Aunque se asocie a las conquistas y colonizaciones de siglos pasados, la piratería continúa asechando a los navegantes, que ya no son combatientes como épocas anteriores sino tripulantes de embarcaciones mercantes. Indefensos en altamar, son emboscados por delincuentes organizados, que se transportan en lanchas rápidas y que tienen una cuidadosa logística desde tierra.
La zona roja: el golfo de Guinea, en África occidental, que tiene el mayor número de ataques piratas según información de la Organización Marítima Internacional (OMI). De acuerdo con la entidad, en 2020 se reportaron 70 de estos sucesos (en 2019 fueron 50), además de 112 secuestros y desapariciones de tripulantes.
“La evolución es clara. Últimamente hemos asistido a secuestros de hasta 20 tripulantes que luego son llevados a tierra desde barcos atacados hasta a unas 200 millas náuticas de la costa. Eso requiere de un cierto nivel de organización que antes no existía”, indicó Michael Howlett, director de la OMI.
El total de los asaltos a mano armada del año pasado fueron 226 incluyendo tanto los perpetrados como los fallidos, lo que se traduce en un aumento del 17 %, en comparación con 2019.
Le temen al paso
La piratería en el golfo de Guinea tomó especial relevancia en marzo pasado cuando se bloqueó el canal de Suez y las embarcaciones debieron tomar rutas comerciales alternas, que incluían el paso por este lugar. Las empresas de buques manifestaron lo peligroso que consideraban navegar en dichas aguas y revelaron que en definitiva la problemática afecta el transporte marítimo.
Según información oficial, los delincuentes son en su mayoría de Nigeria, que junto con Angola, es uno de los más grandes productores de petróleo pero que debido a la explotación indiscriminada de hidrocarburo se han afectado las actividades tradicionales como la agricultura y la pesca, por lo que se aumentaron las actividades ilícitas, según lo reseña El País, de España.
El modus operandi de los piratas modernos es atacar a buques petroleros y de carga, robar crudo, los artefactos que consideren valiosos y secuestrar a ciudadanos europeos para luego pedir cuantiosas sumas de dinero por su rescate.
Llamado a la unión
A pesar de que los armadores que incluyen en su ruta el paso por la zona roja de la piratería han optado por contratar seguridad privada a bordo, a fin de responder en caso de ser emboscados y equipan las naves con habitaciones tipo búnker para que la tripulación pueda resguardarse, estas no son soluciones definitivas.
Por ello, la OMI emitió una resolución dirigida a sus Estados miembros y a otras organizaciones internacionales para trabajar de manera conjunta contra la problemática que ya empieza a afectar al comercio marítimo.
Lo anterior se conseguiría a través del endurecimiento del control de las autoridades y de las sanciones penales en los países ribereños, además de acciones estratégicas como los buques escoltas, que protejan y auxilien a las naves que son blanco de ataques (Puede leer: Enseñar jugando a no ser piratas).
La cooperación técnica es otro de los aspectos que señala la OMI: es fundamental compartir información sobre la delincuencia marítima para lograr mejores resultados frente a este flagelo (Le puede interesar: En la bahía de Cartagena se fortalece la seguridad).
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