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Marítimo

El camino hacia la batalla de la Noche de San Juan

El 24 de junio de 1821, la bahía de las Ánimas se convirtió en el escenario del último enfrentamiento entre los españoles y el ejército libertador.

El camino hacia la batalla de la Noche de San Juan

La bahía de las Ánimas fue escenario de una de las batallas más importantes para Cartagena. // 123RF.

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Hace pocos días se conmemoró el combate que liberó a Cartagena, y a la actual Colombia, del brazo del Imperio Español de una vez por todas. En 1811, La Heroica fue la segunda ciudad de la Nueva Granada en declarar su independencia. Tras un asedio de 105 días, volvió a caer en manos de los españoles en 1815, durante la campaña de Reconquista organizada por el rey Fernando VII y llevada a cabo por el líder de las tropas realistas, Pablo Morillo (Puede leer: ¿Qué es y por qué debemos conmemorar la Noche de San Juan?).

Ese estado de las cosas terminaría seis años después en la batalla de la Noche de San Juan (la fiesta del nacimiento de Juan el Bautista). El relato que se presenta a continuación está basado principalmente en los recuentos de los historiadores Eduardo Lemaitre (Breve Historia de Cartagena, 1993) y Adelaida Sourdis Nájera (“La Independencia del Caribe colombiano 1810-1821”, 2010).

En Europa

El rey Fernando VII era impopular por haber rechazado las reformas democráticas de la Constitución de Cádiz (1812-1814). La población general y los altos mandos no le perdonaron esa decisión y empezaron a ver su gestión con malos ojos, lo cual acrecentó su simpatía hacia los rebeldes americanos. En 1820, una sublevación entre los expedicionarios acabó con las pretensiones de una segunda campaña pacificadora. A partir de ahí, la política oficial en América pasó de la ofensiva al diálogo.

En América

En aquel entonces, Cartagena estaba gobernada por el virrey Juan de Sámano y el brigadier Gabriel Ceferino de Torres y Velasco. Este último se puso inmediatamente a la tarea de negociar el futuro de la ciudad con el general Mariano Montilla del ejército libertador, quien había logrado cercar la ciudad por mar el 14 de julio de 1820. Montilla se rehusó a pactar hasta que Torres y Velasco entregara Cartagena.

El brigadier decidió entonces remitirse al mismo Simón Bolívar, quien se trasladó desde Barranquilla a Turbaco al recibir la propuesta, pero tampoco llegaron a ningún acuerdo. Como consecuencia, Torres y Velasco mandó una expedición a Turbaco el 1 de septiembre de 1820 con el objetivo de capturar al libertador. Él ya no se encontraba en el pueblo. Murieron aproximadamente 100 neogranadinos, tanto soldados como civiles.

El 25 de noviembre de 1820, Bolívar y Pablo Morillo firmaron un armisticio que solo duró hasta enero del año siguiente. Desgastado y sin refuerzos, el “pacificador” regresó a España.

La victoria

Es aquí donde entra en escena el futuro almirante José Prudencio Padilla López. Nacido en 1784, Padilla se había destacado en otras ofensivas militares en la Nueva Granada y se unió oficialmente al ejército libertador en 1815. Bajo órdenes de Bolívar, él había salido junto con Montilla y el almirante Luis Brión (era, de hecho, su segundo al mando) en una escuadra de 26 buques que liberó a su natal Riohacha el 12 de marzo de 1820. Después de eso, partió por vía fluvial hasta Santa Marta y ayudó con la liberación de dicha ciudad el 10 de noviembre del mismo año.

Tras aquellos dos triunfos, Padilla descendió por el río Magdalena con una escuadra de 43 embarcaciones sutiles, cruzó el Canal del Dique y llegó así hasta la Cartagena sitiada en enero de 1821. Su intervención fue decisiva para asegurar el triunfo del ejército libertador, pues se encargó de cortar las comunicaciones y las rutas de suministros con Bocachica, mermando así las provisiones y reservas de los españoles.

Finalmente, el 24 de junio, Noche de San Juan, la flota de Padilla se decidió a asestar el golpe decisivo. A través de un ataque sorpresa, según lo relata Eduardo Lemaitre, capturaron “toda la escuadrilla que los españoles tenían al amparo de los baluartes del Reducto, Santa Isabel y Barahona; además, echaron a pique el bergantín ‘Andaluz’. Quedaron en poder de los patriotas 11 barcos (sutiles) de guerra, 66 fusiles y 12 barriles de pólvora”. Ese hecho selló la suerte de la campaña pacificadora en la Nueva Granada: el 10 de octubre del mismo año, Gabriel de Torres y Velasco capituló la rendición de Cartagena al ejército libertador (Puede leer: Cartagena conmemora la Noche de San Juan).

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