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Farándula

“El arte me mostró una vida diferente”: El viaje de Keyller de la Hoz

De las calles del barrio 20 de julio hasta Disney, el actor barranquillero emprendió un viaje lleno de sueños cumplidos.

“El arte me mostró una vida diferente”: El viaje de Keyller de la Hoz

“El arte me mostró una vida diferente”: El viaje de Keyller de la Hoz. //Foto: cortesía.

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En el barrio 20 de Julio de la ciudad de Barranquilla, entre calles que vibran al ritmo de la champeta y el bullicio de los vecinos, creció Keyller de la Hoz. Su historia no comenzó entre reflectores ni cámaras, sino en una casa humilde donde su padre, mecánico de oficio, y su madre, empleada, le enseñaron el valor del esfuerzo.

De niño, soñaba con ser militar, siguiendo la tradición de su familia paterna, pero el destino le tenía preparada otra misión: la de contar historias en las pantallas, “Yo nunca me esperé esto hasta los 17 años”, confiesa Keyller con una sonrisa nostálgica. “Mi destino, creo yo, estaba muy alejado de la actuación. Yo quería ser de la base naval, ser policía, de narcóticos, algo así. Pero la vida me fue llevando por otro camino”.

De recocha en recocha…

Su camino comenzó en los actos cívicos del colegio, donde era el alma de las presentaciones, imitando con picardía a El Pibe Valderrama y a Diomedes Díaz. Ese carisma lo convirtió en el showman de la escuela, pero aún no veía la actuación como un futuro posible. Hasta que alguien le dijo: “Ve, ¿por qué no te dedicas a esto?”. Y entonces, sin saberlo, la semilla de su destino ya estaba sembrada.

Con los años, probó diferentes caminos: estudió contabilidad, salud ocupacional y archivo: “Hice cualquier cosa antes de decidirme por la actuación”, dice entre risas, ya que en el entorno en el que se desenvolvía, no estaba bien visto ser actor “Decían que quién sabe en qué me iba a meter, que era un loco o me iba a morir de hambre”.

Sin embargo, fue su madre quien, casi sin querer, le abrió la puerta correcta. “Ella me inscribió en la Escuela Distrital de Artes (EDA) para que tuviera un hobby. Pero lo que no sabía era que ahí era donde realmente me iba a enamorar del arte”.

De la EDA pasó a la Universidad del Atlántico, donde finalmente estudió Arte Dramático. Pero la vida no fue fácil y con la llegada de la pandemia por el Covid- 19, menos. Para sobrevivir, tuvo que hacer de todo: vender volantes, disfrazarse de Barney, de unicornio y hasta trabajar como mimo… “Hombre, yo hice de todo. Me tocó rebuscarme la plata como fuera”.

Keyller tuvo que rebuscarse con trabajos varios durante la pandemia. //Foto: cortesía.
Keyller tuvo que rebuscarse con trabajos varios durante la pandemia. //Foto: cortesía.

Y justo cuando la pandemia parecía apagar sus sueños, el destino volvió a sorprenderlo. Un casting para un teaser de una película, donde interpretó a un mudo que solo corría y moría, parecía un trabajo tonto, pero fue que lo llevó a conocer a la productora que, un año después, lo contactó con la propuesta que cambiaría su vida: su primer protagónico en ‘Mano Dura’, serie de Telecaribe.

“Fue una locura”, recuerda. “Me llamaron, me dijeron que me querían para el protagónico y yo no lo podía creer”. Con ese papel llegó el reconocimiento y una nominación a los Premios India Catalina como Actor Revelación. Pero lo mejor aún estaba por venir.

Cuando su nombre empezó a sonar en la industria, Antonio Jiménez, compañero y amigo, le presentó a su actual manager, Mafe Palacio. “Yo le mandé mis escenas, ella me llamó y me dijo: ‘Me gusta tu perfil, quiero trabajar contigo’. Y desde entonces, ha sido mi ángel de la guarda”. Sin contratos, sin papeles de por medio, solo con confianza mutua, Mafe guió su camino. Y entonces, cuando todo parecía ir en ascenso, la vida le puso la prueba más dura: la muerte de su padre.

