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Económica

30.000 hogares colombianos han renunciado a comprar casa este año

Más allá de la reactivación de los subsidios de vivienda, el sector debe estar dispuesto a reinventarse.

30.000 hogares colombianos han renunciado a comprar casa este año

Casas. // Foto tomada de Pexel

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El tablero de indicadores de la construcción está en rojo. Se puede decir que este año ha sido uno de los peores para la industria, pues un cóctel de factores —altas tasas de interés, inflación e inconvenientes en la entrega de subsidios— ha hecho que a los colombianos les quede más difícil acceder a una vivienda propia y a los constructores alcanzar su punto de equilibrio.

A todo lo anterior se han sumado las nuevas exigencias y tendencias del mercado, por lo que este sector tradicional y costumbrista, que se basaba solo en ladrillo y concreto, se ha tenido que convertir en una industria sofisticada que requiere diferentes capacidades innovadoras, tecnológicas y sostenibles para asegurar el éxito en sus proyectos. Lea también: Migración en países de la OCDE alcanzó cifras sin precedentes en 2022

De esta manera, en medio de un panorama en el que las ventas de vivienda en los primeros nueve meses del año han caído 48%, dejándose de comercializar 92.000 casas, 73.000 de ellas de interés social, para la industria se ha hecho necesario reevaluar los modelos de vivienda para proponer soluciones habitacionales que respondan mejor a la realidad de las ciudades; así como innovar y optimizar tiempos, recursos y costos para ser más rentable y sostenible.

¿Qué ha cambiado?

A rasgos generales, según analistas de Bancolombia, en la actualidad existen dos tipos de hogares: los que viven en una zona central y cerca de sus trabajos sacrificando área (dado el mayor precio por m2), y los que viven en las afueras de la ciudad donde pueden acceder a mayor área, pero con largos desplazamientos.

Frente a esto, el presidente de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), Guillermo Herrera, explicó que, efectivamente, los cambios en la composición demográfica del país se están reflejando en la forma de vivir.

“Cuando miramos los datos del censo del año 93, nos damos cuenta que en ese momento solo el 24% de los hogares vivía en arriendo y el resto era propietario. Hoy, más del 47% de los hogares urbanos viven arriendo. Y hubo un cambio importante en ciudades como Bogotá y Medellín, donde más de la mitad de sus poblaciones viven en arriendo. Entonces, hay unas preferencias o unas posibilidades financieras para acceder a una vivienda que han cambiado en el tiempo y que, sin duda, deben ser consideradas por la industria y también por las políticas públicas”, señaló Herrera.

Agregó que en la actualidad también preocupa la brecha en cuanto asequibilidad a la vivienda, pues los hogares colombianos han perdido un 10% de su capacidad de compra; pero la brecha es mucho mayor en ciudades como Bogotá y Medellín, donde los porcentajes de asequibilidad se deterioraron en un 32% y 25% respectivamente.

Oportunidad en la crisis

La falta de vivienda asequible, que se adapte a las nuevas necesidades de las personas en los principales centros urbanos, es uno de los mayores retos a los que se han enfrentado arquitectos, urbanistas y constructores en las últimas décadas.

En este sentido, para Herrera es importante reconsiderar cómo y para quiénes se están construyendo estas nuevas ‘ciudades’, dado que las diferentes formas de vivienda colectiva han cobrado fuerza como una de las principales respuestas a esa escasez de casas y apartamentos, y al aumento del costo de vida.

“Ahora existe una tendencia, y es que, sin sacrificar el área de las viviendas, se han buscado incrementar las zonas comunes. Por ejemplo, hoy los proyectos de vivienda de interés social (VIS) tienen un porcentaje de zonas comunes que ya supera en un 30% a lo que conocíamos 10 años atrás. Los proyectos de Mi Casa Ya tienen más probabilidades de contar con seguridad privada, piscina, zonas de estudio y coworking”, aseguró.

Precisamente, estos nuevos modelos de vivienda tienen a constructoras tradicionales buscando cómo adaptarse. Es el caso de Amarilo, una de las compañías más importantes del país, la cual ha buscado profundizar en ese entendimiento del mercado y los clientes.

“Nuestros productos parten de la necesidad de los clientes y para eso es valioso poderlos entender. Hemos reforzado nuestro equipo de investigación de mercado, haciendo estudios de oferta y demanda, y de focalización de zonas. También ha sido importante comprender, por ejemplo, cuáles son esas zonas comunes que realmente generan valor a los clientes, cuántos metros cuadrados requieren, etc”, explicó Andrés Orozco, vicepresidente comercial de Amarilo.

Para el empresario, ahora la industria necesita ver las oportunidades detrás de un mercado que está contraído. “Hay que entender esas diferentes dimensiones de negocio que se presentan, como los nuevos modelos de vivienda en renta, por fracciones o multifamily. Justamente, en estas crisis es donde las compañías deben repensarse. Todo esto nos debe mantener no preocupados, sino ocupados buscando oportunidades”, dijo.

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