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Criar en tiempos modernos: lo que nos enseña Adolescencia de Netflix

Adolescencia expone la desconexión entre padres e hijos. Una psicóloga explica cómo la falta de guía y afecto influye en sus decisiones, las cuales pueden ser catastróficas en sus vidas.

Criar en tiempos modernos: lo que nos enseña Adolescencia de Netflix

La foto pertenece a la escena de la serie donde al padre (Eddie Miller) se le revela el video incriminador de su hijo (Jamie Miller). //Cortesía.

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No existen padres ni crianzas perfectas, y lo dice alguien que conoce lo que es tener padres presentes, que se esfuerzan por guiar, instruir, enseñar, escuchar y amar. Para ver Adolescencia, la miniserie de Netflix que ha estremecido al mundo, lo hice con lentes de empatía, de gracia y misericordia, de autocrítica y perdón. Con el corazón en las manos, dispuesto a ser moldeado y poder absorber enseñanzas para sembrar en mi comunidad más cercana y que estas se extiendan, y así aportar bien en medio de tanto caos.

Adolescencia no es solo una producción de cuatro capítulos, es un reflejo real y crudo de lo distorsionado que están los roles dentro de la sociedad para disfrazar el sentido de libertad.

La creación de Stephen Graham y Jack Thorne, bajo la dirección de Philip Barantini, ha enmudecido al mundo, pero también ha creado un tornado de opiniones y reflexiones que tratan de fomentar un avivamiento que debe comenzar en lo más íntimo de las familias.

Padre, ¿conoce usted a su hijo? ¿Conoce usted el mundo que su hijo ha construido? ¿Conoce las personas que forman su comunidad? ¿De verdad lo conoce como la palma de su mano?

La serie “Adolescencia” de Netflix se ha convertido en un fenómeno global. Se realizaron múltiples ensayos previos a los ensayos técnicos completos y se coreografiaron los movimientos de los actores y el equipo de trabajo.  //Foto: Cortesía.
La serie “Adolescencia” de Netflix se ha convertido en un fenómeno global. Se realizaron múltiples ensayos previos a los ensayos técnicos completos y se coreografiaron los movimientos de los actores y el equipo de trabajo. //Foto: Cortesía.

Stephen Graham, guionista de la serie e intérprete del padre de Jamie (Eddie Miller), asegura que el objetivo nunca fue resolver un asesinato, sino descubrir todo lo que pasó en la vida del joven para que tomara la decisión de acabar con la vida de otra persona y el impacto que tiene en tantos otros.

En cuatro episodios grabados en plano secuencia, nos presenta una realidad donde todos se convierten en víctimas. En esta jerarquía nadie conoce el poder, todos operan desde el dolor, la incertidumbre, las ansias de aceptación e inseguridades. Nadie reconoce la vulnerabilidad ni el sentido de humanidad. No hay lugar seguro, no se conoce el vigor del hogar, ni la soberanía de la familia o la envergadura que hay en la formación del ser humano. La familia es el núcleo, es donde nace la vida y un trampolín a la autonomía de la adultez.

La conexión entre padres e hijos no comienza cuando estos toman consciencia del mundo, sino desde sus primeros años de vida, cuando aún no perciben el “más allá” del espacio en el que están. Construir cimientos de seguridad e incondicionalidad.

Una mirada de la crianza a través de la serie Adolescencia

Juanita Cortés, psicóloga clínica especialista en desarrollo infantil de la Universidad el Bosque, analiza el perfil del niño que cometió un asesinato y que conocimos a través de una pantalla. Jamie está en plena etapa de adolescencia, “una época de cambios que generan una crisis. Vive la pérdida y el duelo de su infancia, y al mismo tiempo está en la construcción de identidad. Se debate entre ser un niño grande o un pequeño adulto”.

La plasticidad cerebral toma protagonismo y permite el juego de percepción, en especial, de las cosas que se dicen, para comparar y determinar si lo dicho por los padres puede ser real o no. La aceptación es ansiada, apetecida, Jamie no logró identificarla. Estaba cegado por aquello que Katie Leonard le hizo creer y lo que el sistema le hizo creer a Katie: una visión distorsionada y alterada de su identidad que empieza a ser reconstruida con un autodescubrimiento que llega con los años.

