitudes erráticas en los conciertos, como la que protagonizó recientemente en Cali, donde interrumpió su presentación para defender la tauromaquia. Ante el rechazo del público, decidió abandonar el escenario con la frase: “Lo siento, están cancelados. ¡Hasta nunca!”.

Y el caso más polémico: Diomedes Díaz, el ídolo vallenato que murió siendo leyenda y aún causa controversia. El llamado ‘Cacique de la Junta’ fue condenado por el homicidio de Doris Adriana Niño en 1997, un crimen que empañó su carrera pero no su popularidad. Lea: Video: Andrés Calamaro es abucheado en Cali tras defender la tauromaquia

Su historia está salpicada de excesos: drogas, promiscuidad y violencia. Pero, ¿cómo se explica que miles de personas aún celebran su legado con tal devoción? Cada 26 de mayo, fecha de su cumpleaños, los mensajes, homenajes y festejos en su honor cobran protagonismo.

Beéle  //Foto: Colprensa.
Beéle //Foto: Colprensa.

Artistas: humanos al fin y al cabo

“Los artistas también son seres humanos”, afirma una persona que compartió su opinión conmigo, parece una frase muy cliché pero es cierta: los artistas son humanos, con todo lo que ello conlleva ser: contradictorios, amorosos, frágiles, ególatras, brillantes y vulnerables. La única diferencia: que sus errores se reproducen en pantallas y titulares, mientras los demás podemos lidiar con los nuestros en el silencio de la intimidad. ¿Cómo reaccionarías si cada una de tus fallas fuera examinada minuciosamente por millones de espectadores?

Hay quienes creen que no existe una división posible, pues toda creación lleva algo de quien la firma: “La obra es el sentir y el pensamiento de la persona, y eso no se puede separar de la carne”. Otros, en cambio, sostienen que ese mismo arte puede convertirse en testimonio de redención, en belleza nacida de la oscuridad: “Que la gente ‘mala’ haga buen arte es motivo de esperanza. Ser humano es transgredir, pero todos tenemos la oportunidad de redimirnos y de hacer el bien a pesar de nosotros mismos”, expresaron algunos usuarios en la red social X. Lea: Diomedes Díaz ya tiene escultura en el Hall de la Fama del Vallenato

Y es que los ídolos no son perfectos aunque los subamos al pedestal más alto. La industria los exalta desde jóvenes, muchas veces sin la formación emocional o académica necesaria para sobrellevar tanta presión y el entorno del espectáculo es feroz. “El mundo en el que están inmersos los puede llegar a envolver tanto que pierden su horizonte, sus valores y su moral, eso los lleva a cometer errores, a explotar, como cualquier persona… no los hace ni menos talentosos ni menos humanos”, sostiene Zuleima Balaguera, periodista cartagenera.

Andrés Calamaro se pronunció tras sus controversiales palabras en Cali, Colombia. //Foto: EFE.
Andrés Calamaro se pronunció tras sus controversiales palabras en Cali, Colombia. //Foto: EFE.

La cultura de la “cancelación”

Las redes sociales han cambiado las reglas del juego. Hoy, un tuit puede valer más que una condena judicial, y un error, por mínimo que sea, puede costar una carrera si se vuelve viral.

En medio del fragor digital, olvidamos que no somos jueces ni testigos veraces. Sobre el caso de Beéle, una joven opina: “Dejen de criticar a Brandon y enfóquense en ‘Beéle’. Sólo él y su familia saben qué pasó. Nosotros solo somos espectadores. No juzguemos por cosas que no sabemos” y vaya que tiene razón ¿quienes somos nosotros para juzgar? y menos sin conocer lo que realmente ocurrió por fuera de un teléfono. Lea: Beéle responde a Cara con nueva canción: “contestó el pódcast en 3 minutos”

Ahora bien, es necesario diferenciar entre “separar la obra del artista” y eximirlo de sus actos. Ser empáticos no significa aceptar la impunidad: el arte no puede ser excusa para hacer daño. Cuando hay delitos, como en el caso de Diomedes Díaz, quien debe actuar es la justicia, no los haters. Y mientras eso ocurre, como ciudadanos, podemos -y debemos- ejercer un juicio ético, sin olvidar que nadie posee la verdad absoluta.

Al final, no hay una única respuesta a la pregunta. Tal vez no se trata de separar o no, sino de convivir con la contradicción, de entender que un artista puede ser muchas cosas a la vez: genio y villano, belleza y herida. Quizás -solo quizás- se trate de aprender a mirar con más matices y empatía. De simplemente disfrutar de la música, el cine, la literatura y la pintura. De admirar sin idealizar.

Diomedes Díaz. //Foto: archivo.
Diomedes Díaz. //Foto: archivo.

Porque detrás de cada obra hay una persona, y en esa persona -como en todas- habita un universo entero: imperfecto, contradictorio, lleno de luces y sombras. El debate sigue abierto y hay mucho que cuestionar, sí. Pero también vale preguntarse por qué esa exigencia ética se aplica con tanta fuerza sólo en el arte. No nos interrogamos, por ejemplo, sobre la vida personal de quien construyó la casa en la que vivimos. ¿La abandonarías si supieras que fue hecha por alguien con un pasado turbio? ¿Dejarías de comer las tortas de una fábrica solo porque su director fue acusado de algo cuestionable?

Como expresaba un fan sobre Diomedes Díaz: “Uno se identifica con ellos (los artistas) porque son humanos, humildes y eso los hace más grandes, hace que sus errores sean más comprensibles... celebramos su legado, no sus fallas”.

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