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Caño del Oro: pescadores de sueños y tilapia en Cartagena

En Caño del Oro, la primera cosecha del programa ‘Pescando Progreso’ refleja una historia de tradición, pasión y compromiso comunitario.

Caño del Oro: pescadores de sueños y tilapia en Cartagena

En Caño del Oro disfrutan y viven de la pesca. //Foto de cortesía.

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La pesca es ‘una cosa de toda la vida’ para las familias de Caño del Oro. La pregunta sobre cuándo o de dónde la aprendieron se recibe con extrañeza, y la respuesta flota en un aire de obviedad: “Pues de mis papás, mis abuelos”.

Oscar De La Rosa, nativo de la isla, hizo su primera pesca a los cinco años, “cuando se podía salir a pescar todo el día y sin camiseta, porque el riesgo de quemaduras por el sol era mínimo y las mareas no estaban tan alborotadas como ahora, con eso del calentamiento global”. Su padre, de quien también heredó el nombre y el amor por la pesca, le cuenta que desde chiquitico lo llevaba a sus faenas, y después de su primera pesca, de haber vencido la fuerza del pez que picó su carnada, el Oscar mayor, su papá, le dijo: estás listo.

Desde entonces y hasta sus 21 años, el joven Oscar se dedicó a la pesca, que más que un trabajo se convirtió en su pasión, la misma que le hizo interesarse por los temas ambientales, por el calentamiento global, sus causas, pero sobre todo por esas pequeñas acciones de hoy que terminan siendo una huella imborrable para mañana. “Por ejemplo, hoy talamos el mangle y parece una acción sin mayor complejidad, pero sin saberlo, la suma de actos como ese terminan afectando la pesca”.

Y fue precisamente la poca rentabilidad que hace unos años le dejaba la pesca lo que lo hizo migrar laboralmente y pasar de estar en el mar para pescar a hacerlo como transportador de personas hacia las islas. Para ese entonces pescar era para él solo un deporte o a veces para buscarse la liga, hasta que pudo volver del todo a su viejo amor pero de una nueva forma.

Detalles del proyecto Pescando Progreso en Caño del Oro

La piscicultura, la crianza de peces en distintos sistemas y especies, no era algo esencialmente nuevo en Caño del Oro. Sin embargo, con más herramientas de formación y la participación activa de la comunidad, especialmente de los jóvenes de la isla, este método cobró un nuevo impulso. Hoy, esas piscinas que antes parecían demasiado lejanas para seguir visitando, están dando su primera cosecha de tilapia roja y negra.

“Lo más importante fue tener la formación, porque primero debíamos entender cómo funcionaban, cómo alimentar los peces, por ejemplo, porque eso tiene un gramaje especial, además debemos mantener el oxigeno en niveles apropiados, por eso con la comunidad y aprovechando que ya teníamos dos asociaciones conformadas, nos organizamos para revisar, cuidar y vigilar esos distintos componentes”, explicó Oscar.

El hijo de Oscar aprende el oficio. //Foto: Cortesía.
El hijo de Oscar aprende el oficio. //Foto: Cortesía.

La Semana Santa fue clave para comercializar la primera cosecha. La estrategia fue simple y efectiva: cada poblador anunció en sus redes sociales que la venta estaba abierta, y los hoteles de la zona respondieron con interés.

“Queremos seguir con este proyecto, y ver qué más podemos hacer no solo por nuestros ingresos sino por el medio ambiente”, expresa con entusiasmo.

El hijo de Oscar tiene cinco años, y la pesca ya hace parte de su vida. Visitó las piscinas, hizo preguntas y se sorprendió. Este oficio tradicional, el mismo de sus abuelos, y las transformaciones en las que ha participado su papá, también serán parte de su historia.

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