La serie Adolescencia fue estrenada el pasado 13 de marzo. //Foto: tomada de internet.
La serie Adolescencia fue estrenada el pasado 13 de marzo. //Foto: tomada de internet.

“No es del todo cierto que no hay manual para la crianza porque educamos en la manera en que fuimos educados. Ante eso, debemos analizar y evaluar cómo fue la crianza que recibimos para poder identificar las fortalezas, las falencias y las heridas que hay que sanar. En la serie vemos que el padre juró nunca ser como el suyo, pero al no serlo fue ausente en muchos momentos de su hijo”.

Fuimos educados en un entorno donde las muestras de cariño y afecto entre hombres estaban mal vistas. Hoy persiste una ausencia de expresiones de amor por parte de los padres hacia sus hijos, lo que forja un carácter incapaz de reconocerlas cuando se le presentan. El primer abrazo que vemos en la serie entre Jamie y su padre es cuando este ve la necesidad inminente de protegerlo, cuando lo ve vulnerable ante el secreto revelado, ante la exposición. Previo a que el padre lo arrope, este trata de tener un contacto físico que no le es natural porque no lo conoce. Hay una ausencia de carácter para tomar decisiones sin dudar.

“El carácter lo desarrolla en su interacción con el mundo, y su interacción comienza en casa. Por lo tanto, como padres debemos controlar el lenguaje que usamos ante las emociones que nos muestran. El niño siente, pero el adulto es quien nombra esa emoción. Validarlas comienza cuando nos educamos y las conocemos, eso nos permitirá acompañarlos pero también a enseñarles como autoregularlas. La tristeza, el dolor, la frustración son emociones que se deben tener en casa”.

Owen Cooper hizo su debut actoral en Adolescencia, donde interpretó a Jamie Miller, un adolescente de 13 años acusado de asesinar a una compañera de clase. En esta explora su masculinidad en medio de un proceso de desarrollo, el acoso y sus consecuencias, y las emociones a flor de piel que te harán vivir lo expuesto ante las cámaras. Su actuación elogiada por la crítica debido a su autenticidad y profundidad.

Uno de los mensajes claves de la serie es la ausencia de herramientas para la solución de problemas y esto es debido a que no se le han sido enseñadas en su proceso de desarrollo. Lo que los hace vulnerables ante las situaciones. “Hay una desconexión generacional y la serie es un ejemplo claro. Desconocemos el lenguaje, los comportamientos, los conceptos, los gustos que tienen nuestros hijos. No sabemos quiénes son sus referentes. No comprendemos su entorno. No conocemos a qué están vinculados. Los padres no son amigos de los hijos, y aceptar esto es negligencia porque son roles diferentes. Un padre es protector, guía, cuidador, y tenemos la responsabilidad de construir espacios seguros a los que puedan recurrir, darles recursos para enfrentar la vida, porque un niño no puede guiar a otro”.

@naomijaneadams

Like how many times did they have to cut filming Adolescence for the tea time alarm and start filming from the start again? Sunday thoughts 💭 I need the tea @Netflix thanks #teatimealarm #teatime #tea #adolescence #netflix

♬ original sound - nickcheo

Cortés explica además que esta etapa se vuelve desafiante cuando no hay congruencia entre las palabras y las acciones de los padres o las figuras de autoridad. “Ante cualquier rol, somos seres humanos, y es importante que los adolescentes no vean a sus padres como superhéroes ni que tienen todas las respuestas. Hay que mostrarles que nos equivocamos y nos vamos a equivocar. Reconocer nuestros errores y pedir perdón. Si hay un mensaje que quiero dejar, y que la serie expone vivencialmente, es que no podemos tener miedo de demostrar que somos vulnerables. Hablar de nuestras carencias, de nuestra historia, los ayuda a conectar con la parte humana de sus padres. Ese aprendizaje va de la mano con su crecimiento como persona”.

Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra. A ti, padre que lees esto, tómate el tiempo de hablar, besar y estar con tu hijo. Dedícale el tiempo y de verdad conócelo como la palma de tu mano. Será un estudio de nunca acabar, pero vale la pena.

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