Juan Manuel Guilera es un argentino al que no le costó hacer de Colombia su hogar. El extranjero, el de afuera, aquel que no pertenece, se mueve como pez en el agua, no solo en Bogotá, a la que llama hogar, sino también en la cultura y la cotidianidad del país.
Consolidó una amistad con el actor colombiano Juan Pablo Urrego cuando este residía en Argentina. Guilera no solo sentía que la personalidad y la cultura de Urrego eran muy cercanas, sino que toda la experiencia de ser “el extranjero” le parecía enigmática, interesante y desafiante. Por ello, decidió asumir ese rol y salir de su tierra.
Primero, lo intentó en México sin saber que su destino sería Colombia, el país que, según él, le devolvió incluso la fuerza del amor.
“La crisis económica de mi país ocasionó que las oportunidades en el mundo de las artes fueran escasas, y con la pandemia todo se intensificó. Ritmo salvaje donde interpreté a Mateo, fue mi primera oportunidad de trabajo en Colombia”, relata.
La calidad actoral de sus compañeros en la serie no solo lo motivó a entrar en la industria nacional, sino que también lo hizo sentir que pertenecía. Para él, Colombia es hermana de Argentina. La calidez de su gente, sus paisajes y, en especial, la devoción por la salsa, le dieron la fortaleza y el empuje para saltar al vacío y ser atrapado por la red.
“Ritmo salvaje fue una producción exigente en cuanto al baile. Fue un proyecto que demandó mucho entrenamiento, horas de práctica mezcladas con la actuación y masajes para quienes no éramos bailarines debido a las contracturas. Pero fue una experiencia hermosa, con mucho cuidado por el Covid. Se creó mucha hermandad y la fuerza de que todos tiramos para el mismo lado”.

Ya en Colombia, demostró su talento en los castings y su trayectoria de más de 22 años en televisión, teatro y cine. Obtuvo uno de los papeles protagónicos en la novela Romina poderosa (Santiago) y, tiempo después, se quedó con el de Rojo Carmesí (Marcelo), lo que le permitió consolidarse en el medio.
El actor argentino que hizo de Colombia su hogar
“Tuve la suerte de interpretar personajes tan luminosos y tan lindos como los de Romina y Rojo Carmesí. Como argentino, vengo de una sociedad más deconstruida con respecto al machismo, y no fui criado con ese concepto. Esto me permitió aportar respeto hacia la mujer en mis personajes y fortalecerlos. La televisión te da la posibilidad de ver e idealizar, y creo que, a través de mi actuación, logramos conectar con la audiencia”.
En Argentina, Guilera solía interpretar papeles “más oscuros y tóxicos”, por lo que agradece haber encontrado personajes como Mateo y Santiago, caracterizados por su tranquilidad, paz, escucha y perseverancia.

La actuación y la industria lo han llevado a entender la importancia de separar su persona del papel que interpreta, para evitar que este tome control de su realidad. “La actuación es muy transformadora y sanadora tanto para el que la hace como para el que la ve. Los actores somos peones del escritor”.
Para protegerse de la ficción, trabajó con la técnica de la memoria emotiva, que ayuda a encontrar paralelismos entre el personaje y la vida real sin perderse en la interpretación.
“Si no aprendes a desconectarte, te puede ir mal. Es una técnica muy sanadora porque los artistas somos personas muy sensibles. Las impresiones de la vida nos afectan mucho y debemos expresarlas. Aprendí en este proceso que canalizar lo vivido en algo creativo es sanador. No te hace daño revivirlo, sino que te da una profundidad y un entendimiento mayor. Eso me ha enseñado a desconectar y a agradecer lo vivido, para darle una interpretación más honesta al personaje y al guion del autor”.
La actuación es muy transformadora y sanadora para el que lo hace y lo ve”.
Juan Manuel Guilera.
Reflexiona sobre la importancia de su oficio en la sociedad y el impacto que tiene en los seres humanos ver sus propias historias representadas desde otra perspectiva.
Su tercer protagónico en Colombia llegó con la adaptación de Nuevo rico, nuevo pobre, donde interpreta a Andrés Ferreira (Andrés Galindo).

Para él, fue un honor que lo llamaran a ser parte de esta producción y que su trabajo tuviera tan buena recepción. Cuenta que no tenía expectativas ni presiones porque decidió no ver la versión original y, en su lugar, construyó su personaje con total libertad.
“Elijo los puntos de inflexión, analizo el texto porque hay claves en el guion y tomo como referencia las curvas de crecimiento del personaje”.
Andrés Ferreira le reafirmó muchas enseñanzas que ya tenía en su vida y, simplemente, su tarea fue interpretar lo que ya estaba construido, pero desde su propia experiencia. “Por más dinero que tengas, no todo se compra. La dignidad del trabajo es una de las enseñanzas más poderosas de esta historia”.

Además, recuerda a sus personajes de Santiago y Marcelo y reafirma que el amor y la amistad son eternos e incondicionales.
Desea regresar al teatro, una pasión que despierta todo en él. Su vida se construye a través del arte y la sensibilidad. Busca navegar entre aguas calmadas y al mismo tiempo, enfrenta con vehemencia las aventuras y la libertad. Es él en un mundo donde puede ser tantos otros, y de cada uno aprende algo para seguir creciendo.
Juan Guilera es un actor argentino que encontró en Colombia un hogar para desarrollar y avivar su arte.