Mis Blandine Kaniki, cantante del Congo, que tiene dos álbumes musicales vivos y vibrantes en la memoria de Cartagena de Indias, abre la edición El Renacer del Festival de Música del Caribe en Cartagena 2025, luego de casi tres décadas de silencio del legendario festival cartagenero.
Una de las canciones que interpretará en la noche inaugural en la Plaza de Todos este viernes 21 de marzo, se llama precisamente “Renacer”. Dice que su nombre no tiene nada que ver con blandura sino con pureza y fuerza ancestral. Sus maestras han sido Mbilia Bell, a quien considera una leyenda viviente, con una belleza y un magnético halo artístico. De Celine Dion, dice que su elevado tono alto, le abrió el camino para alcanzar un rango vocal. De Aretha Franklin, su gran capacidad excepcional para tocar el piano y cantar con tanta hondura espiritual. Cuando escucha su voz cantando gospel “uno siente a Dios” en el surtido de su voz. De Witney Hoston, su pasión para cantar y entregar su desgarradura interior con arte excepcional. Lea: Masaka Kids Africana se presenta en Cartagena este fin de semana
Mis Blandine confiesa que cuando canta busca tocar con su voz el alma de la audiencia. Sus canciones defienden derechos humanos y batallan por la equidad del trabajo y los derechos civiles de las mujeres en el mundo. Una de las canciones que más ha impactado en la comunidad es “Piece detachee”. Ha venido a Cartagena de Indias en otras ocasiones invitado por el Festival Voces del Jazz, y siente que en Cartagena “tiene sangre nuestra, aquí están nuestros hermanos y hermanas, y me siento en casa fuera de casa. Me gusta la gente, el clima, la comida”.
Las mujeres congolesas y el arte de cantar
En El Congo las mujeres que se dedican a cantar, no lo ven como algo bueno, sino como una rebeldía. Mujer que hace música es una rebelde. Así lo ve la familia y la sociedad. Con mi padre no tuve problemas cuando le dije que sería cantante, pero mi madre quedó muy preocupada. Lo más común es que una mujer congolesa esté en su casa y no cantando. El año pasado en el verano, mi hermana que me quiere mucho, un día antes de ir a un festival, me dijo que estaba muy preocupada por mi vida, me pidió que dejara el canto, que me casara, que no perdiera más el tiempo y estuviera con la familia. Le dije a mi hermana que no iba a parar, que el canto era mi vida. Que estoy y estaré en la música siempre. Fue duro recordar sus palabras, pero aquello me dio más energía para cantar. Y cuando estuve frente al público transformé la experiencia dolorosa de las palabras de mi hermana, en pura música. Siempre he creído que la industria de la música debe estar dirigida por mujeres, el arte musical de las mujeres es muy fuerte, pero esas industrias están en manos de los hombres. Y los hombres del Congo tampoco ven bien que una mujer cante. No, no tengo un marido aún. No tengo hijos. Con los mismos de mi raza hay problemas.
El futuro inminente
“Habrá que buscar un blanco”, dice riéndose Mis Blandine. Sus proyectos a corto, mediano y largo plazo es posicionar su música en el mundo. “Estar más establecida en la música, con una marca que cuide toda mi carrera artística. Tengo un equipo de trabajo. Pero aún no tengo esos aliados para esa marca”, dice.
“Cuando regreso al Congo los jóvenes bailan mis canciones pero con elementos modernos, que incluyen la rumba, el pop, etc”. Cuenta que al regresar al Congo, ella que sufre de anemia falciforme, allá no se enferma nunca, pero cuando regresa a Toronto, donde vive, no puede comer todo, porque le dan alergias. A ella le gusta cocinar al igual que su madre, pero cuando cocina lo hace corriendo porque siempre tiene una agenda que cumplir. Le encantan los pescados, los mariscos, la carne.
El 16 de febrero, día de su cumpleaños, siempre está viajando. Dice que mantiene una relación directa con el Congo desde Toronto. “Es que allá en Canadá hay mucha gente de África viviendo. Y la música soukus le encanta a los canadienses”. Ella practica todos los días su canto esté o no esté en concierto. Y comienza siempre con cantos gospel en su casa. Todos los días. Su arte no se limita a cantar. También cumple una misión humanitaria como voluntaria en le Fundación Serge Ibaya, en donde va tras apoyos para financiar matrículas de estudiantes del Congo y Toronto. Voluntaria en la Fundación Serge Ibaka, trabaja incansablemente para recaudar fondos de matrícula para jóvenes en el Congo y Toronto.
Mis Blandine mueve sus manos grandes como pájaros en el aire, cuando canta sus canciones, y Óscar Díaz capta sus gestos en la terraza del periódico. Sus ojos grandes y expresivos le dicen a Rudy Cuadro, el traductor de esta conversación, que ya tiene ganas de ir a almorzar. Le digo que su música está sembrada desde hace muchos años en el corazón de Cartagena de Indias. Dice: Gracias. Con la promesa de que volveremos a vernos.