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Fausto ‘El Pongo’ Obeso cambió las balas y las drogas por el fútbol

Este ha tenido una vida llena de resiliencia, ha luchado por salir adelante y lo ha logrado. Le hizo el zig zag a los malos caminos en La Candelaria, en donde se las familias se levantan en condiciones difíciles.

Fausto ‘El Pongo’ Obeso cambió las balas y las drogas por el fútbol

Fausto Obeso jugó una final del fútbol colombiano. //Foto: cortesía

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Es una historia que bien podría servir de modelo para inspirar a muchas familias cartageneras y colombianas que viven la misma situación de este cartagenero que no se dejó tentar por los malos vicios, aún y cuando los mismos estaban día a día en sus narices y le tocaba convivir con ellos.

Cambió las balas y las drogas por el fútbol, reconoce que en algún momento de su vida acompañó patear el balón por tomarse una que otra cerveza, pero hoy se siente feliz porque cumplió el sueño de su vida: jugar fútbol profesional. Lea aquí: Velocidad pura: ¡Es el momento de Mafe Timms!

En las polvorientas calles de La Candelaria, en donde las pandillas atraen a los niños y las drogas se venden, como un pan en una tienda, Fausto Obeso se abrió paso en el fútbol, disciplina que marcaría su vida para siempre.

Fausto Obeso jugó una final del fútbol colombiano. //Foto: cortesía
Fausto Obeso jugó una final del fútbol colombiano. //Foto: cortesía

Su mamá vendía alegría, una crispeta hecha con panela y coco, un dulce tradicional muy conocido en Cartagena y toda la Costa. Su papá se rebuscaba alquilando sillas y carpas en Bocagrande.

Fausto ha sido feliz, muy feliz. “Yo vengo de abajo, a mis viejos les tocó duro, pero yo siempre tuve lo básico para ir a mis entrenos y asistir a las competencias. Cuando mis papás no tenían plata, entonces mi abuelo me apoyaba”.

Está orgulloso de sí mismo y de haber nacido en La Candelaria. “Soy ‘candelo’ hasta la cuna, en La Candelaria la tentación siempre está, los problemas, las drogas, pero eso va en cada quien. Yo era sano, tuve dos peleas fuertes, en una me cortaron, pero eso quedó ahí nunca quedé con culebras. Me dediqué a jugar fútbol y por fortuna salí adelante, fui profesional”.

Su relato es real, crudo, no se guarda ni oculta nada. “Tengo amigos que están muertos, otros presos, unos más que andan huyendo afuera de la ciudad. Gracias al deporte pude evitar terminar así como ellos”, sostiene el popular ‘Pongo’, a quien se le dice así por una canción de champeta africana muy conocida en su momento con el nombre de Pongoso.

Un balón lo salvó

Un balón fue su salvación, lo ayudó a entender que a través del deporte podría construir una vida ejemplar, alejado de una tumba prematura y de las cárceles.

Se desempeñó como lateral derecho, tenía mucha salida, siempre fue guapo, aguerrido, rendidor. Le puede interesar: Grandes Ligas: Dónovan Solano se levanta y dice presente con los Marineros

“Comencé en la Escuela Boca Juniors desde los 9 hasta los 14 años. Luego pasé a Alianza Sport, después a Expreso Rojo, Real Cartagena Primera C y jugué la Primera B con el auriverde en 2008, me subió el profe Hernán Darío Herrera, fui campeón con el equipo de mi ciudad, jugando unos 14 partidos ese año”, comenta.

Fausto Obeso debutó en la A con Deportivo Pasto. //Foto: cortesía
Fausto Obeso debutó en la A con Deportivo Pasto. //Foto: cortesía

Su llegada a la A no le permitió lucirse en ese torneo. “Estuve hasta a mitad de año de 2009 con el Real, solo jugué partidos de Copa Colombia. El profe Huberth Bodhert me sacó”.

En 2010, Obeso jugó con Atlético La Sabana en la B, certamen en el que estaría en el 2011 con Real Valledupar hasta mitad de 2012.

“Debuté en la A con Pasto en el segundo semestre de 2012, el juego fue contra Envigado. Estuve ahí hasta finales de 2013. En 2014 pasé a Once Caldas, en donde estuve hasta mediados de 2015. Fue una bonita época en mi carrera”, asegura.

