No recuerdo la primera vez que escuché a Rubén Blades, solo sé que es un infaltable en la familia. En casa de mis tíos, los melómanos Nieves Caro, la obra del panameño retumba en las paredes y se escapa de los incontables equipos de sonido repartidos por su hogar. Mi tío Orlando y mi madre no pueden escuchar Amor y Control porque un brillo emerge de sus ojos, y más allá de la cruda exposición de los conflictos y las realidades que hay detrás de esta composición, es el mensaje del inquebrantable amor de familia lo que los conecta. Cantar Decisiones e imitar las voces y sonidos para narrar las diferentes situaciones es un plan familiar, o entonar Desapariciones con mi hermana y mi prima es sinónimo de empatía. Y está mi padre, siempre dispuesto a provocar carcajadas en la familia, junto a su prima Luzma, recreaban la historia de Pedro Navaja, un recuerdo que sigue vivo.
Yo también crecí con sus canciones y no me canso de educarme con sus letras. Lea: Gabo y Rubén Blades engañaron al mundo por mero aburrimiento

Rubén Blades Bellido de Luna nos ha regalado el placer de pensar esta vida a través de la música, en especial, del poder de la salsa. Nos ha contado con sus canciones historias de esta maestra vida que es experta en quitar y dar, nos ha enseñado a ponernos en los zapatos del prójimo: de Pablo Pueblo, Ligia Elena, Adán García, Manuela, Sebastián, el Padre Antonio y el monaguillo Andrés, entre muchos otros, y nos lleva a relacionar estas historias de ficción con los de carne y hueso, aquellos que deambulan por las calles de las ciudades, vecinos, familiares, amigos… Pensar el territorio, en América Latina, con sus aciertos y desaciertos, recordar la historia que reviste esta extensión de tierra rodeada de agua, la que nos da sentido de identidad y pertenencia, entender que ser críticos aporta más de los que supuestamente nos ha dividido. Rubén es un hombre universal que siempre regresa a Panamá, el lugar donde descubrió el poder de ver la vida a través del sentido humano.
Es imposible amar la obra musical de Rubén Blades y no respetar su carácter humano, porque su sonar es él mismo, no una extensión de su ser. Quizás por eso no se cansa de buscar esa guayaba, la que tiene sabor y una que tenga mentol, porque la belleza de vivir es entender la complejidad y profundidad de las decisiones individuales que forman a la sociedad. Lea: La dura crítica de Rubén Blades a los gobiernos latinoamericanos

En incontables entrevistas asegura que no hace música política, sino música con ocurrencia política que nos toca a todos. El panameño habla del hombre en todas sus aristas, un tema inherente en el plano político, por lo que muchos, en el poder, se sienten aludidos al escuchar estas letras bailables. Lea: Ruben Bládes: “Ser testigo de la renovación de tu audiencia es algo extraordinario”
Blades se graduó de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard en 1985 con una maestría en derecho internacional.
En su incansable y energética búsqueda de América, trata de que sus habitantes conozcan la justicia, porque si no jamás “tendremos paz”, porque mientras siga “viviendo dictaduras” será imposible encontrarla, y ante su “torturado cuerpo, no saben dónde está”. Él no se cansa de llamarla. Todavía tiene el sueño de uno, que es el sueño de todos, “romper la cadena y echarnos a andar”, así que le pide al pueblo unión para “ponerte en libertad”. Antes de que se muera la esperanza, él promete que “te vamos a encontrar”.

