Mi estudio más reciente, realizado por la Fundación Gabo y Google News Initiative, que será presentado en la Semana de la Comunicación/ Días de la palabra de la Universidad de Cartagena, se llama el Hormiguero.
No soy, ni por asomo, un naturalista como el gran Edward Wilson, uno de los más destacados especialistas en hormigas del mundo, y además cargo sobre mis espaldas o mi conciencia que soy de una de las regiones del mundo en donde se comen hormigas.
La idea de hormiguero nació de una desviación intencional de la mirada. Durante años había escrito sobre el desarrollo de la televisión y a comienzos del nuevo milenio participé en la investigación sobre Economía y Cultura del Convenio Andrés Bello que realizó el primer trabajo sobre el impacto de la cultura en el PIB de Colombia y de otros países de la región.
Fue un sabio paraguayo el que me ayudó a entender mi cambio de mirada cuando decidí observar de otra manera y hacia otros lugares y me encontré en el campo de la cultura y la comunicación con las hormigas y el hormiguero. Contó cómo los jesuitas del barroco habían traído a su país el arte de la elaboración de grandes esculturas religiosas, en que los santos y los ángeles miraban hacia arriba en sus arrobos místicos y que fue la actitud que les propusieron como modelo a los indígenas guaraníes, quienes se opusieron tenazmente a replicar esa actitud de las figuras.
Solo lo hicieron cuando los jesuitas les permitieron que sus santos miraran a los ojos y no al cielo, cambiando profundamente, no tanto el modo de mirar como la forma de ser y de vivir.
Pequeñas pero activas experiencias culturales
Fue entonces cuando llevé a cabo un análisis de pequeñas experiencias culturales creadas por todo el país, y que se iniciaban con un grupo de teatro que ensayaba y representaba sus obras debajo de un palo de mango en la plaza de Zambrano, Bolívar.

Tomé la idea del hormiguero de dos pensadores memorables, el filósofo Michel de Certeau y el antropólogo Clifford Geertz. El primero escribió que “La cultura prolifera en los márgenes. Es un hormiguero” y el segundo partió para sus reflexiones de un aforismo africano que dice: “La sabiduría está en el conjunto de las hormigas”.
Las hormigas empezaban a merodear en el paisaje de los medios de comunicación que parecía imperturbable y seguro, pero que había empezado a cambiar de una manera vertiginosa, transformando su modelo de negocio, enfrentándose a audiencias mucho más móviles, naufragando en una caída de la confianza pública, presionando nuevas formas de narrar y sobre todo otro tipo de agendas. Todo ello dentro de una revolución digital que, según Roger Chartier, modificó todo a la vez, “los soportes de la escritura, la técnica de su reproducción y diseminación, y las maneras de leer. Tal simultaneidad resulta inédita en la historia de la humanidad”.
Empecé a percibir los caminos de las hormigas en la información en 2010, cuando hice el estudio sobre medios nativos digitales informativos en Colombia, que en ese entonces mostró que ya existían 350, que en 2012 serían 700 y que en 2018 llegarían rápidamente a 900.
El estudio de la Fundación Gabo, que se puede leer en su página web, amplió el panorama de lo que está sucediendo en 19 países de América hasta llegar a las puertas de medios nativos digitales de las diásporas latinas en los Estados Unidos.
Los medios nativos digitales en América
Durante 2023 y 2024, la Fundación Gabo realizó un estudio sobre medios nativos digitales en México, Centroamérica y Suramérica, bajo la idea de que este es un campo muy decisivo de la comunicación en nuestros días.
Se exploró un fenómeno nuevo promovido por las transformaciones del periodismo, el fortalecimiento creciente del ecosistema digital, las necesidades de expresión de antiguos y nuevos sectores sociales, la crisis de confianza de los medios convencionales y las modificaciones de los ámbitos y alcances de la opinión pública.

Los materiales del estudio fueron la creación de una base de datos de medios nativos digitales en 19 países, el análisis de un caso por país, la observación de sus especificidades y finalmente, su aproximación a lo que entienden por calidad del periodismo.
Lo que se observa en el Hormiguero es, además de una importante cantidad de medios- 1767 certificados, una gran vitalidad en su creación y funcionamiento. Desde 2017, su aparición ha sido creciente y se encuentran desperdigados por toda la geografía del continente. Hay medios populares, alternativos, comunitarios, étnicos, mineros y locales muy significativos en el paisaje mediático de la región. Buena parte de ellos fueron analógicos y han hecho el tránsito hacia su configuración digital.
Características del Hormiguero
A su vitalidad y expansión se suman las diferencias con los medios convencionales, las ideas de comunicación que están tramitando, las nuevas visiones de las audiencias que empiezan a alejarse de conceptos del pasado como el target o la población-objetivo, las relaciones con las comunidades de proximidad y, sobre todo, su interés en una agenda pública más inclusiva.
También son relevantes las formas de acceso a las tecnologías y la innovación, por sus decisiones sobre las herramientas que utilizan para generar sus sitios web, oportunidades de circulación, formas de interacción, redes y uso de datos.
Las definiciones de su diseño, el carácter de sus narraciones o la elaboración de investigaciones de largo aliento en que se han comprometido en estos años, son tan interesantes como sus vínculos con organizaciones y movimientos sociales y la participación significativa de las mujeres.
También las actividades de chequeo, los proyectos colaborativos que replantean los sistemas de alianzas tradicionales, la discusión sobre algunos valores que forman parte de las referencias habituales de la comunicación y el periodismo y el debate sobre sus cercanías con el activismo y la defensa de causas. A todo ello se agregan sus preocupaciones por la sostenibilidad y sus encuentros con las artes, la educación, los asuntos de género o las culturas, pero también con las luchas y las demandas de sus respectivas sociedades.
Lo que nos muestra este Hormiguero es una parte de los nuevos caminos que está tomando la comunicación y el periodismo en nuestro continente.