Dayana Torres Pedraza gusta de clásicos de la salsa como Óscar D’ León, Joe Arroyo y Hugo Alandete; también de artistas modernos, como Danny Daniel, Raymond Céspedes y la agrupación Charanga Joven. De su afición por ese género surgió un proyecto que ha ocupado 14 años de su vida y que, poco a poco, se fue posicionando como un referente en la escena musical de Cartagena: Vueltabajero, un estadero que ha sobresalido porque Dayana sabe que su meta “no es solo vender rumba”.
Nadie que frecuente Vueltabajero va únicamente a tomar y bailar. El lugar le da a sus clientes la oportunidad de estar cerca de sus artistas preferidos. Desde que fundó en el 2005, Dayana Torres ha logrado consolidar dos sedes (una en Las Delicias y otra en Getsemaní), ha contratado en ambas a músicos como Richie Ray & Bobby Cruz, Adalberto Santiago o Wilson Saoko y ha organizado tres festivales de salsa en el Hotel las Américas. El próximo será el 21 de diciembre.
Además de eso, Dayana participa en los medios cartageneros para difundir sus conocimientos sobre la historia y la cultura del género que tanto disfruta. Vueltabajero posee un sitio oficial, una página de Instagram, una cuenta de Twitter y un canal de Youtube, todos administrados por Dayana.
¿Cómo llegó hasta ahí?
La primera sede de Vueltabajero estaba en el barrio Los Caracoles y era un pequeño local para 30 o 40 personas. El lugar se llamó así por la canción “Son Vueltabajero”. En aquel entonces, era una joven de 21 años que había estudiado Química, pero tenía la ambición de difundir la salsa en Cartagena. Incluso, de “hacer historia” entre los salseros de la ciudad.
Sus estudios, su género y su juventud la hacían una persona alejada del perfil típico de los salseros y los dueños de establecimientos de salsa: hombres mayores con décadas de apreciación o trabajo musical a cuestas. En lugar de representarle un obstáculo, su condición resultó una ventaja inesperada.
“El hecho de que fuera mujer, joven y dedicada a ese tema le resultó atractivo a muchos medios de comunicación. A nivel publicitario, ayudó mucho: la ciudadanía se enteró de que había una muchacha en el barrio Los Caracoles tratando de hacer algo diferente”.
¿Por qué “diferente”? Porque cuando Vueltabajero comenzó a funcionar, “la salsa en Cartagena estaba muy estancada, muy quieta”, era música del pasado. Tanto así que su primer establecimiento no daba muchos réditos y Dayana tenía que solventar los costos a través de otros trabajos. Pero, eso no le representaba un problema, pues el dinero no es lo esencial de su negocio.
En el 2010, Dayana mudó Vueltabajero a Las Delicias, donde aún sigue en pie. “Desde ahí comenzamos a crecer”, comenta. “Eran dos locales de un primer piso, después tomamos el segundo y comenzamos a ampliar las instalaciones poco a poco”; hoy en día, esa sede es para 400 personas, mientras que la de Getsemaní, es para 200. “No se trataba sólo de tener un sitio más grande y de vender el entretenimiento del fin de semana. Desde que comencé, tuve la visión de que nos convirtiéramos en referentes de la salsa en Cartagena”.
Gran parte de este éxito se debe a que Dayana siempre se ha enfocado en hacer de Vueltabajero una experiencia accesible a todos los públicos. Las personas mayores venían por la música, a los jóvenes les daba curiosidad cuando veían a alguien de los suyos disfrutar de esas canciones. “Ya no iban sólo los abuelos, sino también los papás, los hijos y los nietos. Eso ayudó a repopularizar la salsa”.
Adentro, los meseros y Dayana interactúan directa y cordialmente con el público; hasta la decoración es interactiva, pues todos son libres de agregar lo que deseen a la atmósfera del local. “Eso ha creado un sentido de pertenencia con nuestros clientes. Ellos cuidan las cosas, traen regalos. Cada pedacito de Vueltabajero tiene una historia y queremos que la gente se sienta en familia, como en su casa”.
Muchos de los clientes y empleados del local son jóvenes. Dayana siempre se esforzó por hacer que tanto los precios como los horarios de trabajo sean accesibles para ellos. “Yo también fui estudiante”, dice.
Eventualmente, Dayana consiguió el patrocinio de una empresa distribuidora de licores, lo que jugó un papel muy importante en la consolidación de la identidad de Vueltabajero. “Desde el 2013, acordamos que nosotros compraríamos de manera exclusiva sus marcas y ellos dos darían un porcentaje de ganancia”, afirma.
En lugar de usar el dinero en pautas publicitarias, “lo invertimos en crear una mejor experiencia para nuestros clientes y fue así que organizamos nuestros primeros grandes conciertos en la sede de Las Delicias. Como el espacio no era tan grande, la gente podía tener a los artistas cerca y tomarse fotos. Queríamos que se llevaran ese recuerdo. Nunca planeamos estos eventos para que dieran ganancias: todas las utilidades las daban en términos de nuestra visión”.
Esa filosofía aún se mantiene y le dio resultados, pues “en el 2016, se dieron las condiciones, gracias a unos socios con mucho sentido de pertenencia con el bar, para organizar nuestro primer gran megaconcierto: el Vueltabajero Salsa Festival”.