Desde niño, Josse Narváez parecía llevar en la sangre el brillo de los escenarios. No fue solo cuestión de destino o casualidad; su talento lo guió naturalmente hacia la luz de los reflectores.
Siendo tan solo un pequeño niño que apenas comenzaba a comprender el mundo, la suerte lo encontró brincando en el patio de su colegio en Bogotá; alguien le preguntó si cantaba, y él cantó. Si bailaba, y él bailó. Y así, sin conocer el peso de su propio don, entró a ‘Imagínate’, un programa infantil que lo sumergió en el universo del espectáculo, entre risas de niños y focos titilantes, allí comenzó a forjar su historia, la de un artista que, sin buscarlo, había nacido para la escena.
Sin embargo, los años lo llevaron por caminos diversos. Terminó el colegio, ingresó a la Universidad Externado de Colombia a estudiar Comunicación Social y Periodismo, y se refugió en la música y el modelaje, dejando un poco de lado la actuación. Pero la vida, siempre impredecible, le presentó un giro abrupto: la pérdida de seres queridos en un accidente estremeció su mundo y le dio un vuelco a su corazón. Fue entonces cuando entendió que la vida es demasiado fugaz para posponer los sueños.

El beso que cambió su vida
Tras este suceso, Josse decidió volver a su esencia, al lugar donde era feliz y todo tenía sentido. Así, en 2003, llegó a ‘Protagonistas de Novela’, el reality que no solo lo devolvió al mapa artístico, sino que también le presentó al amor de su vida.
Cristina Hurtado y él ingresaron juntos a la ‘Casa Estudio’ sin saber que el destino ya había tejido su historia. Al principio, eran apenas compañeros, dos jóvenes compartiendo un mismo espacio. Pero un día, la actuación los unió de una forma inesperada, en un beso, uno de esos besos que no se olvidan y que dejan una marca en el alma. “Desde ese primer beso hasta el día de hoy, no nos volvimos a separar”, confiesa Josse con nostalgia.
Desde entonces, su historia ha sido una coreografía de amor, una danza construida con paciencia, entrega y complicidad. Tres hijos, Daniel, Juan José y Mateo, son ahora testigos de un amor que ha resistido el tiempo y la intensidad del mundo del espectáculo.
Más que una linda pareja, Josse y Cristina son un equipo. La vida los ha unido en proyectos profesionales y personales, entre sets de grabación y noches de desvelo como en ‘Guerreros’, programa que presentaron juntos durante casi cinco años.
“Cris es mi fan número uno, mi motivadora, y yo soy lo mismo para ella”, dice Josse con admiración. El trabajo nunca ha sido un obstáculo en su relación, sino un puente. Se apoyan en cada proyecto, estudian juntos los guiones y analizan las mejores decisiones.
La clave, asegura, es poner siempre a la familia en el centro. Más allá de las luces y los aplausos, su mayor éxito está en casa.
Pero Josse Narváez no es solo un hombre de familia ejemplar, sino un artista que respira el arte como el aire mismo. Su carrera en la televisión ha sido una escalera en ascenso: de ‘La Dama de Troya’ a ‘Fugitivos’, de ‘La Traicionera’ a ‘Celia’. Luego de cinco años alejado de los sets, regresó con fuerza para ‘Escupiré sobre sus tumbas’ y ‘La Sustituta’, reencontrándose con esa chispa que siempre lo ha definido. “Soy muy feliz actuando, ese es mi oficio, mi vocación”, dice con una pasión que ilumina cada palabra.
Su otro gran amor
La música, su otro gran amor, lo acompaña como un latido constante. Desde niño cantaba y tocaba instrumentos, y aunque la vida lo llevó por caminos distintos, nunca dejó de hacer melodías. “Voy a seguir cantando y actuando siempre, sin muchas pretensiones, solo quiero compartir lo que amo”, confiesa. Y es que en Josse, el arte no es una profesión, es una necesidad, una forma de existir.
Sus raíces costeñas laten con fuerza en su corazón. Cada vez que vuelve a su tierra, se encuentra con el eco de su infancia, con la calidez de la gente que lo vio nacer. “Me llena el alma, me llena el espíritu, recibir tantas manifestaciones de cariño de mi gente en la calle”, dice emocionado, su cultura es parte de él, y su mayor compromiso es seguir dando lo mejor de sí, seguir trabajando con disciplina y amor, seguir siendo un reflejo del esfuerzo y la pasión de la gente costeña.