El 5 de septiembre y el 24 de noviembre serán fechas para recordar por siempre, y aunque quienes conocieron a Freddie Mercury y disfrutaron de Queen en todo su esplendor van a desaparecer por el paso inexorable del tiempo, el legado continuará en aquellos que se sumaron mucho después a esa comunidad que sigue creciendo.
Esos dos días hacen referencia a nacimiento y muerte de la estrella del rock, también de la leyenda que se nutre cada año de nuevas razones para mantenerse en una cúspide de admiración y respeto con una nada despreciable base de nueva música, si, así es, porque aun cuando se cumplen 31 años de su partida física, hace poco menos de dos meses sorprendió con el lanzamiento de “Face It Alone”. (Lea aquí: Queen regresa con más piezas inéditas)
Esta poderosa canción hizo parte de las sesiones de grabación en 1988, que dieron lugar al álbum “The Miracle”, lanzado un año después y considerado por la crítica como uno de los mejores productos de la agrupación británica. Precisamente, los músicos Brian May y Roger Taylor, quienes se mantienen al frente de la banda, luego de que John Deacon se desligara por completo, han sostenido el legado de Queen más allá del recuerdo y le alimentan su aire de presencialidad.
En ese trabajo que nunca ha desaparecido, hicieron el lanzamiento más reciente, una caja compilatoria titulada de “Queen The Miracle Collector’s Edition” que contiene, además de grabaciones inéditas, demos y entrevistas de los integrantes de Queen y ocho discos de lujo.

La eternidad del ídolo
Todo lo enumerado anteriormente ayuda a sostener ese halo de disposición actual sobre el prolífico artista y la banda de genios, sin embargo, siempre aparece la nostalgia y al ver que sus contemporáneos siguen siendo figuras en el firmamento musical, surge el inevitable cuestionamiento de cómo sería Queen en este siglo, y en especial Freddie Mercury.
Han pasado más de tres décadas desde su última grabación y presentación en vivo, para entonces tenían un show sin precedentes que con el soporte musical de antología, llenaban los más importantes escenarios alrededor del mundo.
Es mucho tiempo el corrido desde entonces, la forma de hacer música ha cambiado, para algunos mayores, incluso, la propuesta actual no tiene el atractivo que pueda cautivarlos y se mantienen fieles a ese pasado, pero también está la posibilidad de considerar que tanto la banda como su talentoso vocalista se hubiesen podido adaptar.
Freddie era un adelantado a su época, así como Brian, Roger y John se sumaban con el virtuosismo que les caracteriza, entonces resulta difícil pensar que se quedarían rezagados, lo más probable es que, de estar juntos, sumaban grabaciones nuevas cada cierto tiempo y el repertorio amasado en su carrera los mantendría en la cúspide.
Los nuevos sonidos no representarían un salto al vacío para Mercury, tampoco la tecnología que todo lo invade y el paso a las plataformas habría sido sencillo para él que abrazaba la modernidad y es muy factible que estuviera colaborando con las nuevas figuras que incluso lo tienen como referente.
De no haber sido consumido por el VIH, el artista oriundo de Zanzibar, a sus 76 años estuviera con la vitalidad que prodigaba dentro y fuera del escenario, cabe recordar que siempre practicó boxeo, y si Mick Jagger está a un año de abrazar las ocho décadas, bien pudo este otro ídolo seguir en sus lides.
Todo esto se imagina a partir de la solidez de la banda que muchas veces mostró diferencias en un vaivén que no los acabó, sin embargo, Freddie Mercury bien podía subsistir sin sus tres compañeros, prueba de esa independencia musical se reafirmó en “Mr Bad Guy”, que más que un álbum en solitario, se constituyó en una experiencia para quienes lo escuchan.
De otra parte, su espíritu solidario se reafirmaría con su familia, amigos y la comunidad LGBTI, de la cual sería un abanderado. Fondos propios, como se han destinado después de su muerte, serían fijos para la investigación y tratamiento del VHI, porque se fue sabiendo que ese temible monstruo no perdonó sus excesos.
En general es bueno elucubrar desde la admiración y el cariño que se le profesa a un ídolo, que si bien demostró amar la vida con todos sus tropiezos, igualmente siempre hizo saber que no le temía al fin de la misma, por eso la disfrutó desde su postura y sin asomo de arrepentimiento, tuvo el tiempo suficiente para hacer tanto, pero tanto, que no dejó espacio para ser olvidado.