Llegó a San Pablo, corregimiento de Marialabaja, hace 16 años. Él es uno de los miles de desplazados que deja la violencia, que se ensañó contra muchas comunidades rurales del país, y que ha hecho expulsar a compatriotas de sus pueblos y veredas a los grandes centros urbanos, en busca de mejores opciones de vida, que no siempre aparecen.
Es Crisanto Bayona Pérez, un labriego originario de Norte de Santander, en los límites con el Cesar, que pese a no encontrar oportunidades educativas en su vida, se declara como “un enamorado del campo” y quien encontró el cultivo de frutas y hortalizas la mejor forma de darle un sentido a su vida.
A su llegada a la región ha sembrado papaya, melón; y algunas hortalizas como la ahuyama.
Su experiencia le permitió hace algunos años ser un proveedor indirecto de una reconocida cadena de supermercados del país, a quien le ofrecía su cosecha de melón que cultivaba en Pava, un pequeño caserío perteneciente a Mahates, en la vía a Marialabaja.
Hoy, Crisanto sigue aferrado a la tierra y en dos pequeñas parcelas alquiladas, situadas a la orilla de la carretera que conduce del Viso a Marialabaja, en la zona del norte de Bolívar, perteneciente al área de influencia del Distrito de Riego de Marialabaja, sigue cultivando la tierra, asociado con otros labriegos con quienes sembró dos lotes de 4 hectáreas de melón.
Una de esos cultivos está muy avanzado y espera que a finales de este mes o comienzos de enero empiece su recolección. Sus expectativas son obtener 25 toneladas por hectárea, suficientes para sacar los costos de producción y obtener unos ingresos que compensen las largas faenas de sol a sol; y las noches de vigilia que implica tener cultivos cerca a los poblados.
En uno de esos lotes visitamos de nuevo a Crisanto, y nos contó que en esta ocasión había sembrado unas 30 mil plantas de melón por hectárea, a una distancia de 40 centímetros entre cada punto de siembra y de 1,20 metros de ancho de calles. Esa siembra se hizo el 31 de octubre y 60 días después espera tener las primeras cosechas.
El melón en la zona es una buena opción para Crisanto, por la posibilidad de contar, durante las temporadas secas, con recurso hídrico del arroyo Limón, que recorre un extremo de sus cultivos, a parte de las propiedades de la tierra que dan buenos rendimientos.
En esta oportunidad, a diferencia de otras épocas, no tiene un cliente fijo, pero asegura que llegarán los compradores de Cartagena y Barranquilla a quienes les venderá su cosecha en la propia parcela.
Para ser exitoso en su cultivo, Crisanto y sus socios deben echar mano a buenas prácticas agrícolas, a pequeños sistemas de riego por goteo, pero igualmente asume riesgos pues el cambio climático (exceso de lluvias o fuertes sequías) puede ser su peor aliado, como ya lo ha vivido en el pasado, que por culpa de esos fenómenos solo ‘cultivó’ deudas.
Casi siempre financia sus cultivos con los ahorros que le quedan de las cosechas anteriores, aunque en ocasiones también ha tocado la puerta de las entidades financieras, algunas con poco éxito, ya que no siempre le aprueban los créditos.
El gran sueño de Crisanto es tener un terreno propio, ojalá muy cerca del área del Distrito de Riego de Marialabaja. Ese anhelo ha estado muy cerca con un proyecto que involucra a otros desplazados, pero que lastimosamente aún no se concreta. Mientras ello llega, este labriego se apresta a abastecer los mercados de Cartagena y Barranquilla con el melón de sus parcelas y si el resultado de esta cosecha es positivo, promete alistar de nuevo la tierra para seguir sembrando melones y papayas que garanticen la seguridad alimentaria de la región.



Las estadísticas oficiales aportadas por la Secretaría de Agricultura de Bolívar, sobre el cultivo de melón en el departamento, a corte de 2018, cifra más reciente, señalan que en este territorio se cultivaban 435 hectáreas con esa fruta, de las cuales en ese año se cosecharon 405,5 hectáreas. La producción de esta fruta alcanzó en ese año las 4.629,5 toneladas.
Cuatro son los municipios que concentraron la mayor producción de esa fruta en Bolívar: Arjona, con 1.334 toneladas; Mahates, con 750 toneladas; Santa Catalina, con 725 ton; Cartagena, en su área rural, con 720 toneladas, según las estadísticas municipales consignadas en los resultados del estudio de Evolución Agropecuaria 2018.