Muchos la percibieron como una mujer fuerte, implacable, sólida e inquebrantable, pero la realidad era otra, Joan Rivers fue más humana de lo que quería aparentar. El miedo y la inseguridad fueron tema de debates nocturnos con la soledad, verdades que su hija, años más tarde, reveló llenando de calma a su abatido mundo.
Parece que el alma percibe cuando el cuerpo se va a despedir, porque en sus últimas entrevistas dejó claro que sus chistes, bromas y críticas eran el reflejo de su vida y que utilizaba recursos artísticos y narrativos para engrandecer lo que salía de sus labios. Lea: Joan Rivers, maestra de la extravagancia

No nos digamos mentiras. Al morir Joan Rivers, nació una leyenda. La de una mujer irreverente que supo llamar las cosas por su nombre y que no dudó en burlarse de su apariencia cuántas veces pudo”.
Beatriz Arango S. en 'Joan Rivers, maestra de la extravagancia'.
“Yo hablo la verdad sobre mi vida. Digo cosas que las personas encuentran hilarantes. Hablé abiertamente de una aventura con un profesor. Mientras estaba conmigo, su esposa quedó embarazada y me di cuenta de que él no era sincero. Tenían que escuchar el bullicio de la audiencia”, comentó consciente de que había dejado su nombre tatuado en la historia.
Para algunas personas inmersas en esta realidad, ella fue la pionera del humor irreverente que hoy en día muchos quieren implementar, pero caen en la delgada línea de la grosería, la insolencia, la mala educación y la vulgaridad. Ella verdaderamente vivió entre dos multiversos, entre el amor y el odio. Lea: La historia detrás de la película ‘Romper el círculo’

Nueva York fue su todo. En la gran manzana nació y murió Joan Alexandra Molinsky, aunque sus cenizas fueron esparcidas por diversas ciudades del mundo que cautivaron a la histrionisa conductora del célebre programa de moda ‘Fashion Police’, un espacio en el que se permitió decirlo todo, hasta arremeter contra el expresidente de los Estados Unidos Barack Obama y su esposa, Michelle. Aun soportando su desmedida lengua, la familia presidencial expresó tras la fatídica noticia de su muerte, dijeron que la hija de migrantes rusos judíos “no solo nos hacía reír... nos hizo pensar”.
Podía sonar muy cruel porque decía cosas que el resto del mundo no se atrevía ni a pensar”.
Jeanne Wolf, periodista de Hollywood.
Nació en Brooklyn y se crió en los mejores barrios residenciales de aquella época. Los colegios escogidos por sus padres fueron idílicos para enamorarse de las artes y empezar a construir un nombre en el teatro local. El drama estuvo tan presente que se decidió por el título de licenciada en literatura inglesa y antropología de Barnard College. No obstante, su ser pedía más, no quería vivir en las letras e historias existentes, sino que su voz fuera capaz de crear y expresar lo que nacía de su ser. Lea: La conmovedora historia de un sobreviviente de los Andes y su padre
Fue guía turística en el Rockefeller Center y asesora de moda en Bond Clothing Stores, trabajos que le permitieron ver el mundo con diversos lentes y aprender desde una ajetreada cotidianidad. Tony Rivers, quien fue su primer representante, confió en su talento y en su capacidad de hacer reír al mundo entero, así que la animó a continuar cosechando su ingenio, a lanzarse como comediante tomando por nombre artístico suyo, así nació ‘Joan Rivers’.
Ámala u ódiala, vamos a extrañar a Joan Rivers. Siempre la respeté por su particular humor. Única en su género”.
Samuel L. Jackson, actor.
Contra todo pronóstico y sin la bendición de su familia, se lanzó a triunfar en teatro y, en 1960, debutó como comediante en vivo en clubes nocturnos de Greenwich Village, Nueva York. Cinco años después conoció a su mentor Johnny Carson, cuando comenzó a trabajar en ‘Johnny Carson: Tonight Show’ de la cadena NBC. El conductor, convencido de que Rivers tenía potencial para convertirse en un hito de la televisión, se esmeraba más y más en cada edición para que sus elogios fueran una carta de presentación. En 1968, se estrenó en la pantalla grande y en la maternidad. Desde esa época, nadie pudo detener a ese tren sin frenos que estaba listo para devorar. Lea: Nadie mejor que Simone Biles en los Juegos Olímpicos París 2024
Su primer matrimonio, antes de empezar a construir su nombre como marca, fue anulado a los seis meses, según Rivers, “seis meses más de lo que debió haber durado”. Su segundo esposo marcó su vida para siempre. Se casó con Edgar Rosenberg, padre de su única hija, un productor de televisión que manejó la carrera de la estadounidense por 22 años, hasta que tomó la decisión de quitarse la vida. “Estábamos todos en el arroyo y él no quería salir de ahí. Lo entiendo, y me siento horriblemente mal por él, pero me pregunto si estaría aquí hablando contigo, si él no se hubiera suicidado, hubiéramos terminado los dos como una pareja de amargados, en una casa o en una colina”, contó Rivers en su última entrevista con The Daily Beast.
La tragedia que envolvió a su familia la obligó a volver al trabajo y se encargó de que los telones de su acto final permanecieran arriba hasta el 4 de septiembre de 2014, cuando los medios de todo el mundo confirmaron que había fallecido en un hospital de Manhattan, la policía de la moda, la mejor presentadora que tuvo la alfombra roja de los Óscar, los Grammy, los Emmys y muchos más, no solo fue llorada por su hija y nieto, sino que a su funeral asistieron, vestidas de negro impoluto, celebridades como Sarah Jessica Parker, Whoopi Goldberg, Donald Trump, Barbara Walters, Kelly Osbourne, Carolina Herrera, Michael Kors, entre otros. Lea: Catherine Ricaurte, la cartagenera que vende arte en las redes sociales
Melissa Warburg Rosenburg, en honor a su madre, es conocida como Melissa Rivers. Acompañó a su progenitora detrás de cámaras como productora de televisión, y al igual que sus padres, no se desligó del imperio familiar. Fue blanco de duros y despiadados comentarios de la celebridad, que siempre recibió con una sonrisa de resignación para seguirle el juego.
Melissa dedica su vida a honrar la memoria de su madre. No solo desde la justicia obtenida con la confesión de los médicos por la mala praxis en el quirófano, sino a través de sus memorias, revelando la esencia de su ser: “Ningún hombre jamás la elogió por su apariencia o su cuerpo, lo cual era la razón principal de su obsesión con la cirugía plástica. Lo que la mantuvo insegura de sí hasta que cumplió 80 y nos dijo: ‘¿Sabes qué?, para tener 80 años, no me veo tan mal’. Ella siguió el camino del humor autocrítico a la autoaceptación”. Lea: Yeimy Paola Vargas, la eterna reina que desea regresar a Cartagena
Joan Rivers, la mujer que utilizó su vulnerabilidad y construyó un imperio en donde el humor y la picardía avivaron cada espacio. Entre el amor y el odio, existió. Entre cámaras y quirófanos, vivió la mujer de más de 300 cirugías.