Viña Machado es un nombre que conocen los colombianos. Ella, nacida el 17 de agosto de 1979 en Santa Marta, es parte de la historia de la televisión colombiana y a lo largo de los años se ha destacado por papeles como Gloria Mayorga (Enfermeras), Sandra Medina (La Ley Secreta), Consuelo Araújo Noguera (La Cacica), Bridgit Restrepo (Lady, la vendedora de rosas), Ignacia ‘Nacha’ Díaz Ospino (Leandro Díaz), entre otros. Su capacidad de interpretación y creatividad fue lo que conquistó a los directores de casting del ambicioso proyecto de Netflix, Cien años de soledad, la serie.
La prueba no solo era cautivar a los usuarios de la plataforma o a los seguidores de la obra de Gabriel García Márquez, sino al imaginario del mismísimo escritor, que como Prudencio Aguilar, acechaba a cada uno de los integrantes de este equipo, a los que fueron testigos de un Macondo tangible y visible.
“Después de haberme devorado, otra vez, Cien años de soledad, y haber sido testigo de todo lo acontecido en la producción, estoy segura de que Gabo nos diría ‘buen trabajo, chicos’. Hicimos algo que nunca se pensó hacer”, expresa Machado y cuenta cómo recrea en su mente al hombre que encantó con su narración. Sentado frente a una pantalla, la mira con compasión y ternura, y le pica el ojo como signo de aprobación… “Buen trabajo, pela’”.
Había perdido en la espera la fuerza de los muslos, la dureza de los senos, el hábito de la ternura; pero conservaba intacta la locura del corazón”.
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.
Viña no es una mujer que está concentrada en gustarle a los televidentes o a los internautas. Sus más de 13 años en el modelaje le enseñaron a gustarse y reconocerse, a gozarse a sus seres queridos en esta aventura llamada vida. Entendió que ser fiel a su esencia es un camino enriquecedor por transitar, así que no le gusta definirse porque se limita y esta samaria conoce el significado de la libertad, el que aprendió mirando al mar.
“Definirse a uno mismo es ponerse un montón de rejas, de límites y yo creo que esa es mi gran respuesta, no solo para saber quién es Viña, sino Virginia María Machado. Soy un ser humano que intenta todos los días ser mejor y hacer las cosas bien para su entorno. No podría definirme, me pondría límites y no creo en ellos”.
Machado aprendió a no vivir desde los prejuicios de nadie, ni a seguir los suyos. Las críticas y los señalamientos que hay de las representaciones del Caribe colombiano son problema de quienes las exponen, no de quienes conforman este paradisíaco lugar, donde ha aprendido a imaginar y a crear, aunque lleve años viviendo fuera de él. Su acento, sus expresiones, su físico, toda ella, muy propia de la perla donde nació y creció, una extensión del gran Macondo de García Márquez, donde todo es posible.

Su oficio como actriz es una pasión, un deleite, y los retos que enfrenta son momentáneos, necesarios para alcanzar lo que su corazón busca lograr. Cada personaje ha sido único e irrepetible, los guarda en su memoria con el cariño y la satisfacción del bien logrado, aunque esté cansada de llorar hijos que no pertenecen a esta realidad.
“Todos los personajes que he interpretado son mujeres resilientes, capaces, así como las que habitan en la Costa. Yo no puedo escoger un personaje, no puedo discriminarlos porque no me pertenecen. Exaltar a uno sería desconocer el trabajo que he realizado en cada uno de ellos, el ser obstinada, terca y disciplinada me permite convertirlos en seres únicos, alejados de quién es Viña”. Lea: Viña Machado... Sin censura
Como cada uno cuenta una historia, le preguntó cómo encontró a la Pilar Ternera tan humanizada que vemos en la serie.

La llamada queda en silencio, pero se escucha el sonido que hacen las uñas con la pantalla del teléfono. Hemos quedado mudas y me dice quiero leerte el fragmento en el que encontré a Pilar, en el que la entendí como mujer: “(...) Había perdido en la espera la fuerza de los muslos, la dureza de los senos, el hábito de la ternura; pero conservaba intacta la locura del corazón”, finaliza con su voz firme y ronca.
“Ahí encuentro el universo de Pilar, donde la veo de niña, donde entiendo el desamor, a esa mujer que vive su plena sexualidad. Que haya perdido la firmeza de los músculos, pero nunca la ternura, está tan metido en mí y en mí Pilar”, detalla.
Viña cuenta que quienes han visto la serie y la vida los ha llevado a encontrarse en otros espacios, le comentan que la ternura está palpable en su interpretación, hecho que la halaga y la llena de asombro porque no trabajó la ternura como base del personaje.
“Con mis coaches trabajamos tantas cosas, pero que lo que visto en pantalla haya sido la ternura es de mis más grandes logros porque está dicho ahí, está escrito en el libro”.
Y es que Pilar Ternera no solo llegó para permitirle ser parte de un mundo mágico, sino que le devolvió las ganas de vivir con la ternura como fundamento: “Yo pensé que la ternura estaba abolida en mi vida, porque tal vez no sea percibida como una mujer tierna, pero está implícita en el ser, y cuando me di cuenta de que sí la tenía incorporada fue un gran regalo y quiero seguir explorándola”.
Viña Machado es la mujer que conocimos a través de una pantalla, pero a Virginia María la conocí a través de un teléfono y hoy se las enseñó a través de las letras. Ella es tenaz, determinada y con ganas de comerse el mundo, por eso su sueño actoral es interpretar a las mujeres del universo de Gabriel García Márquez porque a ellas las narró la vida.