Michael Kremers Rumié tiene una historia que cruza fronteras y une culturas, pero también es un ejemplo de constancia, humildad y amor por el deporte. Nacido en Dubái, hijo de padre holandés y madre cartagenera, este joven ha hecho de Cartagena su hogar espiritual cada mitad de año, cuando regresa a vacacionar con su familia y a entrenar con la escuela de baloncesto Dolphins de Bocagrande.
Desde hace ocho años, Michael ha sido parte de esta institución deportiva dirigida por el licenciado Antonio Vergel. Lea: Luis Díaz entrenó con Liverpool en medio de los rumores de su posible marcha
una disciplina admirable, ha entrenado con distintos grupos y categorías, aportando su energía, experiencia y pasión por el juego. Ese compromiso sostenido ha llevado a Dolphins a organizar un homenaje en su honor, como reconocimiento a su lealtad, entrega y espíritu deportivo.
La ceremonia se realizará este viernes 18 de julio, en la cancha de baloncesto de Bocagrande, a partir de las 3:00 p. m.
La programación incluye partidos entre los equipos Dolphins A y B en todas las categorías: baby, premini, mini, 13, u14 y u17.
El encuentro final, en la categoría Juvenil, será el plato fuerte del día (7 p. m.): enfrentará a la Escuela Bravos contra Dolphins, con Michael como protagonista del homenaje. Están invitados otros jugadores emblemáticos de la ciudad como Janner Pérez y Juan Sebastián Armenteros.
Aunque ha crecido en Dubái, donde ha sido parte de ligas como la ABA y la Euroliga, Michael mantiene un lazo profundo con Colombia. Su experiencia con los Dolphins ha sido clave en su formación, no solo como jugador, sino como ser humano. En cada entrenamiento y partido ha dejado claro su compromiso con los valores del deporte: respeto, compañerismo, esfuerzo y superación.
En su colegio en Dubái, Michael también ha brillado. Ha sido pilar del equipo de baloncesto, liderando con el ejemplo y ganándose la admiración de profesores y compañeros. Durante tres años consecutivos, además, dedicó tiempo a entrenar a niños de tercero, cuarto y quinto grado, compartiendo con ellos no solo técnicas del juego, sino enseñanzas de vida.
Michael es un joven espiritual, centrado y profundamente humano. No busca protagonismo ni aplausos; juega desde el corazón y con una conexión sincera con su fe y sus principios. Sus entrenadores y amigos lo describen como un chico generoso, amable y con una madurez poco común para su edad.
Su paso por Dolphins ha sido más que una rutina de vacaciones: ha sido un reencuentro anual con sus raíces, una oportunidad de crecimiento y una escuela de vida. Por eso, el homenaje que le rendirá este viernes el club no solo celebra sus logros en la cancha, sino la huella que ha dejado en todos los que lo rodean.
En agosto, Michael iniciará una nueva etapa en su vida: viajará a Mercersburg, en Pensilvania (Estados Unidos), donde jugará baloncesto de forma competitiva y continuará su formación académica. Más adelante, planea estudiar Administración de Empresas con énfasis en Relaciones Internacionales, uniendo sus intereses deportivos con su visión de futuro global.
Puente entre dos mundos
Su historia demuestra que el deporte puede ser un puente entre mundos, una herramienta para transformar vidas y una plataforma para formar líderes íntegros. Michael Kremers no solo representa a una generación multicultural: también encarna los valores que todo equipo y toda sociedad necesitan. Lea: Colombia vs. Venezuela: hora y dónde ver en la Copa América Femenina
Con apenas 17 años, ya deja una lección clara en cada rebote y cada pase: que la verdadera grandeza se construye con disciplina, humildad y pasión. Y eso, Dolphins lo ha entendido muy bien.