Basta con poner un pie en Países Bajos para darse cuenta que es casi imposible no toparse con la adorable figura de un pequeño conejito blanco. Ya sea en libros, juguetes o peluches, Miffy, o ‘Nijntje’ como se llama originalmente en neerlandés, ha dejado una huella imborrable en la cultura neerlandesa y en el mundo entero.
Hoy, más de seis décadas después, este personaje, que nació de la imaginación del ilustrador Dick Bruna, es mucho más que un dibujo para niños: es un símbolo de identidad, creatividad y valores compartidos del País.
Un instante mágico
En un rincón costero de los Países Bajos, donde el sonido de las olas acaricia las casas y los jardines florecen en verano, un padre le contaba historias a su hijo. Aquellas noches, en el pequeño pueblo de Egmond aan Zee, un conejo blanco brincaba entre las flores y despertaba la imaginación de Bruna. De ese jardín, de ese instante mágico, nació la pequeña Miffy.
En 1955, Dick Bruna comenzó a dar vida al personaje, inspirado en dichos cuentos que inventaba para su hijo durante sus vacaciones familiares. Su nombre original, ‘Nijntje’ es un diminutivo de ‘konijntje’, que significa “conejito” en neerlandés. Sin embargo, más tarde, este nombre se adaptaría a ‘Miffy’ para facilitar su pronunciación universalmente, aunque preservando la esencia intacta de esta pequeña compañera: minimalista, dulce y entrañable.
El diseño de Miffy es una oda a la simplicidad. Dos puntos negros como ojos, una cruz que forman su nariz y boca, y colores primarios, le otorgan una identidad que trasciende fronteras. Bruna dibujaba todo a mano, con tinta negra y pinceles, dejando en sus trazos los latidos de su corazón.

“Hay que tomar a los niños en serio y ser tan honestos con ellos como lo son contigo”, afirmaba Dick Bruna, mientras que la página oficial de la caricatura describe sus ilustraciones como pictogramas que hablan por sí solos, lo que hizo fácil que los niños alrededor del globo las entendieran, reconocieran y recordaran.
“Sus dibujos hablan su propio idioma, solo con añadir un pequeño detalle como una lágrima o cambiar la forma de los ojos refleja perfectamente las expresiones y sentimientos de los personajes sin necesidad de exagerar. Su verdadera magia era hacer mucho con poco”.

Un universo creado para los niños
Cada detalle de Miffy ha sido cuidadosamente diseñado pensando en sus pequeños lectores. Los libros, compactos y cuadrados, tienen el tamaño ideal para encajar en manos infantiles.
Las páginas, con ilustraciones en un lado y cuatro líneas que riman en el otro, los invita a sumergirse en historias cotidianas que siempre dejan una enseñanza: una visita al zoológico, un cumpleaños o un día lluvioso, no se enredan en tramas ostentosas, sino que narran aventuras simples e impregnadas de dulzura y valores.
El diseño de los textos también demuestra una cuidadosa atención al detalle. Dick Bruna optaba por una tipografía minimalista y serena, como ‘Sans Serif’, asegurándose de que las letras carecieran de curvas o adornos innecesarios. Asimismo, evitaba el uso de mayúsculas y limitaba la puntuación al mínimo, siempre con el objetivo de facilitar la lectura a los más pequeños.
“Veía el mundo como si él mismo tuviera cuatro años, y eso se siente en cada página. Todo está hecho desde el amor y la empatía por los niños”, comenta Ana Cristina Valle, cartagenera y estratega en marketing especializado en hospitalidad y turismo cultural, quien ha vivido en los Países Bajos por más de ocho años.

“Miffy es atractiva para los niños de todo el mundo por su comportamiento, brindándoles una sensación de tranquilidad y seguridad. Se identifican con ella y sus aventuras porque es sencilla, inocente, tiene una actitud positiva y siempre está abierta a nuevas experiencias”, asegura también su página oficial.
El papá de Miffy
Nacido el 23 de agosto de 1927 en Utrecht, Dick Bruna creó más de 124 libros, alcanzando ventas superiores a los 85 millones de copias en 50 idiomas. Inspirado en artistas como Piet Mondrian, Bruna convirtió la sencillez en un lenguaje universal.
En 2011 decidió retirarse y falleció el 16 de febrero del 2017 a los 89 años, bautizado por siempre como el “padre de Miffy” en los corazones de sus seguidores.
Entre sus reconocimientos más destacados se encuentra el ‘Lapin of The City’, un premio que celebró su contribución a llevar la ciudad de Utrecht a otro nivel gracias a su imaginación y creatividad.

Un ícono cultural neerlandés
En su ciudad natal, Dick Bruna no solo dio vida a Miffy, sino que dejó un legado palpable en cada rincón. Allí se respira Nijntje: un museo, un café, un hotel y hasta una calle dedicada al personaje, donde destaca el icónico semáforo del conejo.
Tras cientos de libros, series de televisión, colaboraciones con marcas de moda y esculturas públicas, Miffy ha trascendido su origen para convertirse en un ícono cultural, cuya verdadera magia radica en su capacidad de conectar con las personas.
“Miffy es parte del imaginario colectivo y del marketing de turismo de Países Bajos, en especial de Utrecht, por lo que, más allá de ser un libro infantil, es un ícono del cual los neerlandeses se enorgullecen y sienten tan propia a ‘Nijntje’ como a un tulipán. Conocer Países Bajos a través de Miffy y el trabajo de Dick Bruna y que la gente logre entender su cultura desde otro punto de vista más allá de Ámsterdam y de la marihuana es muy importante”, concluye Valle.