El sábado 19 de octubre se cumple un mes del fallecimiento de La Gorda Fabiola. La comediante samaria se despidió a los 61 años tras padecer una serie de complicaciones causadas por una bacteria. La triste noticia enlutó el mundo del entretenimiento nacional.
Fabiola Posada estuvo vinculada por 37 años al célebre programa de humor, Sábados felices; donde conoció a su segundo esposo y el gran amor de su vida, el humorista Nelson Polanía. Ante su inesperada muerte, sus hijos y su esposo aprovechan cada oportunidad para recordar su vida y el aporte cultural que le hizo al país. Lea: Hija de La Gorda Fabiola abre su corazón sobre su relación con Polilla

El comediante reveló detalles del proceso de duelo que lleva y cómo lo está enfrentando junto a su hijo Nelson David. Para ellos, el vacío que dejó su “gordita” no lo podrá llenar nadie, pero buscan mantener su memoria, por lo que aprovechan los espacios a donde los invitan para compartir anécdotas y enseñanzas.
Asimismo, a través de sus redes sociales habla de cómo sus mascotas lo han ayudado en todo este proceso. En especial, con Natilla, quien estaba muy apegado a su esposa y ha sentido su ausencia. El enfrentarse a la ausencia física, ha sido “duro pero sanador”. Lea: Gorda Fabiola: Polilla realizará mercado de pulgas con sus prendas
“Las experiencias de vida nos traen muchas enseñanzas, ahora ellos dos se han convertido en una pieza fundamental para nuestra compañía. Es increíble cómo nos hemos dado cuenta de que un perrito ayuda tanto en estos momentos, compartimos ahora muchas cosas con este par de seres. Revivimos ahora momentos juntos, muchos instantes que quedan en nuestra memoria, en los sitios y espacios que disfrutamos. Es duro, pero sanador, es enfrentar el duelo de una forma algo cruel, pero consuela el espíritu”, aseguró el humorista.
Visitar lugares a los que iba con ella o realizar actividades que disfrutaban hacer como pareja, pero ahora estar y ser sin su esposa, ha sido retador pero sanador para Nelson Polanía. “Al principio es como echar alcohol en una herida, te duele, gritas, pero luego reconforta la mente, sí, porque la pena es intangible, no se ve, pero me he dado cuenta de que hablar de ello también te conecta con tu interior y va desprendiendo aflicción, vas logrando una paz muy grande cada vez que la memoria invade tu espacio y por eso lo hago reitero, y he llegado a recordarte con una sonrisa y hasta con una carcajada con nuestra familia, amigos y compañeros a través de un chiste o una anécdota hilarante, porque eso representabas, risas y felicidad; cada día me siento más agradecido con Dios porque nos cruzó en esta vida, y agradecido contigo porque aunque ya no estés me has enseñado los últimos días tantas cosas, y sobre todo he aprendido a valorar lo que antes pasaba desapercibido... Gracias infinitas, mi amor”.