Esta obra literaria y su libre pensamiento han llevado al abogado Heriberto Martínez Britton a convertirse en un asiduo admirador del panameño o como aseguran sus amigos en un texto dedicado: “Heriberto sabe más de Rubén Blades que el mismo Rubén Blades”. Lea: Rubén Blades gana premio a mejor álbum tropical en los Grammy
Y al conocerlo, concuerdo con la descripción de sus compañeros de tertulias y buena música, es de hablar fino, sencillo y tranquilo, se le nota el respeto, la fascinación y el asombro. No es jactancioso al hablar de las dos veces que ha interactuado con su artista favorito y de su saber sobre él.
Asegura ser un humanista y explorador de la vida y manifiesta sentirse identificado con las palabras que le dedicó Residente a Rubén en 2021, cuando su vida y obra musical fue homenajeada en los Latin Grammy. “Soy fruto de la frase: ‘Estudia, trabaja, sé gente primero, allí está la salvación’: la salvación de la ignorancia, la manipulación y la falta de carácter ante la vida”. Eso se lo enseñó Rubén. Lea: Rubén Blades defendió a Nayib Bukele tras reelección en El Salvador
Él sí tiene presente la primera vez que escuchó al cantante. Fue el 22 de enero de 1971, tenía 6 años. “Estando en pleno apogeo los precarnavales de Barranquilla, y al mismo tiempo se estaba velando el cadáver de César Martínez Echeverría, mi padre. Cerca del velatorio había una caseta con un picó, que se oía clarito en la casa donde yo estaba”. La narración de Descarga caliente lo dejó maravillado para siempre y despertó su curiosidad, esa que te lleva a pensar sin cesar: ¿cómo estás mirando el mundo?
“Rubén es un pensador, un estudioso, empático con la sociedad y eso lo convierte en una voz de aliento. Es un hombre inacabado porque no ha marcado un punto final en su carrera artística y su vida personal”, expone el abogado nacido en Soledad (Atlántico) que lleva más de 54 años en Cartagena y que más que cartagenero se considera getsemanicense. Lea: El importante reconocimiento a Rubén Blades en Nueva York
Estudia, trabaja, sé gente primero, allí está la salvación".
Rubén Blades, en Plástico.
Para él, Siembra (clásico de la salsa, el álbum más vendido de Fania Récords, y probablemente de la historia de este género) se escucha y se disfruta. Se aprecia la diferencia entre lo musical y el mensaje, y es el claro ejemplo del texto bíblico que reposa en Mateo 13:9: “El que tenga oídos, que oiga”. Lea: La dura carta de Rubén Blades a Willie Colón por Donald Trump

A Rubén no se puede encasillar y quienes aprenden a apreciar la belleza del libre pensamiento hacen conciencia de que este nace desde la solidaridad y la empatía, y te permite ver a ‘Hispanía’, “la América idílica de Blades, donde se une la cultura, la historia y la resiliencia del pueblo”. Lea: Rubén Blades tilda de “burrada” el deseo de Trump por comprar Groenlandia
Heriberto ha interactuado con Rubén en dos ocasiones. La primera fue en 2007, cuando el artista llegó como Ministro (e) de Turismo de la República de Panamá. Era tal su afán por hablar con Blades que se hizo pasar por observador del periódico El Universal sin especificar si de esta casa editorial o del diario mexicano. El encuentro se dio en el aeropuerto de esta fantástica ciudad, al igual que la segunda vez, pero esta se remonta al marco del Hay Festival de 2011. Ese día no logró entrar al conversatorio por la cantidad de gente que fue al lugar, pero al salir, el maestro le gritó: “Bladiano, nos vemos en el aeropuerto”.

No son los pormenores de los fugaces encuentros, ni el disco de vinilo que tiene firmado con un sentido mensaje de agradecimiento, ni la foto que reposa en su memoria digital, sino todos los caminos que Heriberto ha transitado gracias al positivismo de Rubén, quien no pierde la esperanza de conocer a su idílica América. Lea: ¿Por qué Rubén Blades demandó a Vox, partido político español?
El placer de escuchar a Rubén en concierto lo tuvo en 2020. Fueron casi tres horas y 24 canciones. Heriberto Martínez Britton más que un conocedor de la vida de Blades es un estudioso de su obra, un respetuoso del análisis cultural, un amante del sonar de esta salsa protesta, un hombre que disfruta de la búsqueda de su propia guayaba, una que tenga sabor y que tenga mentol.