Una despedida inusual

“Eso me dio muy duro”, confiesa. “Justo cuando empezaban a pasarme cosas bonitas, mi papá se fue y ni siquiera alcanzó a ver mi primera serie. Me quería rendir”. Pero en medio del duelo, llegó un nuevo desafío que lo hizo levantarse: un casting para Disney. “El primer casting que hice con Mafe fue para Disney, pero no era para ‘Champeta’, sino para otra serie. No quedé, pero a los días me llamaron para otro proyecto”.

Ese proyecto era ‘Champeta, el ritmo de la tierra’. “El primer requerimiento era bailar champeta”, cuenta entre risas. “Yo dije: ‘Bueno, soy barranquillero algo puedo hacer’”. Luego vinieron pruebas de actuación, ensayos, más castings, muchas “trabas” y, pensó que no lo iba a lograr.

A punto de dejar todo tirado, decidió devolverse a Barranquilla y en medio de la despedida, llegó la esperada llamada. “Mafe me dijo que fuera a su oficina a despedirnos y cuando llegué, destapó un vino y dijo: ‘Brindemos, porque estoy con el protagonista de la nueva serie de Disney Plus’, yo no me lo creía”.

El chico del barrio 20 de Julio, que alguna vez se disfrazó de mimo para ganar unos pesos, ahora era la estrella de una producción internacional. “Disney fue un sueño”, dice con los ojos brillantes.

“Fue mi primera vez viviendo algo así, era una estrella. Tenía chófer, camerino, catering. Me preguntaban qué quería comer y yo ‘¿qué?’”. Durante el rodaje, aprendió de grandes como Marlon Moreno y Rafael Novoa, y absorbió cada consejo como una esponja. “Marlon me dijo algo que nunca olvido: ‘No te creas nada de esto, ni lo bueno ni lo malo. Solo actúa’”.

Keyller de la Hoz es 'Duma' en Champeta. //Foto: cortesía.
Keyller de la Hoz es 'Duma' en Champeta. //Foto: cortesía.

La vida después de Disney

Tras ‘Champeta, el ritmo de la tierra’, Keyller decidió mudarse a Bogotá con los ahorros de la serie. “Pensé que iba a ser fácil, pero no lo fue”. Pasó seis meses sin trabajo y enfrentó una profunda “tusa” emocional. “Me dio la tusa post-Disney. Me tocó afrontar el luto de mi papá, hacer terapia, reencontrarme conmigo”.

Y aunque luego llegaron más y más proyectos: ‘Devuélveme la vida’, ‘María la Caprichosa’, ‘Escupiré sobre sus tumbas’, y más recientemente, ‘Barriga e’ trapo’ para Telecaribe. Hoy, a sus 26 años, Keyller no deja de soñar en grande. “Quiero trabajar en Netflix, aprender a cantar, dirigir. Estoy creando mi propia productora, Eros, porque no quiero esperar a que alguien haga mis ideas realidad, quiero hacerlas yo”. Pero su mayor sueño es otro: “Pensionar a mi mamá. Decirle: ‘Vieja, no trabaje más, renuncie, que ahora la vida es otra’. Eso es lo que más quiero”.

Keyller de la Hoz es un testimonio de que el talento, cuando se combina con pasión y esfuerzo, puede romper cualquier barrera. Su historia, que comenzó en un barrio popular de Barranquilla, hoy se escribe en grandes pantallas. Pero él sigue siendo el mismo chico que hacía reír a todos con sus ocurrencias, el que algún día quiso pertenecer a la base naval y el que, contra todo pronóstico, encontró su destino final en el arte: “Suena cursi pero el arte me mostró una vida diferente, una en la que se pueden hacer cosas grandiosas”.

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