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Educación

Universidad de Cartagena: la historia de sus primeros maestros

La historia del nombramiento de los primeros docentes en la bicentenaria Universidad de Cartagena es un legado que merece ser contado.

Universidad de Cartagena: la historia de sus primeros maestros

Universidad de Cartagena, sede San Agustín. // Julio Castaño

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En el año 1837, la Universidad del Magdalena e Istmo (hoy llamada Universidad de Cartagena) completó una década de existencia. Se creó mediante decreto del 6 de octubre de 1827 y abrió sus puertas el 11 de noviembre de 1828. El decreto de fundación generó la expectativa de que se iba a enseñar el derecho natural, la metafísica, la lógica, la medicina, la higiene, la física, la historia natural, los idiomas, el derecho público, político, constitucional y la economía política, entre otras, por primera vez, en una institución de educación superior en la costa norte colombiana.

Obviamente, este reto no fue fácil, debido a la ausencia de una tradición de docentes universitarios en esas enseñanzas. Por ello, se tomó la determinación en principio de vincular a la universidad en calidad de catedráticos a importantes figuras de la independencia y del orden político de la ciudad como Manuel Benito Revollo, José María Baloco, Antonio del Real y otros que venían desempeñando funciones educativas en el Colegio Cartagena de Colombia desde 1825.

Pese a esas vinculaciones, la ampliación y consolidación de un cuerpo de catedráticos fue el principal reto que afrontó la universidad durante su primera década de existencia. Desde 1828 hasta abril de 1837, la universidad tuvo dos rectores: el presbítero José Joaquín Gómez (desde el 11 de noviembre de 1828 hasta el 9 diciembre de 1832) y el abogado Eusebio María Canabal (que remplazó a Gómez desde su fecha de salida y gobernó hasta el 26 de abril de 1837). Por las manos, en principio, de un presbítero y, posteriormente, de un abogado, pasaron entonces los nombres de los primeros catedráticos que se presentaron a concursos de oposición para aspirar a entrar a la universidad, aun cuando la decisión de nombrarlos o aprobarlos recaía en última instancia en el Poder Ejecutivo, tal como se estipulaba en el Pan de Estudios de 1826. Lea también: Universidad de Cartagena se consolida en el ranking global de investigación

Lo cierto es que, tras derrotar a José Joaquín Gómez en las elecciones de 1832, fue durante el rectorado de Eusebio María Canabal -cercano al presidente de la República Francisco de Paula Santander- cuando empezó a nombrarse, ampliarse y delinearse un cuerpo de catedráticos, ya no solo con formación eclesiástica, que incidiría en la transformación, la secularización y el declive de las enseñanzas religiosas en el alma mater.

La tipología de los catedráticos

Tras su triunfo electoral en 1832 y hasta 1837, Eusebio María Canabal fortaleció al grupo de los letrados civiles, es decir, los catedráticos con formación jurídica -con experiencia en cargos políticos y algunos vinculados a la independencia de la ciudad- que impartían clases en la Facultad de Jurisprudencia. Además de la enseñanza del derecho civil romano y patrio impartida por Canabal, ahora en la universidad iba ser posible dar lecciones de derecho público y de jurisprudencia gracias a la vinculación del abogado Dr. Ramón Ripoll y, asimismo, el catedrático Antonio del Real siguió desarrollando las nuevas cátedras de derecho internacional y de economía política. Durante la rectoría de Canabal, adicionalmente, pasaron de cursantes a catedráticos algunos abogados como Manuel del Río, Idelfonso Méndez, Dionisio Jiménez, Marcelino José González, entre otros.

De igual manera, desde el 10 de enero de 1836 quedó instalada la “Academia de Derecho Práctico” en la universidad, presidida por el rector Eusebio María Canabal, el vicerrector Manuel P. Romero y el secretario Ramón Benedetti.

La Universidad de Cartagena es la primera universidad en la costa norte colombiana. //Foto: Cortesía.
La Universidad de Cartagena es la primera universidad en la costa norte colombiana. //Foto: Cortesía.

Pero no solo los letrados civiles se fortalecieron en el rectorado de Canabal, hay que mencionar también a un grupo de catedráticos con vocación humanística (dedicados a la enseñanza de la gramática latina, la retórica y los idiomas) que, por lo general, desarrollaban sus cursos en la facultad menor de filosofía y letras. En principio, la cátedra de filosofía fue asumida por el médico José Dionisio Araújo y se logró en 1832 la posesión del abogado Lázaro Ramos como catedrático de gramática latina combinada con la castellana en las clases de mayores. Lea también: Construirán nueva sede de la Universidad de Cartagena: conozca dónde

Luego de su posesión como rector, Eusebio María Canabal abrió un concurso de oposición y tomaron “[…] posesión de las cátedras de idiomas extranjeros, los Sres. Antonio Benedeti de la del inglés, y Henrique Manuel de la del francés […]” el 28 de marzo de 1833. En el caso de la cátedra de idioma francés, inclusive se contó con los servicios del catedrático Leandro Canabal, posesionado el 20 de febrero de 1834. Este grupo de letrados fue imponiendo así las nuevas enseñanzas de los idiomas extranjeros al lado de la antigua cátedra de gramática latina.

Hay que mencionar ahora la presencia de un tipo de letrados dedicados a la enseñanza de las ciencias médicas que empezó a abrir su propio espacio en la universidad. El médico José Dionisio Araújo, catedrático principal de filosofía, logró por ejemplo que Canabal lo nombrara director de la Facultad de Medicina, instalada el 22 de diciembre de 1836. En ese mismo año, se nombró también al Dr. Toribio Domínguez como catedrático de cirugía y anatomía teórica y práctica.

Del mismo modo, al lado de los letrados civiles, los humanistas y de las ciencias médicas, surgió la presencia de un tipo de letrados dedicados a las enseñanzas náuticas. Si bien la Escuela Náutica había empezado a funcionar desde 1824, no fue sino hasta 1833 cuando se anexó definitivamente a la Universidad del Magdalena e Istmo. Sus principales catedráticos fueron los capitanes de navío Rafael Tono y Pedro María Iglesias.

El declive de los eclesiásticos

Finalmente, hay que decir que todos esos nombramientos, al tiempo que edificaban una universidad de perspectiva liberal y a la altura de sus tiempos, fue señalando el fin del predominio religioso en los estudios superiores. El grupo de los letrados eclesiásticos cada vez era menos notorio y aún vivía del prestigio y las cátedras de teología dogmática y moral, y de teología moral práctica a cargo del exrector José Joaquín Gómez, o de las lecciones de lugares teológicos y apología de la religión cristiana impartidas Juan Francisco Manfredo y Ballestas hasta el año de 1839. Otros cursos de menos relevancia fueron asumidos esporádicamente por Mateo González Rubio y Manuel Benito Revollo. Lea también: Docentes de la UdeC descubren novela de Manuel Zapata Olivella

Así pues, la figura del catedrático se había diversificado y resultaba atractiva para muchos que querían adquirir un reconocimiento en la universidad como hombres de letras, hombres de ciencias y de leyes, hombres honorables, para luego abandonar sus cátedras e ir detrás del poder político, de las sillas ministeriales y diplomáticas ofrecidas por el naciente gobierno republicano. Desde luego, otros catedráticos permanecieron fieles a su vocación de educar y escribir para las nuevas generaciones. Los catedráticos empezaron a marcar de diferentes maneras su historia en la universidad.

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