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Farándula

La conmovedora historia de un sobreviviente de los Andes y su padre

El uruguayo cuenta la historia de un padre que nunca soltó la esperanza de abrazar a su hijo después de que muchos lo dieran por muerto.

La conmovedora historia de un sobreviviente de los Andes y su padre

Carlos Páez Vilaró se funde en un abrazó al reencontrarse con su hijo después de 72 días del accidente. A la izquierda, la foto original; a la derecha: la foto recreada en la película de J.A. Bayona. //Foto: IG @carlitospaezr

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A Barranquilla (Colombia) viajé a escuchar una historia que según conocía. Porque a través de libros, documentales, entrevistas y la película ‘La sociedad de la nieve’ había escuchado todos los detalles para narrarla cómo si hubiera experimentado, en carne propia, la soledad, el frío, el hambre, el dolor, la incertidumbre, el desamparo, el miedo a morir estando vivos. Esa noche, escuché una historia diferente, aquel hombre que conocemos como Carlitos Páez narró la búsqueda implacable de unos padres que sabían que su hijo pronto llegaría a casa y en sus brazos lo acogerían para nunca más soltarlo.

En la helada montaña de los Andes, por allá por 1972, el avión FAU 571 se estrelló de camino a Chile con los integrantes del equipo de rugby uruguayo Old Christians Club, junto a familiares y amigos. Lea también: ‘La Sociedad de la Nieve’, la obra de arte de J. A. Bayona

28 de diciembre de 1972. Seis días después del rescate, durante una rueda de prensa en el gimnasio del colegio Stella Maris. //Foto: IG @carlitospaezr
28 de diciembre de 1972. Seis días después del rescate, durante una rueda de prensa en el gimnasio del colegio Stella Maris. //Foto: IG @carlitospaezr

Los asistentes lo observaban con cuidado. Hubo más de una lágrima y los “increíbles” se escapaban en susurros. Nadie puede creer el humor y la tranquilidad con la que este hombre cuenta lo que para muchos es un trauma. Lea también: Nadie mejor que Simone Biles en los Juegos Olímpicos París 2024

Lo único que se mantiene a lo largo de los años es mi humor, aunque antes era mejor, era más ingenioso”.

 Carlos Páez.

Era un joven de 18 años sin miedo a nada porque en la vida lo había encontrado todo, capaz de convencer a cualquier alma de hacer el trabajo, mientras él desde lo lejos mandaba con el índice. No le importaba que la gente lo reconociera como tal, porque para él, ahí había poder. Lea también: Alonso Doria, el cartagenero que investiga para servir a su comunidad

“Era consentido, egoísta. Yo no hacía, ni sabía hacer nada. A mis 18 años tenía nana, eso deja mucho que decir, ¿no?”, contó entre risas y aseguró que haber vivido 72 días en la cordillera lo ayudó a ser un hombre autónomo que es capaz de reconocer el valor del trabajo en equipo.

Su mayor logro en la vida es la bolsa de dormir que llevaron en la excursión final para protegerse del frío. La hizo uniendo trozos del recubrimiento térmico de los ductos de calefacción hallados en la cola del avión, y con alambre de cobre lo coció. No hay nada que lo llene de orgullo que recordar aquel niño armar un objeto que mantuvo a sus amigos con vida. Lea también: La historia de la familia antioqueña que le dice “sí” a Cartagena

Dibujo de la bolsa de dormir hecha por Carlitos Páez en la montaña que fue fundamental en la expedición final. //Foto: IG @carlitospaezr
Dibujo de la bolsa de dormir hecha por Carlitos Páez en la montaña que fue fundamental en la expedición final. //Foto: IG @carlitospaezr

“Nando Parrado, Roberto Canessa, Antonio Vizintín y mi bolso de dormir, yo le dio un valor humano. Ese valor que nació en la montaña y yo lo llamo madurar, es el resistir. Mi crecimiento personal estuvo en cada puntada”, dijo y reafirmó la importancia de ser propios en un mundo donde el valor humano se mide en billetes y monedas.

Su padre pintó su mundo de colores

Carlos Páez Vilaró fue un artista reconocido en Uruguay, que no se guardó su arte y que en su momento de angustia le regaló a su hijo el paisaje más hermoso del mundo, los claros cielos de la montaña, el calor de sus amigos, el sacrificio del amor que nunca se da por vencido. Lea también: Olga y Sandy, dos magangueleñas altamente creativas para comunicar

Carlos, el hijo “perdido”, cuenta que sus pensamientos eran contundentes, nunca imaginó su final, el estar desahuciado o que la vida no iba a prevalecer en su historia; por eso, habla de la montaña desde dos momentos claves, el impacto y el después de la noticia en la radio que los daba por muertos. Desde el día 10, todos los frentes toman la decisión de hacer hasta lo imposible por mantenerse con vida y esperar el deshielo que anunciaba su rescate.

