A un grupo de pequeños productores del campo, de ocho veredas del corregimiento de San Cayetano, jurisdicción de San Juan Nepomuceno (subregión de los Montes de María), las semillas de una variedad de ahuyama les jugó una mala partida y pese a lograr una buena producción, su producto no tuvo acogida en el mercado y cerca de 2.800 bultos del mismo están a punto de perderse, por no tener aceptación en el mercado.
Los labriegos afectados hacen parte de la Asociación de Productores, Transformadores y Comercializadores de Productos Agropecuarios de San Cayetano (Asoprotracosan), que aplicaron para una Alianza Productiva en 2022 y que se ejecutó a partir de 2023, para cultivar media hectárea de ahuyama cada productor en veredas como Guayabal, Toro, Angola, Casinguí, Playa, Cangrejo, Songó y Arroyo Hondo. (Lea aquí: Proponen crear Agencia Nacional de Energía: ¿Qué entidades se fusionarían?).

Esa media hectárea produjo, en promedio, 70 bultos de ahuyama, informó Oswaldo Díaz, representante legal de Asoprotracosan. Se estima que el proyecto cuesta 483 millones de pesos y en este participan la Gobernación de Bolívar, Alcaldía de San Juan Nepomuceno, Sena, Asohofrucol y los pequeños productores que aportan la mano de obra.
A los 40 pequeños productores se les informó que les entregaría una variedad de ahuyama denominada ‘Pastelito’.
La selección de esa semilla fue aprobada en un Comité de Alianza en el que tienen asiento representantes de la Gobernación, la Alcaldía de San Juan Nepomuceno, un representante de las entidades que participan en el proyecto, los productores y el operador local, que actúa como secretario, sin voto.
En ese Comité se presentaron tres cotizaciones, una de ellas era del Valle del Cauca, que fue la que al final se escogió. Todas esas propuestas de semilla eran certificadas, como lo exige el Ministerio de Agricultura, mientras que las variedades tradicionales de ahuyama en la zona, no las son, explicó el vocero de Asohofrucol en Bolívar, Álvaro Quintana.
Tras las primeras cosechas, la variedad sembrada resultó tener un tamaño mayor a la ahuyama tradicional y un sabor diferente, lo que no llenó las expectativas del mercado. En todo este proceso, Asohofrucol puso recursos que se tradujo en transferencia de conocimiento para Buenas Prácticas Agrícolas.

El operador local
Daniel Aguirre, el representante del Operador Local de esa Alianza, señaló que su rol es el “acompañamiento en la ejecución del proyecto productivo” y precisa que el proyecto que no lo formula el Operador Local, sino profesionales designados por el Ministerio de Agricultura” y basado en lo que contempla el proyecto, se entregan los insumos requeridos, entre ellas las semillas de ahuyama, que eran semillas certificadas, tal como lo exige el Ministerio de Agricultura”.
“Ha sido un traspié triste y desafortunado lo que sucedió con la semilla, que es certificada por el ICA, tipo exportación, con avance tecnológico y que desafortunadamente para el mercado tradicional, en el mercado local, el de Bazurto, que es el abasto al que los productores aspiraban, no tiene acogida, es una realidad y también hubo dificultades con el aliado comercial del proyecto”, concluyó.
Una opción
Hasta ahora la única opción planteada es que la producción que esté en buenas condiciones - ya una parte empieza a dañarse- sea adquirida por transformadores del producto, para convertirla en harina. ¿Quién responde?. (Lea aquí: Producción de combustible sostenible de aviación atraerá a aerolíneas).