El cáncer de mama es uno de los más mortales y afecta no solo la salud física, sino la psicológica de miles de mujeres alrededor del mundo, y es que, aunque no todos los casos son iguales, hasta el momento las opciones de tratamiento son limitadas.
Los tratamientos actuales para el cáncer de mama le apuntan al equilibrio entre eficacia y calidad de vida, pero cada paciente es única y debe ser tratada teniendo en cuenta factores como la edad y los antecedentes médicos.
Por ejemplo, la quimioterapia es un tratamiento que se utiliza “en momentos estratégicos”, según Alexander Sanmiguel, oncólogo clínico del Centro Radio Oncológico del Caribe (CROC).
En algunos casos, se administra antes de la cirugía con la finalidad reducir el tamaño del tumor y permitir una extirpación más efectiva; en otros, se emplea después de la intervención quirúrgica para reducir el riesgo de recurrencia del cáncer, incluso si no hay evidencia de enfermedad residual. También te podría interesar: Medicina alternativa ¿efecto placebo o realmente funciona?
En situaciones de cáncer de mama avanzado o metastásico, la quimioterapia se convierte en una herramienta vital para controlar la enfermedad.
¿Y la radioterapia?
La radioterapia, por otro lado, “se utiliza después de la cirugía para reducir el riesgo de recurrencia local del cáncer”, agrega el especialista del CROC.
Este enfoque es fundamental para eliminar cualquier célula cancerosa residual en la zona tratada. Además, en ciertos casos de metástasis en áreas específicas, como los huesos, la radioterapia se convierte en una herramienta esencial para aliviar los síntomas y reducir el tamaño del tumor.
Nuevas terapias onco-genómicas
A pesar de que la quimioterapia y la radioterapia son los tratamientos más comunes, en las últimas dos décadas se han dado avances significativos en el desarrollo de terapias oncológicas, que se centran en abordar las alteraciones genéticas, fortalecer el sistema inmunológico y corregir los errores en el ciclo celular.
Esto significa que, a diferencias de los medicamentos utilizados en tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia, que generan citotoxicidad celular (destrucción de células, sin distinción entre ‘buenas’ y ‘malas’), las nuevas terapias incluyen anticuerpos monoclonales, terapias dirigidas e inmunoterapia, actuando sobre vías celulares, genéticas o del sistema inmunológico para bloquear las células cancerígenas y evitar su propagación, logrando así menores efectos secundarios.
Un futuro con esperanza
“Hoy en día, contamos con una variedad de moléculas de última generación que permiten a las pacientes con cáncer de mama tolerar tratamientos prolongados con seguridad, manteniendo su calidad de vida”, comentó el doctor Sanmiguel, haciendo énfasis en que los avances en terapias ofrecen esperanza y “prometen un futuro en el que el cáncer de mama ya no sea una sentencia de muerte”, sino una enfermedad que se puede controlar y tratar de manera más efectiva.
Aunque las nuevas terapias siguen en investigación y se presentan como una opción para las pacientes, cabe aclarar que el tratamiento adecuado debe ser establecido por su médico de cabecera, y dependerá de su diagnostico.
Si es necesario que se someta a quimioterapia y radioterapia, es importante que lo haga, ya que de no realizar el tratamiento, la enfermedad seguirá su curso, causando consecuencias como dolor, sangrado, ulceración, infecciones, metástasis y en el peor de los casos, la muerte.
Los efectos secundarios generan temor, pero siempre podrá contar con servicios como terapia y grupos de apoyo, que le ayuden a hacer frente a los desafíos emocionales y psicológicos relacionados con la enfermedad. Lea también: Quistes o masas benignas en los senos sí podrían convertirse en cáncer.
El cáncer de mama no solo afecta la salud física de las pacientes, sino también su bienestar emocional. El diagnóstico y el tratamiento pueden desencadenar una serie de consecuencias psicológicas, incluyendo ansiedad, depresión y cambios en la imagen corporal.
Además, los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia, como la pérdida de cabello, cambios en la piel y fatiga, pueden afectar la autoestima y la confianza en las pacientes, por lo que el apoyo emocional y psicológico se convierte en un papel fundamental en el tratamiento del cáncer de mama.