Inicialmente Fruko y sus Tesos funcionó sólo como una orquesta de estudio, es decir que no estaba radicada en la ciudad ni tenía presentaciones en vivo. Luego del éxito que fue Ayunando empezaron a ser solicitados para presentaciones y Fruko decidió armar la orquesta base en Medellín.
El primero en llegar fue Saoko. Fruko lo acomodó en un modesto apartamento en el barrio Holanda, en la comuna 15 (Guayabal). Tenía dos habitaciones, una cama vieja y una cocina improvisada donde tuvo que compartir con otros músicos de la orquesta.
Joe Arroyo fue el segundo en llegar. Tenía apenas 17 años, pero ya se había casado con su primera esposa. Joe y Saoko tenían tanto en común que conectaron instantáneamente. Joe venía del barrio Nariño, una pequeña nación africana en el cerro de la popa en Cartagena, donde aún se hablaba en lengua nativa de africanos y los niños corrían desnudos con sus vientres inflados cerro abajo; su papá también era un sinvergüenza que los había abandonado y su mamá también era una mujer de cuero duro que dejó sus manos y su piel para criar a sus hijos de la mejor manera. Joe inició su carrera cantando en los bares del Tesca, zona de tolerancia de Cartagena, rodeado de prostitutas y marineros. Lea también: Así encontraron a Wilson Manyoma: inconsciente y ensangrentado
Inicialmente les tocó compartir un viejo colchón en el suelo donde dormían juntos. Esta situación y sus pasados en común hizo que estos dos personajes, cada uno de una costa del país, forjarán una amistad sólida.

A esa vivienda también llegaron los trompetistas George “Saxón” Gaviria, Carlos Escobar “Pajarilla”, el pianista Hernán Gutiérrez y Gustavo García “El pantera”. Eventualmente también llegaron a vivir ahí los hermanos Villegas que tocaban la conga y bongó, el timbalero Rafael Benítez y otros músicos que estuvieron de paso en la orquesta. Fruko vivía en la casa de al lado, así que la orquesta estaba cerca y lista todo el tiempo para “formar la murga”.
Eran los mejores músicos del país, todos jóvenes, el dinero les empezó a llegar sin control, las muchachas se morían por los músicos y tenían a su disposición otras sustancias para acompañar la fiesta. Este apartamento se convirtió en el palacio de Los Tesos.
Entre Joe y Saoko nunca hubo rivalidades, por el contrario, se admiraron, se respetaron y se amaron. Wilson hablaba de Joe como quien habla de un hermano, se refería a él con nobleza y los ojos le brillan al recordar a su amigo. Lea también: Fruko habla sobre la muerte de Wilson Manyoma: “Un artista inolvidable”
En 1983, cuando la radio anunció la falsa muerte del ídolo de Cartagena Álvaro José Arroyo González, Los Tesos inmediatamente volaron a Cartagena a comprobar con sus ojos lo que decían los medios. Al llegar encontraron a un Joe reducido; pesaba 38 kilos, había perdido el pelo, los dientes, no podía hablar; ya lo habían desahuciado. Toda su vida se vio aquejado por problemas en la tiroides, y en esa ocasión como en muchas otras, la mezcla con las drogas le declaró una sentencia de muerte.
La medicina que necesitaba para salvarse no se consiguió en ningún lado en Cartagena, los músicos Chelito de Castro y El Checo Acosta la encontraron en Barranquilla, pero entonces hacía falta la plata. Los Tesos hicieron lo único que tenían a su alcance para ayudar a su hermano; improvisaron dos presentaciones con la que reunieron el dinero para conseguir el medicamento y salvarle la vida a Joe.
Lo que sus amigos hicieron por él nunca lo olvidó. Cuando Saoko llegó a necesitar de la misma mano amiga que lo sacara de la cueva oscura donde había caído su alma, ahí estuvo su hermano. Una hermandad solo la muerte la pudo separar.
Joe Arroyo rescató a Wilson Manyoma de los excesos
A pesar de su éxito, Manyoma atravesó momentos difíciles. Durante la década de los 80, cayó en una espiral de excesos que casi lo aleja definitivamente de la música. En medio de esta crisis, Joe Arroyo, quien también había enfrentado sus propios desafíos, le brindó su apoyo.
Una noche, en un hotel de Barranquilla, Manyoma se vio reflejado en un espejo y comprendió que había tocado fondo. Con la ayuda de su madre y el respaldo de Joe Arroyo, decidió cambiar el rumbo de su vida. Convencido de su talento, Joe lo invitó a unirse a su orquesta en una gira, ofreciéndole no solo un espacio en la música, sino también una oportunidad para redimirse. Lea también: Murió Wilson Manyoma, leyenda de la salsa en Colombia
“Cuando llegué al ensayo, sentí las miradas de todos sobre mí. Sabía que murmuraban, pero mi voz seguía firme. Llevaba mucho tiempo sin cantar, pero retomé mis interpretaciones. Entonces, Wilson me dijo (el Joe): ‘Este dinero es para que te compres ropa y mandes a hacer tu vestuario para la gira. Hospédate en un hotel y espera el inicio del tour’”, recordó el caleño.
Al finalizar la gira en Cali, Manyoma decidió quedarse. Su madre, consciente de su situación, lo recibió con los brazos abiertos y le dejó claro: “Wilson, de aquí no puedes salir. Permanecerás en casa hasta que te recuperes”.
En esa etapa, también enfrentaba problemas con el alcohol, y fue gracias a la recomendación de un amigo que acudió a Alcohólicos Anónimos, un paso fundamental en su proceso de recuperación.