La imagen de la estrella Gary Sheffield cargando en hombros al colombiano Édgar Rentería le dio al vuelta al mundo ese 27 de octubre de 1997.
Y durante un mes, el ‘Niño’ fue portada de los más prestigiosos periódicos del mundo.
Édgar había conectado el hit de oro en la undécima entradas al pitcher Charles Nagy para fletar a Craig Counsell desde la tercera base con la carrera del triunfo 3-2 a los Marlins sobre los Indios, en el séptimo y definitivo juego para darle el título de la Serie Mundial de Béisbol.
Cuando el ‘Niño’ se percató que el venezolano Omar Vizquel no pudo capturar esa línea de oro que pasó lamiendo la segunda base, tiró lleno de emoción el casco, levantó sus brazos, en señal de victoria, y pisó la primera base sin dejar de correr, mientras sus compañeros lo perseguían para abrazarlo y felicitarlo.
Era el primer colombiano en realizar esta majestuosa hazaña. Y tan solo tenía 21 años, de ahí el remoquete de el ‘Niño’ de Barranquilla.
Por historia y por todo lo que hizo en la temporada, Indios de Clevaland era favorito, pero la aptitud positiva del colombiano era evidente antes del inicio de la Serie Mundial.
“Sólo estarán dos equipos en el terreno de juego y nosotros tenemos un muy buen roster y se nos pueden dar las cosas. Además, tenemos un equipo joven, que sueña, hambre de triunfo”.
Y sus palabras fueron un presagio de lo que sería una histórica celebración y el primer título para una franquicia nueva, con apenas 5 años en la Gran Carpa.
El estadio Pro Player de Miami, atestado con 70 mil fanáticos, fue la locura. Sí, locura que se propagó por toda la ciudad.
Ese título, con sello colombiano, enloqueció de la emoción a todo un país. El barrio Montecristo de Barranquilla era un hervidero y la vieja Visitación, la madre de Édgar, de Edinson, y de cinco hermanos más orgullosos, fue también portada de los más prestigiosos diarios del país.
Para Édgar fue el inicio de una carrera brillante de 16 temporadas magistrales, untadas de magia. Sí, porque Édgar nació para ser un triunfador del deporte y de la vida.
Rentería, con su guante mágico en el campocorto y su bateo oportuno, escribió una vibrante y nutrida historia para el deporte colombiano en Grandes Ligas. Podríamos decir que las Grandes Ligas se dividen en antes y después del ‘Niño’.
Sí, porque vendría otra majestuosa proeza, el 1 de noviembre de 2010, que también enloqueció de la emoción a todo un país. Ahora con los Gigantes de San Francisco, Rentería impulsó, en el séptimo episodio, con un cuadrangular sobre el pitcher zurdo Cliff Lee, 3 carreras en la victoria 3-1 sobre los Rangers de Texas, en el quinto y partido de la Serie Mundial. El ‘Niño’ también conectó un jonrón en el triunfo de San Francisco en el segundo juego de la serie.
El playoff, pactado a 7 juegos, quedó 4-1 y Édgar fue galardonado el Jugador Más Valioso, en la que bateó para .412, con siete hits en 17 turnos, con 2 jonrones y 6 carreras impulsadas.
Contrario a otros peloteros con averages astronómicos, como Barry Bonds, Alex Rodríguez o Sammy Sosa, pero que nunca han saboreado las mieles del triunfo en una Serie Mundial, Rentería siempre mostró su jerarquía cuando estuvo bajo presión, en la ‘delgadita’ como suele decirse en el béisbol, ahí sacaba a flote su casta. Tanto es así, que su bate mágico definió dos Series Mundiales, hecho que ningún pelotero ha podido emular.
Es un insigne estandarte del deporte colombiano, su presencia inspira admiración en los niños y mayores y en todo aquel que le ha echado un vistazo a la historia. Édgar es dueño de un carisma único que traspasa todas las esferas del mundo, convulsionado hoy por la pandemia del coronavirus, que nos mantiene a todos en cuarentena y en un total aislamiento.
Para Édgar Rentería no fue fácil tocar la gloria. Como casi todos los héroes, salió de una familia humilde en el barrio Montecristo de Barranquilla.
Allí, su madre Visitación enfrentó, en la década de los 80 y 90, la dura realidad de la vida. Ella se echó la familia al hombro y la sacó adelante.
“Yo me volaba del colegio para jugar. Me acuerdo que hacíamos las bolas con esparadrapo para jugar. Se me viene a la mente cuando mi vieja vendía en el barrio cerdo, cocadas, todo eso hoy lo recuerdo con gran nostalgia”.
Édgar es toda humildad. Ha sido el Benefactor de toda la familia. Podríamos decir, siendo el menor, que ha sido como el padre, eso sí, con la asesoría de su hermano mayor Edinson.
“Yo le agradezco a Dios porque hice realidad mi sueño”, dice. Y ciertamente, el ‘Niño’ jugó a placer el béisbol, el deporte de sus amores y brilló tanto, que hoy, ya retirado, esa luz ilumina su camino porque donde él llega es admirado y aclamado.
Édgar es y será siendo un emblema del deporte colombiano.

2 títulos de Serie Mundial de Béisbol en Grandes Ligas: Marlins de la Florida (1997) y Gigantes de San Francisco (2010).
Récords: En ambas ocasiones conecto el hit que dio el título a su equipo.
Ganó el trofeo al Jugador Más Valioso de la Serie Mundial 2010.
Récords: dos Guantes de Oro (2002-2003), tres Bates de Plata (2000-2002-2003).
Único colombiano con el mayor average en una temporada en Grandes Ligas (.330) en el 2003.
2º en la votación al Premio Novato del Año en el 1996, siendo superado por jardinero Todd Hollandswort, de Dodgers de Los Ángeles.
Único colombiano en participar en los Juegos de Estrellas en los años 1998, 2000, 2003, 2004 y 2006.
Average de por vida .286.
Nombre: Édgar Enrique Rentería Erazo.
Nació: 7 de agosto de 1975 en Barranquilla.
Debut en Grandes Ligas: 10 de mayo de 1996 con el equipo Marlins de Florida.
Se retiró: 26 de septiembre de 2011 con los Rojos de Cincinnati.
Jugó 16 temporadas en Grandes Ligas.
Bateó: 2.327 hits, 140 jonrones, en 8.142 turnos.
Jugó en 5 organizaciones: Marlins (1996-1998), Cardenales de San Luis (1999-2004), Medias Rojas de Boston (2005), Bravos de Atlanta (2006-2007), Tigres de Detroit (2008), Gigantes de San Francisco (2009 - 2010) y Rojos de Cincinnati (2011).