Hay voces que no pasan de moda, aunque los días, meses y años del calendario sigan su curso, el legado que carga cada una de ellas, resiste. Están hechas de historia, de memoria y de amor profundo por lo que fue.
Así es la voz de Iván Villazón, que no necesita de adornos ni modas; una voz que se escucha con el corazón y que permanece siendo un eco vivo de la herencia musical vallenata que se resiste a desvanecerse.
Nacido en Valledupar el 25 de octubre de 1959, Villazón tuvo una infancia que hoy parece un cuento: por su casa, cualquier día era normal ver a los que ahora son los grandes juglares del vallenato, ser visitantes habituales. “Me eclipsó ver tocando en vivo a Colacho, a Leandro Díaz cantando sus canciones inéditas, al maestro Abel Antonio Villa, a Alejandro Durán, a Luis Enrique Martínez. Eso definitivamente me impactó y son la base de mis conocimientos en la música vallenata”, recuerda con brillo en la voz.
La semilla ya estaba en su sangre, “vengo de una familia de músicos”, cuenta. Pero fue lejos de Valledupar, cuando tuvo que trasladarse a Bogotá, donde comenzó a tocar caja, guacharaca y a cantar. Lea: Iván Villazón, ‘La Esencia’

Era un muchacho que a los 14 o 15 años ya sentía el llamado de una música que para él no es industria ni moda, sino identidad. “La música es algo que se lleva dentro, con lo que uno nace”.
Estudió Derecho en la Universidad Externado de Colombia pero los libros no pudieron con la fuerza de sus cantos. Cambió los códigos penales por los versos y comenzó una carrera que hoy, más de cuatro décadas después, lo consagra como una de las leyendas vivas del folclor colombiano.
Esa voz, bautizada por muchos como “la voz tenor del vallenato”, ha sido el hilo que une el ayer con el hoy.
Su debut discográfico llegó en 1984 con ‘El arcoiris’, al lado del acordeonero Alfredo ‘Fello’ Gámez y a partir de allí, su trayectoria se tejió con acordeones memorables como los de ‘El Cocha’ Molina, Beto Villa, Saúl Lallemand y, recientemente, Tuto López.
Ha grabado más de 35 álbumes, ha ganado siete Congos de Oro y ha sido homenajeado en el Festival de la Leyenda Vallenata, ese templo sagrado del folclor donde también ha dejado su alma.
Villazón canta para recordar, no busca sonar moderno, busca sonar auténtico: “Mi estilo está enmarcado dentro del vallenato tradicional. Es el que llevo en la sangre, el que me emociona, el que llevo en el corazón”, dice. Y no se trata de simple nostalgia: se trata de una resistencia.
“Respeto mucho la expresión de la nueva generación de nuestra música vallenata, estoy de acuerdo en que todo debe evolucionar porque el mundo no es igual y el mundo va cambiando, pero realmente pienso que han desvirtuado mucho los valores de nuestro vallenato tradicional como son la poesía, ese mensaje hermoso, como le cantábamos a la naturaleza, a las mujeres, a los amigos, a los hechos cotidianos… se han ido alejando de esa realidad y creo que es un error”. Lea: Multitudinario desfile en homenaje a Iván Villazón en el Festival Vallenato
Su voz se convierte entonces en trinchera, en refugio, Villazón canta para que la tradición del vallenato clásico no se disuelva.
Su más reciente trabajo, ‘La Esencia’, es el volumen cinco de la serie ‘Juglares Legendarios’, y rinde homenaje a Luis Enrique Martínez, a quien llama “el padre del vallenato moderno en cuanto al acordeón”.
Acompañado por el rey vallenato Ciro Meza Reales, Villazón buscó recrear ese sonido de hace cuatro o cinco décadas con una fidelidad conmovedora. “Intentamos que nuestra grabación se pareciera en lo posible a las originales que se hicieron hace 40 o 45 años. Se trata de rescatar ese sonido, esa forma tradicional como se tocaba y se cantaba la música vallenata”.
Y es que si algo ha definido su carrera es la lealtad. A su estilo, a sus referentes y a su tierra. Admira a Jorge Oñate por encima de todos “el mejor cantante que ha existido hasta ahora de la música vallenata”, y honra también a Poncho Zuleta, Diomedes Díaz, Silvio Brito, Beto Zabaleta e Ivo Díaz.
Aunque no se pone por encima de nadie, tampoco duda de su lugar: “Claro que me considero un buen cantante. Trabajo mucho por tener calidad vocal, por hacer mis grabaciones lo mejor posible”.

Su legado no se mide solo en discos o premios. Se mide en memoria. En canciones como ‘Cuando quieras, quiero’, ‘Mi alma en pleno’, ‘Mi novia querida’, ‘Compréndeme’, ‘Noticias’ y ‘Me quedo con tus besos’.
Esas melodías que se han vuelto parte de la historia emocional de muchas vidas, son postales sonoras de un país que todavía se reconoce en la voz de un hombre que nunca ha cantado por moda, sino por amor.
Y aunque el destino le tenía preparado un lugar en el Binomio de Oro tras la muerte de Rafael Orozco, “conversamos sobre el tema con Israel Romero, pero no se dio esa unión”, su camino ha sido profundamente suyo. Sin atajos. Sin disfraces. Solo con acervo. Lea: Iván Villazón le sigue cantando a Omar Geles en sus conciertos
Hoy, a sus 65 años, Iván Villazón sigue en la tarima, defendiendo lo suyo como un guardián de la palabra cantada. No le importa si el micrófono cuesta 60 millones de pesos, porque su voz vale mucho más que eso. Es puente, es bandera, es llama encendida de tradición.