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Cáncer en adultos mayores: retos en la detección y el tratamiento

La tercera edad es un factor de riesgo para ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, el diagnóstico temprano sigue siendo la clave para superar la enfermedad.

Cáncer en adultos mayores: retos en la detección y el tratamiento

El apoyo de la familia para detectar los primeros síntomas del cáncer es esencial para que el paciente supere la enfermedad. //123RF.

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Todos estamos expuestos al cáncer. Esta temible enfermedad que se caracteriza por el crecimiento de células anormales en cualquier parte del cuerpo, capaces de destruir los tejidos de nuestro organismo, tiene una gran variedad de factores asociados que hacen imposible delimitar el tipo de población particular susceptible a desarrollarla, por lo que hay pacientes oncológicos de todas las edades: adultos, adolescentes, infantiles y hasta recién nacidos.

Sin embargo, es indiscutible que la edad es un factor de riesgo para desarrollar varios tipos de cáncer. A mayor edad, los pacientes tienen más probabilidades de padecer cáncer de mama, colorrectal, de pulmón y de próstata, según datos del Instituto Nacional de Cáncer, que indica que la edad media de diagnóstico para estos tumores malignos oscila entre los 62 y 71 años.

Pero, ¿por qué hay más riesgo para estos tipos de cáncer a mayor edad? Expertos destacan que varios procesos en el organismo, propios del envejecimiento, hacen más sensibles a las células a convertirse en cancerosas, lo que se denomina como oncogénesis o carcinogénisis. Entre esos procesos que se dan en los adultos mayores están los cambios moleculares, la inflamación y daños en el ADN por la baja en las defensas de los antioxidantes.

Las personas de la tercera edad “constituyen un grupo especial en relación con el cáncer porque sobre ellos recae la mayor incidencia de neoplasias, tal es así que los mayores de 65 años representan solo el 13% de la población, pero soportan el 60% de las neoplasias malignas y casi el 70% de todas las muertes por cáncer”, explica Adrián P. Huñis, médico oncológico, en una publicación del portal especializado en cáncer y hematología ScienceLink. Le puede interesar: Preocupa el aumento en la esperanza de vida.

No solo influye la edad

Ahora bien, es importante destacar que la relación entre cáncer y edad está influenciada por patologías subyacentes que podrían complicar el estado de salud de los adultos mayores, predisponiéndolos a tener un desenlace fatal al ser diagnosticados con un tumor maligno.

Entre esas enfermedades de base están la hipertensión, afecciones cardíacas, artritis, enfermedades digestivas, anemia, tumores previos y problemas urinarios, señala el Dr. Huñis.

También influyen los hábitos de vida del paciente que pudieron frenar o acelerar el deterioro de su organismo: aquel adulto mayor que no fumó, se mantuvo activo y no padece enfermedades de base tiene menos probabilidades de desarrollar algún tipo de cáncer.

Detectar a tiempo, el gran reto

Sin importar la edad, el diagnóstico temprano del cáncer y su tratamiento adecuado son claves para que el paciente tenga un mejor pronóstico. El problema es que a edades avanzadas puede ser más complejo identificar las primeras señales de la enfermedad, por distintas razones, entre ellas la disminución de la vista que dificulta notar pequeños cambios en el cuerpo o simplemente confundir esos síntomas como características propias del envejecimiento, los populares achaques.

“Este concepto (la vejez es igual a los achaques), tan arraigado, es una de las fuentes más poderosas de frecuentes errores. Hacen que ante un pezón que se va hacia dentro, si se trata de mujeres jóvenes vayan deprisa a su ginecólogo, en contraste con mujeres mayores que se confunden achacando el cambio del pezón a la edad (…) Ambas pueden tener un cáncer de mama que esté retrayendo el pezón, pero la joven tendrá un diagnóstico precoz y mientras que la mayor llegará tarde a la detección”, señala una publicación de la Fundación contra el Cáncer (España).

Aquí tienen un papel esencial los familiares y cuidadores de los adultos mayores, quienes también pueden identificar a tiempo cambios que hagan sospechar de un diagnóstico de cáncer.

Un paso adelante

Una gran herramienta contra el cáncer en los adultos mayores es la prevención secundaria. Este término en salud hace referencia a los chequeos médicos periódicos en búsqueda de anomalías, aunque el paciente no presente ningún síntoma y el objetivo es identificar de manera temprana cualquier cambio que haga sospechar que tiene o puede desarrollar cáncer, para tomar las medidas necesarias.

Estos exámenes dependerán de la edad, el sexo y los hábitos del paciente. Algunos de ellos son:

- La mamografía, de la que se ha comprobado que reduce la mortalidad hasta en un 30% en mujeres entre los 50 y 70 años.

- El examen de sangre oculta en heces y colonoscopia, especialmente para los mayores de 80 años.

- Prueba PSA de antígeno prostático para detectar el cáncer de próstata en hombres entre los 50 y 75 años.

¿Y el tratamiento?

Aunque se podría pensar que el protocolo para tratar el cáncer, como la cirugía o la radioterapia, pone en peligro la vida de los adultos mayores, la realidad es que no. Los avances en aspectos como la anestesiología favorecen las intervenciones quirúrgicas con bajo riesgo de mortalidad, incluso en el caso del cáncer de pulmón que es una de las cirugías más delicadas, pero eso sí, depende una adecuada programación y preparación del paciente. Lea también: Multimorbilidad: ¿qué es y por qué afecta más a los adultos mayores?

“La edad, como elemento aislado, no es un factor de riesgo en la cirugía oncológica, sino que las patologías asociadas graves y la cirugía de urgencia son los que constituyen factores determinantes en la morbimortalidad posoperatoria”, señala el Dr. Adrián P. Huñis en su publicación.

También se ha demostrado una alta tolerancia de los pacientes a la radioterapia, acompañada de cuidados externos como una buena alimentación. Para el caso de la quimioterapia, se deben considerar más factores, particularmente en cuanto a la combinación de los medicamentos suministrados, para lograr una respuesta efectiva del paciente.

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