Mucho antes de que hace 2 o 3 años empezara a hacer carrera la denotación de Inteligencia Artificial (IA), ya los humanos, de repente sin advertirlo, hemos estado prolongadamente sumergidos, por cuenta de la misma ciencia, en la connotación de ese concepto casi astral, que ahora interpretamos como renovador, sin serlo en realidad, pues nunca estuvimos desmarcados de la IA.
La diferencia entre hace más de 40 años y hoy, es que ahora caminamos sobre los beneficios de un culmen científico que a su vez será explorado y superado por las generaciones venideras.
Esta simbiosis meteórica de la ciencia entre la sabiduría humana y la tecnología, nos la explica el ingeniero mecatrónico de la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB), Andrés Guillermo Marrugo Hernández, vicerrector Académico de esa misma institución, y doctor en Ingeniería Óptica de la Universidad Politécnica de Cataluña (España). Lea: Crean IA para hacer consultas sobre el Plan de Desarrollo de Cartagena.
“En su sentido más general, la IA surge en los años 60 del pasado siglo XX, con la ciencia computacional como una disciplina grande, dentro de la cual hay otras áreas como el aprendizaje de las máquinas, el reconocimiento de patrones, la visión artificial, la programación de máquinas computarizadas para que hagan determinadas tareas, etcétera”, explica Marrugo.
Con una inmunidad académica sin requiebros, el vicerrector previene que “la IA es una tecnología que aún no está madura, pero en cosas muy específicas funciona bastante bien, por ejemplo, en los textos predictivos del celular cuando escribimos un chat”, y aclara:
Desde la UTB no estamos ajenos a esta revolución; lo que se espera es que con los modelos de IA para resolver tareas específicas, podamos llegar a ser más productivos”.
Con el tema rotando en la órbita de la UTB, Marrugo Hernández nos explica lo que en esa institución están haciendo, y que a mí apreciación, podría estarse refractando en otras instituciones de formación superior.
“Distintos profesores –de la UTB– hacemos investigación en temas relacionados con IA, en cosas como usar modelos de IA para segmentar imágenes de microscopia especular (prueba óptica para estudiar la córnea), un proyecto que desarrollamos junto al Ministerio de Ciencia con pacientes en Colombia, para mejorar el diagnóstico y el seguimiento a esas personas, y no es que estamos reemplazando al oftalmólogo, sino que le estamos proponiendo una mejor herramienta”, anotó Marrugo Hernández.
Cómo validar el uso de la IA en la ‘U’
En los servicios superiores de enseñanza - aprendizaje intermediados por plataformas tecnológicas, el profesor Andrés Marrugo advierte que el reto enorme y simultáneo que tienen las universidades, y en general las Instituciones de Educación Superior en Colombia (IES), es... ¿qué hacer con las IA a la luz de la formación que esperan recibir los estudiantes?
Entonces plantea una de varias formas para revalidar que los jóvenes sí estén cultivando de la mejor forma sus habilidades: “Si el estudiante me trae un ensayo, yo le pido una sustentación oral de ese trabajo”, esto para sustraer si lo hizo el ChatGPT o lo elaboró él mismo; “o si me escribe un código, le pido que lo sustente, por ejemplo, que me escriba un pseudocódigo de cómo resolvió el tema investigado, todo esto sin tener que prohibir el uso de la IA, ya que en ningún momento se pretende impedirlo, pero sí que sepan en qué espacios usar la IA y cómo aprovecharla”.
Certifica que en la UTB los estudiantes están usando la IA y “además lo promovemos, porque es una herramienta muy útil para potenciar el aprendizaje; sin embargo el profesor en la UTB debe tener mecanismos de evaluación al joven, para mitigar un posible mal uso de estas tecnologías a nivel formativo”.