Carlos Páez Vilaró se funde en un abrazó al reencontrarse con su hijo después de 72 días del accidente. Foto recreada en la película de J.A. Bayona. //Foto: IG @carlitospaezr
Carlos Páez Vilaró se funde en un abrazó al reencontrarse con su hijo después de 72 días del accidente. Foto recreada en la película de J.A. Bayona. //Foto: IG @carlitospaezr

Desde ese momento, tanto él como su padre, ante el bullicio del mundo, atravesaron el mismo camino, uno desde los Andes, el otro desde Uruguay, para reencontrarse y fundirse en un abrazo que los separó el 14 de febrero de 2014, cuando Carlos padre se despidió de este plano terrenal. Lea también: Discriminación positiva: ¿sabe usted de qué se trata? Aquí le contamos

Salir de la droga es más difícil que sobrevivir en los Andes”.

 Carlos Páez.

En medio del dolor y el desasosiego, el pintor buscó a su hijo por todas partes y hasta a las videntes visitó para recibir noticias desde el más allá. Lo que no sabía era que esas fuerzas que tenía eran las mismas que sentía su hijo y le daban la plena seguridad de que los seres que más lo amaban en el mundo recorrían cada entidad pública y privada para encontrarlo, no descansaban, por 72 días durmieron por necesidad, puesto que sus cuerpos no podían más.

“Mi viejo no se quitó las botas. Mi madre también jugó un papel importante, pero ella me dijo que fue papá quien le dio las fuerzas para no desfallecer. Y yo sentía su ímpetu como la tranquilidad que se requiere para enfrentar esa situación”, contó y permaneció en silencio por unos minutos, acordándose de aquel momento en que se bajó del helicóptero y los vio. Lea también: Pilar Quintana y William Ospina hablan sobre el oficio de escribir en Colombia

El padre que no abandonó a su hijo en los Andes

Cumplió 19 años arropado de nieve y con alegría se lo recordó a sus amigos: “¿Qué pretendes Carlitos?, ¿celebrarlo?”, a lo que él respondió con la misma frase que días después diría para conmemorar la vida de su viejo y salir del entierro en el que estaban: ”En la medida en que estemos con vida vale la pena”.

San Francisco decía: ‘Empieza por hacer lo necesario, luego lo que es posible, y te encontrarás haciendo lo imposible’. Nosotros lo hicimos”.

 Carlos Páez.

Fue el 1 de noviembre, el día del cumpleaños de su padre, que la fuerza física salió al igual que ellos y vieron el paisaje más hermoso e indescriptible que recuerdan. “Me hice amigo de los símbolos y cuando llegamos a Montevideo y empiezo a hablar con mis viejos, supe que ese paisaje me lo había pintado papá con sus acciones. ¿Sabes por qué sobrevivimos? Por la ignorancia de la edad. El no saber a lo que nos enfrentábamos sino que nos tocó adaptarnos. Teníamos un objetivo en común”. Lea también: Son San Music: el grupo musical que deja en alto el nombre de San Pablo Norte

Carlos Miguel Páez Rodríguez sobrevivió porque uno de sus compañeros le cambió el puesto. Carlos Miguel Páez sobrevivió porque para él no había mal que durara cien años. Carlitos Páez sobrevivió porque la vida vale la vena vivirla, en la montaña o en las playas de Uruguay con un mate y un buen asado.

Carlos Páez Vilaró se funde en un abrazó al reencontrarse con su hijo después de 72 días del accidente. Foto recreada en la película de J.A. Bayona. //Foto: IG @carlitospaezr
Carlos Páez Vilaró se funde en un abrazó al reencontrarse con su hijo después de 72 días del accidente. Foto recreada en la película de J.A. Bayona. //Foto: IG @carlitospaezr

“El día del rescate, le preguntaron a mi padre si quería viajar a buscarnos. Él se negó porque no quería quitarle el puesto a un rescatista o a un sobreviviente, lo único que le pidió al comandante fue que nos fuera a buscar con las mismas botas que había usado por 72 días”. Aquel hombre calzó las pesadas botas y terminó la búsqueda implacable que Carlos Páez Vilaró había emprendido cuando supo que su hijo se había accidentado. Lea también: En medio del cáncer, el amor prevaleció: la historia de Diego Guauque

“Carlitos Miguel Páez, mi hijo. Carlitos Miguel Páez, mi hijo”, fueron las palabras con las que le informó al mundo entero que su labor había terminado, había encontrado a su hijo amado.

Audio original de Carlos Páez confirmando a los sobrevivientes

Carlos Páez tuvo dos hijos que le dieron el privilegio de ser abuelo. Para él, todo valió la pena porque sus decisiones fueron la prolongación de la vida.

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