En el corazón de la Costa Caribe colombiana, entre las palmas y el retumbar del tambor, nació Miriam Negrete. Originaria del Campano de Los Indios, un rincón de Lorica, Córdoba, la vida de esta cantadora folclórica ha sido un viaje de resiliencia y amor al arte.
Hace 40 años, Miriam dejó su pueblo con la esperanza de un futuro más prometedor. Aunque fue una despedida difícil, fue una de las mejores decisiones de su vida. “El desplazamiento forzado no se da solo por la violencia, sino por la falta de oportunidades (...) Llegué a Barranquilla un 10 de octubre de 1986, con diez años y dije ‘yo no me devuelvo para allá’ fue un corte de ombligo”.
“Es un choque para esa niña de pueblo que corría en las noches de brisa, jugaba a la yuca asada y arriaba agua a las tres de la mañana. Ahora algo le decía: ‘No puedes quedarte’”, añadió con los ojos cristalinos.
Barranquilla fue su primer hogar lejos de casa, y allí empezó a germinar el talento que hoy la ha posicionado como una de las grandes guardianas de la tradición cultural del Caribe. Desde niña, Miriam respiró música. Su abuelo, con clarinete y platillos, llenaba las noches de las fiestas patronales de dulces melodías, mientras fabricaba pitos de palma para que los niños del pueblo se divirtieran. Miriam creció con el eco de canciones como ‘Coroncoro’ y ‘Cunde cunde’ de La Niña Emilia, que alimentaron su espíritu folclórico.

Y aunque en su familia, nadie más cantaba, el gen artístico parecía estar latente, esperando a Miriam para manifestarse. Su personalidad extrovertida y el armonioso sonar de sus cuerdas vocales le valieron el apodo de ‘saramuya’, esa niña llena de chispa, alegría y que no le temía a nada, llevaba el talento en las venas.
A los 14 años, en Barranquilla, dio sus primeros pasos en el escenario gracias al abogado Armando Armenta Maestre, su maestro, el primero que creyó en ella, no solo como colega, sino como cantadora: “él fue el que me dijo ‘Juana’ estudia derecho, él me veía como hablaba y me decía ‘tú eres lengua larga, no le tienes miedo a nada’. Pero un día me dijo ‘para acá viene Carlos Vives, un señor de Santa Marta, tío del cantante, para que les eches una cantadita y te vamos a pagar’ tenía solo 14 años”.
Así comenzó una larga carrera musical que la llevaría a integrar sus bellos cantos en reconocidas e icónicas agrupaciones como el ‘Binomio de Oro’ y ‘Las Musas del Vallenato’. Lea: Miriam Negrete, la voz femenina que sigue enamorando en el vallenato
‘La de la voz que enamora’ tenía una conexión especial con Patricia Teherán, tanto que por un “pálpito”, en 1995, un mes después de su muerte, Miriam llegó a vivir a Cartagena con la madre de Patricia, para hacer parte del grupo ‘Las Guerreras de Patricia Teherán’, en el cual llegó a ser hasta confundida con ella gracias a los similares colores que compartían sus pródigas voces.
“Tuve un pálpito de que debía ir a Cartagena. A los 15 días me buscaron para cantar con el grupo de Patricia, y hasta el sol de hoy me quedé en esta ciudad”.
En Cartagena de Indias, la que sería su hogar durante los próximos 30 años, se dio el punto de inflexión de Miriam como cantadora y portadora de las tradiciones de su tierra. “Mi tradición y mi cultura permanecen en mí, en mi forma de ser, de hablar, en mis atuendos y en mi casa. Yo no tengo lujos, pues todo lo que tengo en mi casa son tesoros ancestrales”, dice con orgullo.
Y a pesar de que su hogar queda en la ciudad, en él se respira tradición, es un reflejo de su identidad; al igual que su cocina, donde platos como el sancocho de gallina y el ahogado de berenjena son un homenaje a su herencia caribeña que busca reproducir a sus hijos, Elizabeth, Samuel y Felipe. Lea: La musiculinaria de Miriam Negrete

“En mi casa se come cabeza de gato, ahogado de berenjena, sancocho de gallina, manjar de plátano, mazamorra de maíz biche y en mi nevera nunca puede faltar el queso costeño. Mis hijos son felices, a ellos todo lo que sale de las manos de mamá les encanta”, expresa emocionada.
La vida no ha sido fácil para Miriam. En 2006, perdió a su esposo, al amor de su vida, en un trágico asesinato que marcó el inicio de una dura batalla como madre soltera. Sin embargo, lejos de rendirse, encontró en su fe y en su música un refugio.
“Yo dije: ‘Está la carrera, están mis hijos, está la casa y está el dolor, el proceso de ser mamá soltera... ¿Qué hago? Comencé con esa extraordinaria guerra pero me agarré del más fuerte, de Dios, él me vistió de otra persona, me revistió de coraje, de gracia, pero sobre todo, de su amor, para poder sobrellevarlo todo; y, te puedo mirar a los ojos y decirte con todo el respeto y la dignidad del mundo, que no tengo nada de qué avergonzarme”.

En medio de la pandemia del Covid-19, transformó la adversidad en arte. Con tres ventas de pasteles que le ayudaron a recaudar cinco millones de pesos, logró hacer el documental ‘Tributo a las cantadoras’, un proyecto en el que muestra la magia cultural de Bolívar y sus cantoras, que la hizo merecedora de dos galardones ‘Congo de Oro’ en 2023 y 2024. Lea: Cantadora Miriam Negrete gana Congo de Oro en el Carnaval de Barranquilla
A sus 50 años, y a unos meses de terminar su carrera como abogada, Miriam es hoy más que una cantadora: es una fuerza cultural que inspira a nuevas generaciones.
Hace parte del equipo del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC), donde continúa trabajando para preservar las raíces del Caribe. “La tradición y la cultura son mi corazón, mi expresión, mi arte, mi canto; es un homenaje a mí misma, pero espero que sirva de motivación para todas las nuevas generaciones. Es un homenaje a Miriam, a esa niña que la desprendieron de lo que la hacía más feliz y a mi tierra, que sepa que sí tiene gente que le ama y que está dando la cara por ella”, concluyó Miriam Negrete, la cantadora de la voz que enamora.