Durante décadas, el mundo del entretenimiento fue dominado por la televisión, las revistas y los portales web. Sin embargo, en los últimos años, un nuevo formato ha revolucionado la manera de contar historias de la cultura pop: los pódcast de entretenimiento y farándula.
Espacios como Call Her Daddy y Un Tal Fredo han transformado la narrativa del espectáculo, atrapando a una audiencia que busca más que simples titulares. Pero, ¿son estos pódcast una nueva forma de periodismo? ¿Desplazarán a los medios tradicionales o son simplemente una evolución natural del consumo de entretenimiento?
Para entender este fenómeno, Pedro Espinosa, director creativo de Cartagena Federal, casa podcastera que ha vivido en carne propia esta revolución de la comunicación contemporánea, explica: “El pódcast no es el futuro del entretenimiento, es el presente”, afirma con seguridad. “Hoy la gente no quiere que le cuenten el chisme en 30 segundos, quiere sumergirse en la historia y escuchar las voces de los protagonistas. Ahí es donde los pódcast están ganando la batalla”. Lea: Cara reveló en un pódcast todos los detalles de la infidelidad de Beéle

Un micrófono y un chisme jugoso
Los pódcast no surgieron de la nada. En 2004, el periodista Ben Hammersley mencionó por primera vez el término en el diario británico The Guardian, y durante años fueron un nicho pequeño, una suerte de radio on-demand para audiencias específicas.
Pero todo cambió con la pandemia: el confinamiento global disparó el consumo de contenido en audio, convirtiendo a los pódcast en un fenómeno masivo.
“El pódcast explotó porque la gente quería contenido a su ritmo, cuando sea y dónde sea. Para mí, su característica principal es que le hablan a una audiencia específica para cada tema. Antes, los medios de difusión masiva como la televisión o la radio debían llegar a una gran cantidad de personas en horarios fijos. El pódcast rompe con eso y evoluciona la conexión con la audiencia hiper específica”, explica Espinosa.
Además, la mayoría no requiere grandes recursos para su realización. “Ya no necesitas una gran producción ni estar en un estudio de televisión para contar una historia. Con un buen micrófono, un chisme jugoso y carisma, puedes hacer un pódcast viral”.
Ahí radica la clave: en la autenticidad. Mientras los medios tradicionales han sido criticados por su excesivo control editorial, los pódcast han logrado capturar una sensación de intimidad y honestidad que resuena con el público. Lea: La podcaster más escuchada de Colombia vivió un susto en un taxi: “Yo gritaba”
“No hay cortes comerciales forzados, no hay una estructura que impida que la conversación fluya. Es un espacio donde las historias se cuentan como son, sin maquillaje y directamente de la fuente”, dice Espinosa.
¿Pódcast o periodismo?
El debate sobre si los pódcast pueden considerarse una forma de periodismo está más vigente que nunca. Programas como el de Un Tal Fredo demuestran que estos espacios tienen el poder de sacudir la agenda mediática.
La reciente controversia sobre la supuesta infidelidad del cantante Béele a su exesposa, Camila Rodríguez, no estalló en un programa de televisión ni en una revista de espectáculos, sino en un pódcast.
La historia, con detalles inéditos contados por su protagonista, se viralizó en cuestión de horas, llegó a los titulares de medios tradicionales y desató una avalancha de reacciones en redes sociales.
Este fenómeno plantea una pregunta inevitable: ¿pueden los pódcast de farándula considerarse una forma de hacer periodismo? Para Pedro Espinosa, la respuesta no es sencilla. “Hay una nueva generación que confía más en los pódcast que en los medios tradicionales”, afirma.
Pero, también advierte sobre los riesgos: “La falta de regulación en el podcasting ha permitido la creación de espacios sin filtros, pero también ha abierto la puerta a la desinformación. No todos los pódcast siguen un rigor periodístico”.
Es un punto crucial. Mientras que producciones como Serial o Radio Ambulante han elevado el estándar narrativo y periodístico del formato, otros se han convertido en simples amplificadores de rumores sin verificar. Lea: Tatiana Franco le da voz a las historias de mujeres
La inmediatez y la viralidad pueden jugar en contra cuando no hay un compromiso con la veracidad, pero la audiencia, cada vez más ávida de información fácil, se inclina hacia estos nuevos formatos.
Ante este panorama, surge otra pregunta inevitable: ¿los pódcast extinguirán a los programas de farándula y las revistas de espectáculos?
Espinosa no lo cree: “Yo siento que cada formato encuentra su lugar. La radio es perfecta para escuchar música, Mix tiene sus programas y cuando voy en una buseta, prefiero escuchar lo que ponen en vez de pensar qué voy a poner. La radio tiene su espacio y está bien. No necesariamente los pódcast van a reemplazarlo. Y mucho menos a los medios tradicionales; cada uno responde a necesidades y audiencias diferentes”.
No obstante, reconoce que se hace necesario que los medios tradicionales den el salto y se adapten a estos nuevos formatos para no quedar en el olvido. De hecho, algunos ya han comenzado a hacerlo. Grandes medios como ‘The New York Times’, ‘Caracol Radio’ y ‘Vanity Fair’ han lanzado sus propios pódcast para no quedar fuera de la conversación.
Incluso famosas como Kim Kardashian, Meghan Markle y Emily Ratajkowski han lanzado sus propios espacios en audio, entendiendo que la conversación sin intermediarios es el nuevo poder. “Si una celebridad quiere dar su versión de una historia, ya no necesita una entrevista en televisión ni a un periodista que lo cuestione. Puede sentarse frente a un micrófono, hablar durante una hora, y la gente lo va a escuchar”.

El nuevo ecosistema mediático
Los pódcast de farándula han cambiado la forma en que consumimos chismes, pero también han planteado preguntas profundas sobre el futuro del periodismo de entretenimiento. En un mundo donde la inmediatez y la autenticidad son la moneda de cambio, los medios tradicionales enfrentan el reto de reinventarse o perder relevancia.
“Estamos en una era donde el periodismo de entretenimiento ya no es solo para informar, sino para conectar”, concluye Espinosa. “La gente no quiere ser espectadora, quiere ser parte de la historia. Y los pódcast les han dado eso: un asiento en la primera fila del chisme global”.
El futuro de la farándula ya no está en los estudios de televisión ni en las redacciones de revistas. Está en los micrófonos encendidos, en las conversaciones sin filtro y en la complicidad de una audiencia que ya no solo escucha, sino que se involucra en la historia misma.