Su carrera siguió, Jaguares de Montería sería su nueva casa ese mismo año durante el último semestre. “En 2016 arranqué en Boyacá Chicó, en donde terminó todo para mí a nivel profesional”, apunta.

Jugó 8 temporadas, se retiró a los 27 años, no le salió oferta de trabajo en ningún equipo, entendió que haber reclamado por pagos que le debían en Chicó le habrían cerrado la puerta en otros clubes.

“La reflexión que tengo de eso es que el jugador de fútbol si se pone a pelear con dirigentes y técnicos, ellos mismos te cierran las puertas después con otros clubes. Lo tildan a uno de conflictivo, pero yo la verdad lo único que hice fue reclamar el dinero que me debían en Chicó, eso me perjudicó después porque hasta en equipos en donde tenía pedido ya nos les interesaba”, sostuvo.

Pero nadie le quita de su mente todo lo vivido, en especial aquella final de la Primera A. “Yo nunca imaginé jugar una final del fútbol colombiano de la Primera División, estaba ‘corroncho’, fue en 2012, con el Pasto en el Atanasio Girardot, ante Nacional. Ese recuerdo nunca lo olvidaré. Perdimos, pero jugué mi final. (Risas)”.

Llegó a Atunes

Dejó el fútbol, comenzó a trabajar al cabo de un tiempo en Atunes de Colombia en Cartagena, en donde ya acumula siete años. Más aquí: Didier Fuentes, por su primer triunfo en las Grandes Ligas

Gracias al fútbol conseguí este trabajo en Atunes, comencé haciendo oficios varios, ahora mismo estoy en el área de procesamiento, me toca pelar el pescado”.

 Fausto Obeso

Siempre ha estado aterrizado, enfocado y concentrado, características que pudo fortalecer en la vida, gracias a los consejos de sus padres.

“Jugué 120 partidos en la Primera A, mientras que en la B sumé unos 70. El fútbol ha sido mi mayor felicidad”, dice Fausto.

Fausto Obeso junto a sus amigos. //Foto: Cortesía
Fausto Obeso junto a sus amigos. //Foto: Cortesía

Siempre aterrizado

No fue loco, supo ahorrar, construyó tres apartamentos y con el arriendo de los mismos se ayuda para salir adelante.

“Esos arriendos, sumado al sueldo de Atunes y al rebusque que tengo vendiendo zapatos y ropa, me sirven para seguir adelante en la vida”.

Parado en la raya

Está golpeado, pero como él mismo dice “parado en la raya”.

Faustino Obeso, su padre, hace dos años se fue de este mundo y “donde esté seguro que está orgulloso del Pongo”, agrega.

Sus ojos se humedecen, su sonrisa se va de momento y la tristeza invade su corazón.

“No he superado la muerte de mi papá, el viejo era todo para mí, un man uno A para la familia. Me quedó mi vieja, Edelmira Pérez, vivimos a una cuadra y media en La Candelaria, tratamos de apoyarnos mucho en la familia”.

 Fausto Obeso

Marinela Castro es su esposa desde hace cinco años. Tiene seis hijas: Keyla, Keylis, Keylin, María Estefani, Keyssi y Kimberly. Otras noticias sobre deportes: Joven futbolista muere en plena operación de rodilla

La vida del Pongo Obeso no ha sido fácil, pero él, con esfuerzo y dedicación, ha sabido hacerle un zig zag a los vicios.

Fausto Obeso junto a Wilmar Barrios. //Foto: Cortesía
Fausto Obeso junto a Wilmar Barrios. //Foto: Cortesía

Pininos como entrenador

La pasión por el fútbol será hasta el último suspiro de su vida. “En la actualidad, después de 4 de la tarde, cuando salgo de la chamba de Atunes, también ayudo a mi pana Eduardo Carrillo con su escuela, todo lo que sepa a fútbol me atrapa, estoy dando mis pininos como entrenador, vamos a ver qué pasa”.

Es gran ejemplo

En la actualidad, a Obeso también se le ve mucho subiendo contenido al Facebook, en donde cuenta experiencias de vida importantes en su paso por los distintos equipos profesionales.

Su relato es coloquial y eso gusta mucho, el lenguaje corporativo que utiliza cae muy bien.

Es un tipo con mucho carisma, en el barrio y afuera de él se le quiere bastante.

Sin duda, el ‘Pongo’ tiene una gran historia de vida, es ejemplo para todos los que nacieron en barrios en condiciones difíciles.

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