Ocho horas antes del juego de vuelta por octavos de final entre Santos e Independiente la Conmebol decidió otorgarle el triunfo 3-0 a los argentinos en el juego de ida que había finalizado 0-0, debido a la incorrecta alineación de Carlos Sánchez, quien debía pagar una fecha de sanción, situación que el club brasileño no advirtió.
Minutos antes del juego, Santos emitió un contundente comunicado en el que afirmaba que iría “hasta las últimas instancias para defender su derecho de competir en igualdad” tras una decisión que consideró “lamentable” por varios factores. El organismo había impedido a Sánchez jugar la vuelta, pero ante la presión tuvo que ceder y permitirle estar en el terreno de juego.
Esto no fue suficiente para impedir que los ánimos en las tribunas del Pacaembú estuvieran lo suficientemente caldeados para que a falta de 15 minutos y con el juego de vuelta igualado a cero, la hinchada del Santos desatara el caos en las tribunas, lanzando bombas de estruendo e intentando ingresar a la cancha, mientras tranzaron una batalla con la policía local.
El árbitro Julio Bascuñán decidió dar por finalizado el juego y confirmando así la clasificación del club más ganador del torneo y que llegó así a unos cuartos de final de Libertadores tras 28 años de sequía.
El triste escándalo será, presumiblemente, el inicio de una tormenta de críticas a la Conmebol que ha cometido una serie de errores administrativos y logísticos en esta temporada que tiene al ente rector del fútbol suramericano en el ojo del huracán.
