Fluminense, último representante sudamericano en el Mundial de Clubes, cayó ante Chelsea con un marcador de 0‑2 en el MetLife Stadium de Nueva York, lo que frustró el sueño de disputar la gran final del torneo.
A pesar de haber alcanzado esta instancia histórica, el resultado eliminó al equipo brasileño. Lea: Polémica decisión del VAR contra Fluminense; juez colombiano involucrado
Al término del partido, Jhon Arias, el mediocampista colombiano de 27 años, se arrodilló en el césped y ocultó su rostro con la camiseta, tratando de contener un llanto evidente.
Semanas antes había sido una figura descollante, destacándose con actuaciones como la asistencia en el pase que dio el pase a Germán Cano en octavos y siendo nombrado MVP en varias ocasiones.
Durante la rueda de prensa posterior, Arias no pudo contener las lágrimas y se dirigió directamente a la afición: “Solo pido disculpas a la afición. Estuvimos muy cerca… doy mi vida por esta camiseta… perdón, perdón, perdón…”. Sus comentarios reflejaron el peso emocional de una derrota tan cercana al objetivo.
Más allá de la tristeza, Arias expresó orgullo por la campaña del equipo: “Creamos una gran expectativa en Brasil, en todo el mundo… sin duda, aprenderemos de todo lo vivido aquí”.
El llanto no solo simbolizó el dolor personal, sino también la conexión profunda que mantiene con la hinchada y su compromiso con Fluminense.
Jugará el tercer lugar
Aunque eliminados, Fluminense aún jugará por el tercer puesto, lo que representará una oportunidad para cerrar con dignidad y aprender de la experiencia. Para Arias, este momento marcará un antes y un después en su carrera, mostrando una dimensión humana poco vista en el fútbol profesional. Lea: Estrella de la NBA se pierde toda la temporada por terrible lesión
Las lágrimas de Jhon Arias tras la eliminación ante el Chelsea son una muestra honesta de la pasión y entrega que pone en cada partido. Su conexión con la afición, su capacidad de sacrificio y la transparencia en su dolor dejan ver a un jugador que no solo da todo en la cancha, sino también afuera, poniendo el corazón en cada desafío.