El presidente de la federación de exportadores de Alemania (BGA), Anton Börner, aseguró el miércoles que ese sector vital de la primera economía europea podría adaptarse a una eventual desaparición del euro, contradiciendo el discurso de los políticos que advierten de los riesgos de ese escenario.
"Para nosotros, lo importante es el mercado libre, no necesitamos forzosamente una moneda común", dijo Börner a periodistas extranjeros. "¿Hay un porvenir para Alemania después del euro? Sí, lo hay", afirmó.
La FGA representa a los exportadores de Alemania, incluidas las pequeñas y medianas empresas que representan el grueso del pelotón.
Para éstas, "que exportemos tanto a los países de la zona euro no depende del euro en sí, sino del libre mercado, de la ausencia de aranceles por ejemplo", explicó Börner.
Mientras la crisis de la deuda se agrava cada día, la jefa del gobierno alemán Angela Merkel y sus ministros no han dejado de recordar a los alemanes lo que le deben a la moneda única.
"En tanto que nación exportadora, tenemos necesidad en particular de una moneda estable. De ella dependen, aquí en Alemania, el crecimiento futuro y numerosos empleos", explicó a finales de septiembre el ministro de Economía, Philipp Rösler, al Bundestag (Parlamento).
Según un estudio reciente del gabinete McKinsey, dos tercios del crecimiento de los diez últimos años en Alemania se debe a la introducción del euro. Según cálculos del banco público KfW, "la pertenencia a la zona euro ha aportado a Alemania entre 50.000 y 60.000 millones de euros en 2009 y 2010", cerca de 30.000 millones por año.
Los patronos están en la misma línea. "Un hundimiento de la zona euro sería mucho más costosa que su salvación" y "entrañaría una grave crisis económica", según Franz Fehrenbach, el presidente de Bosch, una de las primeras empresas del país.
Sin embargo, para Börner "una Italia que flaquea en el euro, es tan catastrófica como una Italia que flaquea fuera del euro".
Börner se mostró sumamente escéptico sobre la capacidad del país alpino a poner en marcha las reformas necesarias para mejorar su economía y resolver sus problemas de finanzas públicas, y preocupado también por Francia, que "tiene un gran problema de crecimiento y productividad".
El fin del euro crearía problemas de competitividad a las empresas alemanas, pero "con una política monetaria razonable, y entendiéndose con los sindicatos", se podrían resolver.
Según un sondeo realizado a finales de septiembre por el instituto Forsa, el 54% de los alemanes desea un regreso del marco.