La histórica discusión sobre modificar el calendario del Mundial trasciende lo meramente anecdótico: representa un posible rediseño estructural del fútbol global. Si bien en Qatar 2022 se jugó en invierno para evitar el calor extremo, esa excepción podría transformarse en la norma para el futuro.
FIFA, en voz de Gianni Infantino, ya está evaluando que a partir de 2030 los mundiales se disputen fuera del tradicional lapso veraniego europeo. Lea: Este será el próximo rival de Real Cartagena en el Torneo Betplay
Una de las razones principales es climática. En primavera o verano, muchos países registran olas de calor que ponen en riesgo el desempeño atlético y la salud de jugadores, árbitros y público. Al recorrer el Mundial hacia meses templados, la FIFA buscaría garantizar mejores condiciones para los encuentros, incluso en regiones donde julio o agosto resultan inhabitables.
Modificar la ventana temporal del Mundial implica reordenar las temporadas de ligas, copas continentales y descansos internacionales. No basta con cambiar las fechas del torneo: habrá que sincronizar calendarios nacionales en Asia, África, América y Europa.
Esta es una de las aristas que más resistencia puede generar, pues los calendarios domésticos ya tienen muchos compromisos.
Infantino ha señalado que este proyecto no puede imponerse unilateralmente: debe construirse junto a jugadores, entrenadores, clubes y federaciones. Nasser Al-Khelaifi, también miembro destacado del fútbol europeo, ha manifestado su apertura al cambio, pero advierte que es imprescindible analizarlo con detenimiento y con la participación de todos los involucrados.
Entre los beneficios, destacan mejores condiciones de juego, menores cancelaciones por calor extremo, y la posibilidad de llevar el torneo a regiones antes limitadas por su climatología.
Pero también hay riesgos: periodos de descanso insuficientes, sobrecarga deportiva, conflictos entre competencias y resistencia política de federaciones que prefieren los formatos tradicionales.
El objetivo sería crear un modelo más flexible: un Mundial que no esté atado a un momento rígido del año, sino que pueda adaptarse según las condiciones climáticas y geográficas del país anfitrión.
Así, el torneo podría celebrarse por ejemplo en otoño, primavera o invierno local, según lo más factible y sostenible.
Tema de debate
Hasta ahora, lo planteado por Infantino queda en el terreno de la reflexión y el debate. No se ha fijado oficialmente un cambio para 2030 ni se han aprobado reformas concretas. Lea: Marineros derrotan a Tigres en el duelo más largo de postemporada
Pero el mero hecho de que la FIFA lo contemple ya marca una disrupción histórica: de concretarse, los Mundiales dejarían de ser eventos estrictamente veraniegos y se adaptarían al planeta, más que al calendario europeo.