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Psicóloga analiza el caso de una mujer viral: Adriana Díaz, ¿qué pasa con ella?

Un caso viral de salud mental en redes sociales enciende alertas y llama a reflexionar sobre la gravedad de los trastornos psicológicos.

Psicóloga analiza el caso de una mujer viral: Adriana Díaz, ¿qué pasa con ella?

Psicóloga analiza el caso de una mujer viral: Adriana Díaz, ¿qué pasa con ella? //Foto: ilustración creada con inteligencia artificial.

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Adriana Díaz camina por las calles de Bogotá con una cámara en la mano y un grito de ayuda atorado en la garganta. Denuncia a través de sus redes sociales que la persiguen. Que hay un plan para matarla. Que su madre -ausente y lejana- la enfermó para cobrar un seguro de vida en Estados Unidos a su nombre. Que la Policía, los calvos, las rubias e incluso los tenderos del barrio forman parte de una red invisible de acoso en su contra.

Para muchos esto puede sonar como una película de terror sacada de las grandes pantallas. La mayoría no le cree. Algunos le temen. Muchos se ríen y casi todos la comparten. Pero pocos son los que se detienen un momento a pensar más allá: ¿qué es lo que realmente pasa con Adriana Díaz?

Su rostro se ha vuelto viral en TikTok. Sus palabras, disonantes, están acompañadas por efectos de comedia, parodias y reacciones de influencers. Pocos saben, sin embargo, que Adriana tendría un diagnóstico médico: esquizofrenia paranoide y trastorno bipolar. Menos aún conocen que, detrás de su historia, hay abandono, traición y trauma.

Este caso que se ha hecho viral debe ser aprovechado para abrir un debate mucho más grande y es el peligro que generamos como sociedad cuando convertimos una crisis de salud mental en un espectáculo mediático.

Un deterioro invisible… o muy visible

Las redes sociales han modificado el paisaje emocional del mundo. Nos conectan, sí, pero también nos exponen, nos distorsionan, nos aíslan. Y en medio de esa exposición constante, quienes viven con trastornos mentales encuentran un terreno especialmente riesgoso.

“Las condiciones mentales como la depresión, la ansiedad, los trastornos de bipolaridad y la esquizofrenia son enfermedades insistentes dentro de la salud mental y sus condiciones pueden empeorar con el mal uso de las redes sociales”, explica Ana María Morales Rengifo, representante regional del Colegio Colombiano de Psicólogos (Colpsic).

El caso de Adriana es un ejemplo clave de esto, esa exposición se ha convertido en una forma de re-victimización diaria. La viralidad ha amplificado sus síntomas, ha alimentado sus delirios de persecución y ha trivializado su sufrimiento.

Morales es clara: “Lo que está teniendo es una crisis que requiere de una atención en salud prioritaria”. Pero en lugar de atención, recibe visualizaciones. En vez de ayuda, recibe burlas. Y en lugar de comprensión, se le devuelve un eco de risas que ella dentro de su realidad alterada, no entiende.

La esquizofrenia es una de las enfermedades mentales más estigmatizadas y tiene múltiples causas. “Puede ser genética, biológica, por un desequilibrio cerebral, o psicológica, ligada a traumas familiares y sociales”, señala Morales. Y en un país como Colombia, atravesado por la violencia, la guerra y el abandono, los traumas no son la excepción, sino la norma. Adriana es, en ese sentido, un reflejo extremo de una herida común que hemos decidido más bien ignorar.

Adriana Díaz es una ciudadana bogotana de 42 años que expone su caso a través de redes sociales. //Foto: ilustración creada con inteligencia artificial.
Adriana Díaz es una ciudadana bogotana de 42 años que expone su caso a través de redes sociales. //Foto: ilustración creada con inteligencia artificial.

Síntomas que no se ven, gritos que no se oyen

El 66.3% de los colombianos tiene o ha tenido alguna experiencia relacionada con la salud mental, según cifras del Ministerio de Salud citadas por Morales. Sin embargo, aunque cada vez se habla más de salud mental, la ignorancia sigue siendo regla.

“Antes se decía que la gente solo sufría de nervios o nunca se profundizaba porque no estaba bien visto. Los tratamientos eran agresivos y se vulneraban los derechos humanos”, dice la psicóloga, citando al filósofo Michel Foucault.

Hoy, aunque se ha avanzado, aún se evita hablar de estos temas. Se subestiman. Se silencian. Pero la enfermedad no desaparece por no ser nombrada y es necesario conocerla para tratarla correctamente: entre los síntomas más comunes de trastornos como la esquizofrenia están las alucinaciones auditivas, los delirios de persecución, el pensamiento desorganizado, los movimientos erráticos y una profunda desconexión emocional.

Menos espectáculo, más empatía

Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros cuando vemos a alguien en ese estado? ¿Lo grabamos? ¿Lo compartimos? ¿Nos reímos? No.

“Si ven a una persona como Adriana en la calle, no busquen el conflicto. Retírense con calma y no intenten convencerla de algo diferente. No sirve de nada debatir con alguien en medio de una crisis, es una situación que debe ser tratada por personal de la salud”, recomienda Morales.

Adriana Díaz no debería ser un meme ni un experimento social. Debería ser una llamada de atención. Su historia -tan única como tantas otras- nos obliga a mirar de frente un problema que evitamos: la salud mental no se resuelve con likes, ni se mitiga con comentarios condescendientes. Necesita atención clínica, acompañamiento terapéutico y, sí, también sensibilidad social.

“Nosotros no podemos decirle a una persona que no use redes sociales solo porque tiene una condición mental. Eso sería discriminación. Lo que sí debemos hacer es generar entornos digitales más humanos”, afirma Morales. Y ese entorno se construye, entre otras cosas, dejando de compartir lo que claramente representa una crisis. Dejando de reírnos. Dejando de ignorar.

La psicóloga propone varias líneas de cuidado personal que ayudan a prevenir o manejar mejor los síntomas: fotografía terapéutica, actividad física, meditación, manualidades. “Estas actividades incitan al autoconocimiento. La gente evita estar consigo misma. Pero es ahí donde empieza la sanación. Todo en la vida es temporal y a ese nivel de consciencia solo se llega con una adecuada terapia. Siempre les digo a mis pacientes que ‘entre más oscura está la noche, es porque más pronto va a amanecer’”.

Y ese amanecer solo será posible si dejamos de temerle al tema. Si empezamos a hablar. Si nos informamos sobre los síntomas. Si entendemos que la salud mental no es un lujo ni un capricho, sino una necesidad básica. Y si construimos, desde lo cotidiano, una cultura del cuidado. Como bien lo dice Morales: “La salud mental no es igual para todos, por eso pedimos tolerancia, empatía y paz con relaciones humanas basadas en el respeto”.

Adriana Díaz está en una crisis. Y nosotros, como sociedad, estamos en otra: la de la indiferencia disfrazada de entretenimiento.

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